El Diario de El Paso

Stephen Miller, el verdadero divisor en jefe

- • Ruben Navarrete Jr.

San Diego— Vamos al punto. Le pregunté a la escritora Jean Guerrero si pensaba que Stephen Miller, el asesor de alto rango del presidente Donald Trump, se comporta de manera racista con los mexicanos.

La periodista, que tiene su sede en San Diego y que acaba de escribir un importante libro acerca del más controvert­ido asesor de la Casa Blanca de Trump– al principio trató de esquivar la pregunta escudándos­e en su formación.

“Una de las razones por las que los periodista­s tratamos de no usar los términos como “racista” es que no sabemos lo que pasa en el corazón y cabeza de las personas”, respondió Guerrero.

“Aunque creo que ese racismo puede ser acerca de las acciones. Puede ser acerca de las palabras que uno dice. Si estás hablando del racismo en ese sentido, entonces podríamos decir que Stephen Miller es un racista. Porque durante toda su vida ha expresado sus creencias racistas y ha actuado de una manera racista”.

El libro tiene un título provocativ­o: “Los Negociante­s del Odio: Stephen Miller, Donald Trump y la Agenda Nacionalis­ta de la Casa Blanca”.

Guerrero tiene 32 años, pero es una periodista de la vieja escuela. Tanto que mis amigos dicen que empezó a investigar para el libro de Miller con una mente abierta sobre la pregunta polémica que yo le hice.

La periodista mexicoamer­icana ha pasado varios años cubriendo la frontera entre Estados Unidos y México y reportando sobre el tema de la inmigració­n. Aunque empezó escéptica acerca de la idea de que Miller –quien es sólo unos años mayor que Guerrero y creció a dos horas de retirado de ella en el sur de California– odia a los mexicanos.

Guerrero hizo su tarea y la de sus compañeros de clase. Se basó en una exhaustiva cantidad de investigac­ión que incluyó realizar más de 150 entrevista­s y leyó cientos de páginas de documentos, el libro ayuda a los lectores a entender una de las figuras más relevantes en Washington.

El título oficial del puesto de Miller es asesor de alta jerarquía de política para el presidente.

Este hombre de 34 años básicament­e está a cargo de la política de inmigració­n de la Casa Blanca y por añadidura, de toda la administra­ción. Este ex asesor congresist­a y director de Comunicaci­ón del entonces senador republican­o Jeff Sessions de Alabama, ahora es el secretario de facto de Seguridad Interna.

Al parecer tiene más influencia sobre partes de ese gigantesco departamen­to del gabinete que la puerta giratoria de personas que han tenido ese puesto en los últimos cuatro años.

Además de las otras tareas de Miller, este graduado de la Universida­d Duke también es el Maestro de la Distracció­n no oficial de la Casa Blanca. Trump tiene una asombrosa habilidad para crear el suficiente caos para cambiar el tema o desviar un cursor laser de algo en lo que no quiere que se enfoquen los medios de comunicaci­ón. Eso es lo que hace mayormente Miller.

Hablar mucho acerca de eso es el trabajo de Trump –que hay que decirlo, son las travesuras que hace Miller.

Sin embargo, el Sr. Siniestro no se detiene allí. Si Trump es reelecto, Miller podría competir un día para llegar al Ala Oeste como jefe de gabinete. No deberíamos ponerlo en duda.

Tal vez, el papel más importante de Miller –y la tarea que le impide unirse a muchos de los otros funcionari­os de la Casa Blanca de Trump y ex miembros del gabinete que están en la fila de desemplead­os– es que es el que realmente le susurra al oído a Trump.

Esa frase es usualmente usada para describir a los reporteros que pueden explicarle a la gente cómo es Trump. Dejando a un lado eso, Miller hace algo aún más valioso: le explica a Trump cómo es la gente.

Él le dá seguimient­o a los votantes que están a favor de “Hacer que Estados Unidos Sea Grande Nuevamente (MAGA, por sus siglas en inglés)”. Hay veces que pienso que cada vez que un anglosajón en cualquier parte de Estados Unidos se queja de algo, se apaga una luz en la oficina de Miller.

El Vengador Blanco está constantem­ente presentand­o al presidente nuevamente ante su base de electores. Es su trabajo esencial. Con toda su retórica populista, Trump sigue siendo un billonario cuya realidad está pintada con el color dorado de los utensilios del baño de sus penthouses de la Quinta Avenida y sus jets privados. Todos son hombres comunes pero no el presidente.

Guerrero trató brevemente de entrevista­r a Miller, o de que alguien en la Casa Blanca comentara acerca de sus hallazgos, pero no tuvo suerte.

Le pregunté a la escritora por qué razón en el título del libro, decidió usar una palabra tan fuerte como “odio”.

“El odio tienen sus raíces en una sensación de superiorid­ad y privilegio”, respondió Guerrero. “El odio hace que uno quiera hacer daño. Y cuando uno ve las políticas dramáticam­ente crueles de las que Trump es responsabl­e, uno se da cuenta de que necesita unir ese odio para que la gente lo aclame –esas políticas, como separar a los niños de sus padres y rechazar a las personas más desesperad­as y vulnerable­s del mundo que vienen como refugiados”.

El libro de Guerrero debe ser leído por todos los que quieren entender mejor cómo nuestra “indivisibl­e nación” fue dividida. Después de todo, ése es el primer paso para volver a unir lo que Stephen Miller –y el ocupante de la Oficina Oval– han ayudado a separar.

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