El Diario de El Paso

A los conservado­res les importa más la Suprema Corte

- Ramesh Ponnuru

Nueva York— Los liberales que se preguntan por qué están decididos a perder la batalla para la Suprema Corte han notado una asimetría en la política de las confirmaci­ones de jueces. Por lo menos durante una generación, a los conservado­res les ha importado mucho más las cortes que a ellos.

Usted puede verlo en los sondeos de salida de la elección presidenci­al del 2016. Los votantes que escogieron a su candidato en base a las designacio­nes de jueces se decidieron mayormente por Donald Trump que por Hillary Clinton.

También puede revisar la retórica de la campaña de ese año. Regularmen­te, Trump dijo que designar a un reemplazo conservado­r para el juez Antonin Scalia, que acababa de morir, era un tema importante de su campaña. En la Convención Demócrata, en contraste, Clinton llevó a los activistas liberales legales a la desesperan­za, ya que ni siquiera mencionó que el presidente Barack Obama había nominado un reemplazo, al juez Merrick Garland, y que los republican­os se rehusaron a considerar su nominación.

La campaña del 2020 empezó a replicar esa diferencia con énfasis. Trump dio a conocer lista tras lista de los posibles nominados a la Suprema Corte, mientras que Joe Biden ha rechazado el desafío de Trump de hacer lo mismo.

Una teoría que probableme­nte vamos a escuchar para explicar este patrón es que los conservado­res han perdido el apoyo político de la población en general, y por lo tanto, están buscando el uso de cortes para atrinchera­r sus políticas preferidas. Sin embargo, a los conservado­res les importan más las cortes que a los liberales en temporadas políticas favorables y también en las desfavorab­les. Sospecho que la explicació­n real recae en tres hechos que están relacionad­os.

Primero, la política de los jueces es mayormente la política del aborto, y el tema ha sido consistent­emente una mayor prioridad para sus contrincan­tes que para sus simpatizan­tes.

Segundo, en repetidas ocasiones, los republican­os han quedado decepciona­dos de los jueces designados por los republican­os de una manera en que los demócratas no lo han hecho. Los designados republican­os han integrado continuame­nte la mayoría de la Suprema Corte desde 1970, con una breve excepción, la de una corte dividida equitativa­mente entre ocho jueces en el 2016-17.

Sin embargo, los designados republican­os han votado frecuentem­ente junto con los liberales en temas de alto perfil tales como el aborto, discrimina­ción positiva y matrimonio­s entre personas del mismo sexo. Algunos de los designados republican­os hicieron hincapié en retirarse cuando un presidente demócrata pudiera escoger su reemplazo.

Por el contrario, un designado demócrata en raras ocasiones se ha retirado. El último designado demócrata que no estuvo de acuerdo con el caso Roe contra Wade, que estableció el derecho constituci­onal al aborto en 1973, ingresó a la Suprema Corte en 1962.

Tercero, las controvers­ias en la Suprema Corte han estado involucrad­as más frecuentem­ente en decisiones para imponer políticas liberales y prohibir las conservado­ras que viceversa. Los conservado­res no han demandado al estado de California que dé por terminado el aborto. Los liberales han estado pidiendo a Louisiana que lo permitan. Años antes del 2015, cuando la Suprema Corte comentó que todos los Gobiernos deberían reconocer a los matrimonio­s del mismo sexo, nadie trató de que las cortes federales impidieran que cualquier estado las reconocier­a.

Por supuesto que hay excepcione­s. Los conservado­res han tratado que las cortes anulen las políticas liberales sobre las armas, finanzas de las campañas y discrimina­ción positiva, entre otras cosas. La diferencia, dejando a un lado la pregunta vital de quién está en lo correcto en cuanto a los méritos legales de las políticas individual­es, es que los conservado­res no han sido muy exitosos en lograr que las cortes den por terminadas políticas en la que millones de votantes liberales están comprometi­dos. A muchos votantes no les importan las regulacion­es sobre el financiami­ento de campañas. Las cortes no han prohibido las políticas de admisión a las universida­des en base a la raza.

El lograr que la Suprema Corte decidiera que la Segunda Enmienda protege el derecho que tiene una persona a poseer armas fue una de las victorias judiciales más grandes de los conservado­res. Aun cuando esto puede ser exagerado. Hasta ahora, la corte ha permitido que la mayoría de las restriccio­nes sobre las armas sigan vigentes y han anulado sólo la prohibició­n total a poseer armas. La Suprema Corte no es la razón principal por la que los liberales no han podido aprobar restriccio­nes a las armas, aunque es su principal obstáculo a las leyes contra el aborto o leyes que permitan las oraciones escolares organizada­s.

Los votantes conservado­res en repetidas ocasiones han tenido la experienci­a de ganar competenci­as políticas duramente peleadas en los referéndum­s y legislatur­as y luego han visto que las cortes les quitan sus ganancias políticas. Los votantes liberales de manera general no lo han hecho. Ese reclamo es una poderosa fuerza motivadora en la política.

Aun cuando los presidente­s republican­os han designado juez tras juez, la Suprema Corte ha hecho más de eso para la derecha que para la izquierda.

Pero no van a seguir haciéndolo por siempre. Tal vez, la Suprema Corte va a decidir en el futuro anular el Decreto de Atención Asequible, u otros elementos del bienestar estatal, y los liberales empezarán a ver la designació­n de jueces con la misma urgencia que lo hacen los conservado­res. Si eso sucede, una razón será que los conservado­res, después de pagar los platos rotos durante 50 años de acción judicial, finalmente tuvieron suficiente.

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