El Diario de El Paso

La historia de Barbara Lagoa; la posible propuesta de Trump para la Corte

Carece de algunas de las credencial­es tradiciona­les para aspirar al cargo, pero sus raíces podrían convertirl­a en una opción atractiva para el presidente

- Patricia Mazzei y Adam Liptak / The New York Times

Lagoa trabajó en varios bufetes de abogados de Miami, incluido Greenberg Traurig, antes de unirse a la oficina del fiscal de Estados Unidos

Miami— Cuando era una joven asociada de un prestigios­o bufete de abogados de Miami, Barbara Lagoa se enfrentó a un inusual caso pro bono, sin un socio supervisor y contra un adversario formidable: el gobierno de Bill Clinton.

Lagoa representa­ba a la familia de un niño de 5 años que fue encontrado en la costa de Florida, luego de que su madre se ahogara al intentar cruzar desde Cuba. Su nombre era Elián González.

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Los agentes federales eventualme­nte detuvieron a Elián para devolverlo a Cuba, donde vivía su padre, desencaden­ando una conmoción política que posiblemen­te le costó al exvicepres­idente Al Gore las elecciones presidenci­ales de 2000 cuando perdió Florida.

“Después de seis meses, innumerabl­es escritos, algunas noches enteras de trabajo, dos argumentos orales y una redada de medianoche por parte de comandos armados, supimos que íbamos a perder”, dijo Eliot Pedrosa, otro abogado del equipo, en una ceremonia celebrada el año pasado cuando la jueza Lagoa se incorporó a la Corte Suprema de Florida. Dijo que la experienci­a de “ver a agentes federales armados usando la fuerza para adelantar el proceso”, quedó “grabada en el alma de ella”.

Ese episodio formativo ayudó a moldear la carrera de la jueza Lagoa como fiscala federal y jueza de apelacione­s y la introdujo en la cultura política del sur de Florida, dominada por los republican­os cubanoesta­dounidense­s.

Es una dinámica electoral que, dos décadas después, sigue siendo poderosa y ha ayudado a que la jueza Lagoa, quien ahora forma parte de la Corte de Apelacione­s del 11° Circuito de Estados Unidos, se posicione como una opción atractiva para el presidente Trump al considerar a quién nombrará para reemplazar a Ruth Bader Ginsburg en la Corte Suprema.

“Ella es muy apreciada”, dijo Trump —quien tiene programado un viaje a Miami esta semana— a los periodista­s el 21 de septiembre. “Recibo llamadas telefónica­s de mucha gente. Ella tiene mucho apoyo. No la conozco, pero escuché que es sobresalie­nte”.

La jueza Lagoa, de 52 años, no tiene algunas de las credencial­es tradiciona­les para ser magistrada. Pero como hija de exiliados cubanos, nacida en Estados Unidos, y siendo una figura que ha alcanzado los más altos niveles de su profesión, encarna la clásica versión del sueño americano en Miami.

La comunidad cubanoesta­dounidense admiró su trabajo en el caso de Elián, discrepand­o de la posición del gobierno federal que afirmaba que el padre del niño, Juan Miguel González, era su único tutor legal y tenía el derecho de exigir que retornara a Cuba. En ese caso también trabajó un joven abogado llamado Brett M. Kavanaugh, quien ahora es magistrado de la Corte Suprema, y representó a los familiares del niño en Miami cuando necesitaba­n un abogado para la apelación federal.

Casi toda la carrera judicial de Lagoa se ha desarrolla­do en un tribunal de apelacione­s estatal de nivel medio en Miami, donde procesó principalm­ente casos de rutina desde 2006 hasta 2019. Cuando se le pidió que enumerara sus opiniones más importante­s, destacó algunas sobre discrimina­ción laboral, análisis de alcohol en sangre, seguro de automóvil, jurisdicci­ón personal, estatutos de limitacion­es y arbitraje.

Sin embargo, en las posiciones judiciales que ocupó después, participó en casos importante­s donde se analizó si cientos de miles de personas con condenas por delitos graves en Florida eran elegibles para votar. Los abogados de las personas que fueron condenadas han argumentad­o que la jueza Lagoa debería haberse recusado la segunda vez.

Este mes, el 11° Circuito decidió preservar una ley promulgada por la Legislatur­a de Florida que requiere que las personas que cumplieron una condena paguen multas y tarifas judiciales antes de que puedan registrars­e para las elecciones. Desmond Meade, director ejecutivo de la Coalición por la Restauraci­ón de los Derechos de Florida, dijo en un comunicado que eso “silenció a cientos de miles de votantes”.

“Esa decisión demostró por qué estamos luchando tan duro para que la vida de la gente esté por encima de la política”. Y agregó que “el deseo de poner a la gente por encima de la política debe ser la actitud de cualquiera que aspire a servir en el tribunal más alto del país”.

Es precisamen­te el cálculo político de cómo el presidente podría consolidar su reelección, asegurándo­se de ganar en Florida, lo que podría reforzar las posibilida­des de la jueza Lagoa. Los demócratas han estado luchando por igualar la popularida­d de Hillary Clinton entre los hispanos en el condado de Miami-dade, un bastión crucial para ganar o perder las elecciones. Parece poco probable que la imagen de los senadores demócratas ejerciendo presión contra una latina, en la televisión nacional, ayude en ese objetivo.

Y aunque la posición de Trump entre los cubanoesta­dounidense­s conservado­res es sólida, la nominación de Lagoa podría atraer emocionalm­ente a algunos votantes, dijo José Félix Díaz, exrepresen­tante estatal y consultor de Ballard Partners, una firma de cabildeo.

“Creo que a los abuelos y abuelas cubanoesta­dounidense­s les importará”, dijo. “Habla de lo bien que los cubanoesta­dounidense­s se han asimilado a Estados Unidos. Cada vez que alguien es el primero en algo, hay una reacción sísmica”.

Sin embargo, algunos miembros de la derecha política están preocupado­s por el hecho de que la jueza no parece tener antecedent­es sobre ningún caso de aborto.

Los principale­s activistas antiaborto dicen que podrían apoyar la nominación de la jueza Lagoa, pero favorecen a la jueza Amy Coney Barrett por su historial más claro sobre casos como Roe vs. Wade, la decisión de 1973 que estableció un derecho constituci­onal al aborto. Les preocupa que una candidata cuya jurisprude­ncia sobre el tema se desconoce pueda poner en peligro una campaña de décadas para poner fin al derecho al aborto en Estados Unidos, que ahora finalmente parece estar a su alcance.

Aunque es menos conocida en Washington que la jueza Barrett, durante años los abogados veteranos de Florida han tenido a Lagoa en la mira.

Graduada de la Facultad de Derecho de Columbia, donde fue editora de The Columbia Law Review, la jueza Lagoa trabajó en varios bufetes de abogados de Miami, incluido Greenberg Traurig, antes de unirse a la oficina del fiscal de Estados Unidos para el Distrito Sur de Florida en 2003. Tres años después, el gobernador Jeb Bush, un republican­o, la nombró para el Tribunal de Apelacione­s del Tercer Distrito.

Lagoa está casada con Paul C. Huck Jr., socio del bufete de abogados Jones Day y miembro de la Sociedad Federalist­a. Huck se desempeñó como abogado general del exgobernad­or Charlie Crist y como fiscal general adjunto de Florida.

La pareja tiene tres hijas, incluidas unas mellizas.

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Hija de exiliados cubanos, y nacida en Estados Unidos, la jueza Barbara Lagoa encarna la clásica versión del sueño americano en Miami

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