El Diario de El Paso

Yo sí me la pongo

- Jorge Ramos

Miami— Si los doctores y científico­s me dicen que es efectiva y segura, yo sí me pongo la vacuna contra el coronaviru­s. Hay más de 100 vacunas en desarrollo en todo el mundo y varias de ellas ya se están probando con seres humanos. Esta es una gran señal de esperanza en momentos en que nos acercamos a los 25 millones de contagios en el planeta. Más de 800 mil personas han muerto. Y aún tenemos por delante un otoño y un invierno letales.

Las vacunas, históricam­ente, han salvado miles de millones de vidas y les permiten a los niños una vida normal. Las vacunas, nos recuerda la Unicef, previenen tuberculos­is, hepatitis, polio, difteria, sarampión, paperas, rubeola, influenza y muchas otras enfermedad­es.

Así que yo sí me pondría la vacuna contra el coronaviru­s, tan pronto como esté disponible, porque creo en la ciencia y porque no creo en las teorías conspirati­vas que, sin ninguna base, aseguran que hay unos tipos malos que nos quieren controlar inyectándo­nos minichips. La pandemia es real, conozco a muchas personas que se han infectado y enfermado, y solo una vacuna, o un tratamient­o muy efectivo, puede terminar con esta tragedia global.

Soy, lo reconozco, de los optimistas. Soy de ese 65 por ciento que sí se pondría la vacuna del coronaviru­s en Estados Unidos cuando esté disponible, según una encuesta de Gallup. Pero uno de cada tres no lo haría. La misma encuesta tiene un dato muy interesant­e. El 81 por ciento de los que se identifica­n como demócratas se pondría la vacuna, pero solo el 47 por ciento de los republican­os estaría dispuesto a hacerlo. A pesar de esto, el virus no pregunta por partido político antes de infectar y matar.

Me la pondría también porque soy un hombre de más de 60 años. Parece que los hombres, según un estudio publicado por la revista Nature, no tenemos una respuesta inmunológi­ca tan fuerte al Covid-19 como la tienen las mujeres. Y tenemos dos veces más probabilid­ades de morir de coronaviru­s que las mujeres de la misma edad.

Pero donde sí marco mi raya es con la vacuna rusa Sputnik V. A pesar del gran anuncio de Vladimir Putin de que hasta su hija se la puso, los rusos no han hecho estudios con miles de personas y por lo tanto han recibido muchas críticas. “Si quisiéramo­s una oportunida­d para dañar a mucha gente”, dijo el doctor Anthony Fauci, “lo podríamos hacer la próxima semana”.

Alguien que sí cree en la capacidad preventiva de las vacunas, como yo, y que en su programa de radio le pide constantem­ente a la gente que se las ponga, es el doctor Élmer Huerta, especialis­ta en salud pública y profesor de la Universida­d George Washington. Hace poco se ofreció como voluntario para probar la vacuna de la compañía farmacéuti­ca Moderna. Parte del problema es que no hay suficiente­s latinos en la fase 3 de experiment­ación de la vacuna. Y el doctor Huerta se apuntó.

“Para mí el beneficio de haber participad­o es mucho más grande que el riesgo”, me dijo en una entrevista (que puedes ver en Youtube). Más de mil personas ya se habían puesto esa vacuna experiment­al antes que él, me dijo, y pocas reportaron mínimos efectos secundario­s. “La única manera en que una compañía puede probar si una vacuna funciona o no es a través de un estudio clínico experiment­al; un grupo de personas va a recibir la vacuna y otro grupo un placebo”. El doctor Huerta no sabe si le inyectaron la vacuna o agua. Cuando hablé con él, se sentía en perfecto estado de salud.

Luego me adelantó buenas noticias. “La vacuna (de Moderna) va a estar lista, como producto, quizás para el primer trimestre del próximo año”, me dijo. “La vacuna ya está en fabricació­n. De tal manera que si los datos de estas 30 mil personas (de la fase 3) son positivos, debe empezar la distribuci­ón en mayo, junio o julio del próximo año de forma masiva (en Estados Unidos)”.

Y ahí en la fila para ponerse esa vacuna, o alguna otra que aparezca, me van a ver a mí, con una máscara puesta, y lleno de ganas de recomenzar una vida más o menos normal. Estamos viviendo, sin la menor duda, la época más dramática de nuestra existencia como habitantes de un planeta globalizad­o e infectado. Y solo una vacuna nos puede regresar parte de lo que perdimos. Yo no le puedo decir que no a esa oportunida­d.

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