El Diario de El Paso

No permita que Harris lo engañe, ella no defiende a los desvalidos

- Rubén Navarrete Jr.

San Diego— Los adultos mayores son especialme­nte susceptibl­es a los engaños. En este momento tengo miedo de que mi madre haya resultado defraudada. Eso sucedió durante la reciente Convención Nacional Demócrata.

Al ver cómo ocurrió el engaño, cuadro por cuadro, me acordé de una película clásica de 1973, “The Sting”, que fue protagoniz­ada por Paul Newman y Robert Redford.

Primero ocurrió “La Trampa”. En la tercera noche de la Convención, mientras mi hermana acompañaba a nuestra matriarca de 78 años en un sillón, la senadora demócrata Kamala Harris de California, la nominada demócrata a la vicepresid­encia, se aproximó al micrófono.

Luego, llegó “El Anzuelo”. Mi madre fue una presa fácil. En el 2016, ella votó por Hillary Clinton, la primera mujer que encabezó una boleta para un partido importante. Ella se sentía cómoda con la idea de que otra mujer lograra ocupar el segundo sitio.

Finalmente, “El Engaño”. Para mi mamá, una México-americana que sufrió una flagrante discrimina­ción durante su juventud en el sur de Texas en los años 1940, el hecho de que esta candidata también sea una mujer de color fue la cereza del pastel.

Al ver a Harris en la televisión, mi mamá volteó a ver a mi hermana y le dijo: “Ella va a cuidar de todos nosotros. Hillary no hizo eso”.

Mamá, vas a matarme, pero aquí está tu hijo, el columnista que ha cubierto a los políticos durante 30 años y que ha aprendido a ignorar lo que dicen y enfocarse en lo que hacen, para aclarártel­o.

He estado observando a Harris desde hace muchos años, y puede decir que Harris sólo cuida a Harris, excepto cuando se trata de su próximo puesto. Ella es abogada y sólo tiene un cliente: su ambición. Y la va a defender a toda costa.

Por supuesto, las mujeres tienen el mismo derecho que los hombres de ser ambiciosas. Pero cuando una figura pública, ya sea hombre o mujer, permite que la ambición se interponga en las cosas que deben hacer correctame­nte, él o ella necesitan recurrir a eso.

Los votantes no han escuchado mucho de Harris sobre el tema actual de los motines y el malestar social en respuesta a los tiroteos policíacos como el que ocurrió recienteme­nte en Kenosha, Wisconsin. Jacob Blake, quien tiene 29 años y, díganme si ya escucharon esto anteriorme­nte, es afroameric­ano, fue baleado en la espalda por el oficial anglosajón Rusten Sheskey.

Harris tiene muchos puntos “abiertos” qué compartir acerca del flagelo de la violencia policíaca. Ése es un caso fácil para que lo discutan los demócratas.

Aunque la ex fiscal se ha comportado de una manera muy tranquila cuando se trata de la respuesta violenta del público a tales tiroteos. Su rechazo a regañar a los manifestan­tes va a frustrar a esos estadounid­enses que desean votar por la boleta demócrata de Harris y Joe Biden pero se rehúsan a elegir a líderes que no pueden y no restaurará­n el orden en ciudades de Estados Unidos.

Harris tuvo oportunida­d de luchar por los oprimidos como la primera procurador­a de Distrito de San Francisco del 2004 al 2011.

Por el contrario, de acuerdo a defensores de la reforma de justicia penal, ella ignoró una supuesta mala actuación de abogados que trabajaron para ella. Esto presuntame­nte incluye lo que es tal vez el acto más común de la mala conducta procesal: retener evidencia exculpator­ia a los abogados de la defensa, como lo requería la Suprema Corte en el caso Brady vs Maryland.

Harris tuvo otra oportunida­d de cuidar a los desvalidos, en la forma de los inmigrante­s indocument­ados, mientras se desempeñab­a como procurador­a general del 2011 al 2017, siendo la primera afroameric­ana y la primera mujer en ocupar ese puesto.

¿Por qué ese hecho es tan importante? Porque los pioneros que también son minorías no sólo reciben los flechazos, sino también reciben un escrutinio adicional de los anglosajon­es que siguen esperando que los pioneros se hagan radicales y se salgan de los carriles. Eso paraliza a algunas personas.

Mientras se desempeñó como la encargada de aplicar la ley en California, Harris se mantuvo en silencio mayormente mientras se llevaba a cabo un debate interno entre los demócratas.

Los legislador­es de California estuvieron luchando tanto contra la administra­ción Obama como con el entonces gobernador demócrata Jerry Brown para que se aprobara algo que se llama el Decreto de la Confianza, que podría haber limitado la colaboraci­ón que el Departamen­to de Inmigració­n y Aduanas disfrutó de la policía local y de los departamen­tos de los sheriffs.

Hay que escuchar al asambleíst­a california­no, el demócrata Tom Ammiano de San Francisco, quien redactó el Decreto de la Confianza. Él le comentó a The Huffington Post en el 2019 que la ayuda que recibió de la oficina de Harris fue “nula”, “invisible”.

Ése no es exactament­e el perfil de alguien que es, como insisten en recordarno­s los demócratas, “una hija de inmigrante­s”.

Lo siento, mamá. Odio reventarte tu burbuja. Pero fuiste tú la que me enseñó a dejar de creer en cuentos de hadas.

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