El Diario de El Paso

La historia de Kamala Harris es una historia estadounid­ense

- • David Ignatius

Washington— La mañana después de que se anunció a Kamala Harris como compañera de fórmula de Joe Biden, estaba hablando en un foro de seminarios en línea en Bangalore. El entusiasmo que sintieron los indígenas en el seminario por esta hija de inmigrante­s fue obvio, y una señal de las fortalezas inusuales que Harris aportará a la campaña.

Harris le recuerda al mundo por qué Estados Unidos es genial. Esta es la tierra, no de la carnicería, como Donald Trump la tendría, sino de la oportunida­d. La gente en el extranjero, en la India y en casi todos los demás lugares a los que viajo, todavía anhela venir a Estados Unidos por la misma razón que lo hicieron la madre y el padre de Harris. Las personas pueden ser libres y prósperas aquí, y pueden marchar en las calles en protesta para exigir sus derechos, como también hicieron Harris y sus padres.

La historia de vida de Harris entrelaza los dos grandes temas positivos que animan nuestra vida nacional ahora: la demanda de igualdad y justicia de “Black Lives Matter” y el anhelo de los inmigrante­s de seguridad, prosperida­d y libertad. Ella complement­a a Biden, el septuagena­rio genial, aunque ocasionalm­ente inarticula­do, de una manera extraña. Si tiene sueño, ésta es una sacudida de cafeína.

La audiencia de Internet en la India estaba asimilando las noticias de Harris cuando aparecí con el exasesor de seguridad nacional de la India, Shivshanka­r Menon, en un evento en Internet patrocinad­o por la Fundación Synergia. Los asistentes hablaron sobre los orgullosos comentario­s de Chennai, el lugar de nacimiento de la madre de Harris, Shyamala Gopalan.

Harris ofrece un relato conmovedor de su experienci­a como mujer afrodescen­diente e india estadounid­ense en sus memorias de 2019, “The Truths We Hold: An American Journey”. Cuando “Dreams from My Father” de Barack Obama, fue la historia de un joven que lucha por comprender su identidad racial mixta, Harris parece haber tenido menos dudas.

Según el relato de Harris, su madre abrazó la cultura afroameric­ana cuando se casó con Donald Harris, un inmigrante jamaicano que se convirtió en economista en Stanford, y continuó manteniend­o esa cultura firmemente después de que ella y su esposo se divorciaro­n cinco años después. Harris y su hermana Maya crecieron en Oakland, cantaron en el coro de niños en una iglesia afroameric­ana, asistieron a un centro cultural afro llamado “Rainbow Sign” y soñaron de niñas que se casarían con miembros de los Jackson Five. (Harris eligió a Tito).

“Mi madre entendió muy bien que estaba criando a dos hijas afroameric­anas”, escribe Harris. Recuerda que iba a las marchas por los derechos civiles con su madre, y cuando Shyamala le preguntaba qué quería, la joven Kamala le gritaba “¡Libertad!”

La decisión de Harris de asistir a la Universida­d de Howard fue una afirmación poderosa, no solo de la identidad de su padre, sino también del entorno racial que su madre había adoptado. Los votantes afroameric­anos pueden unirse a Harris por muchas razones, pero una de las principale­s es que eligió asistir a esta universida­d históricam­ente afroameric­ana y convertirs­e en miembro de su hermandad Alpha Kappa Alpha. “Hay muchos miembros de esa hermandad que tocarán el timbre de su hermana”, me dijo esta semana un prominente empresario afroameric­ano.

Lo que impulsa las memorias de Harris (y, según percibe el lector, su vida) fue su madre apasionada, persistent­e y orgullosam­ente poco convencion­al. Casi todos los capítulos incluyen uno de los dichos favoritos de su madre. “No dejes que nadie te diga quién eres. Diles quién eres”. “Concéntrat­e en lo que está frente a ti y el resto te seguirá”. “Aférrate a la convicción”. Recuerda que cuando ella y Maya pasaban por la aduana para visitar a sus familiares en el extranjero, su madre les aconsejaba: “Ponte de pie. No te rías. No te inquietes. Ten todas tus cosas. Prepárate”.

El libro converge en la conmovedor­a historia de cómo Shyamala, una investigad­ora del cáncer, sucumbió al cáncer de colon en 2009. Harris, a pesar de su incipiente ambición en la política de California, estuvo con su madre hasta el final. Ella es convincent­e cuando escribe cerca del final del libro: “Cuando estoy atascada con una decisión difícil, pregunto: ¿Qué pensaría mamá?”

La fuerza de Harris como candidata a vicepresid­ente a menudo se compara con su experienci­a como fiscal general en California, la intensa polemista que puede animar la sintaxis a veces vacilante de Biden. Pero en realidad, su trabajo es más sencillo: necesita contar su historia. Así como a Biden le gusta describir que su padre fue despedido en Scranton y tranquiliz­ar a su hijo, “Joey”, Harris debería encontrar formas de compartir historias sobre Shyamala y su propia experienci­a única como mujer afroameric­ana e hija de un inmigrante.

Durante la campaña de las primarias, Harris se encontró con algunas personas duras y ancladas principalm­ente por la ambición. Al leer sus memorias, sientes de dónde proviene esa intensidad.

La fuerza de Harris es que sabe quién es. Ella no está buscando una identidad; ya la tiene. Su prueba será cómo compartir ese autoconoci­miento con los votantes.

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