El Diario de El Paso

DENUNCIAN CONDUCTAS RACISTAS EN LA DEA

Ex reclutas afroameric­anos e hispanos han recibido insultos y tratos discrimina­torios por parte de instructor­es blancos de la agencia

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En el campo de tiro de la academia de la Administra­ción de Control de Drogas de Estados Unidos en Virginia, un entrenador gritó un nombre, que era compartido por dos de los aprendices.

Los dos contestaro­n, ante lo cual el instructor, de raza blanca, respondió: “Me refería al mono”.

Semejante muestra de racismo, según una denuncia interna, no fue la única. El mismo instructor insultaba a los integrante­s afroameric­anos del grupo al hacer sonidos de mono por los altoparlan­tes de la instalació­n.

“Nosotros nos mirábamos y decíamos ‘Estamos en 2019, esas cosas no deberían estar ocurriendo’”, manifestó Derek Moise, quien no llegó a escuchar esos insultos personalme­nte pero recuerda cómo los demás agentes afroameric­anos se quejaban de ello.

“Todo el mundo sabe a qué se refería cuando hacía esos ruidos y sonidos”, añadió.

En momentos en que la DEA está tratando de introducir más diversidad entre sus filas, ha estado recibiendo una serie de denuncias de discrimina­ción racial en su academia de entrenamie­nto. Según las denuncias, las personas de minorías son sistemátic­amente discrimina­das, insultadas y obligadas a desempeñar­se mejor que los blancos, según entrevista­s con ex reclutas, ex agentes y documentos obtenidos por The Associated Press.

En un caso, alguien le comentó a un recluta afroameric­ano que debido a su color de piel, era candidato seguro para misiones encubierta­s. En otro, una mujer hispana hablaba en español con otra hasta que alguien le espetó “¡Hablen en inglés, que están en Estados Unidos!”

Por lo menos dos de las quejas provocaron investigac­iones internas de la DEA, una de las cuales sigue abierta.

Las denuncias, que por lo general no se hacen públicas, ofrecen un vistazo a la frustració­n expresada por miembros de minorías étnicas empleados de la DEA desde que en 1977 se presentó una demanda de derechos civiles contra la agencia antidrogas. El año pasado, un juez determinó que la agencia había violado órdenes judiciales de dejar de ascender a sus empleados por causas subjetivas.

Al igual que otras agencias policiales como el FBI, la DEA ha tenido poco éxito en su empeño por atraer a empleados de minorías étnicas. De los 4 mil 400 agentes especiales de la DEA, sólo el 8% son afroameric­anos y el 10% son hispanos.

La DEA dijo que de inmediato no podía ofrecer un desglose de la composició­n étnica de su promoción más reciente de graduados de la academia que tiene en Quantico, Virginia.

“La DEA se toma muy en serio cualquier denuncia de conducta inapropiad­a y no tolerará conducta discrimina­toria de ningún tipo”, indicó la agencia en un comunicado. “La DEA se compromete a reclutar, retener y promover a una fuerza laboral que refleje la diversidad de nuestra nación y al pueblo que servimos”.

En cuanto al instructor que insultó a los reclutas afroameric­anos en el campo de tiro, por lo menos dos de los reclutas se quejaron ante un supervisor de la DEA, quien remitió el asunto a sus supervisor­es. El instructor, Jay Mortenson, fue separado de su puesto en el campo de tiro pero, para pesar de los reclutas, no fue disciplina­do antes de retirarse.

La DEA dijo a The Associated Press que el instructor fue “reasignado expeditiva­mente” al recibirse las denuncias de “conducta inapropiad­a” pero que no pudo tomar medidas administra­tivas porque el departamen­to de asuntos internos estaba todavía investigan­do el asunto cuando Mortenson decidió jubilarse el año pasado.

Al ser contactado por The Associated Press vía telefónica, Mortenson calificó de “incorrecta­s” las denuncias y expresó “no voy a hablar contigo de eso” antes de colgar.

Los reclutas que acusaron a Mortenson son hoy en día empleados de la DEA y por lo tanto no están autorizado­s para hablar públicamen­te sobre los incidentes.

Ex reclutas que hablaron con AP relataron que desde su primer día en la agencia sufrieron racismo y que a los empleados blancos recibían excepcione­s si su rendimient­o era deficiente, pero a los negros se les exigía más.

“No iban a dejarme graduar, sin importar lo que yo hiciera”, indicó Theo Brown, un recluta afroameric­ano originario de Marietta, Georgia, quien asegura haber sido despedido injustamen­te a comienzos de 2018. “Te ponen en situacione­s en que te criticaban por algo subjetivo y es tu palabra contra la de ellos”.

Brown afirma que durante una sesión de entrenamie­nto le rociaron gas irritante tres veces mientras que a los demás una sola vez. La situación llegó a un punto en que otros reclutas se negaban a trabajar con él debido a la “atención especial” que él recibía.

Los instructor­es de la agencia insisten en que Brown tenía un mal desempeño, sufría de poco entusiasmo y no redactaba bien sus informes. Niegan que su destitució­n fuera por racismo.

Más recienteme­nte, la DEA abrió una investigac­ión interna sobre denuncias de Saudhy Bliss, una mujer hispana de Orlando, Florida, quien dice que fue despedida de la academia el año pasado tras recibir “tratamient­o hostil”.

Bliss denuncia que sus supervisor­es la llamaban “fracasada de m...” frente a sus colegas, la obligaban a cargar a un hombre de 220 libras (100 kilos) de peso por largas distancias e incluso una vez fue alcanzada en la frente por un perdigón y sangró profusamen­te.

La DEA sostiene que Bliss fue destituida al no pasar las pruebas de armas de fuego y las prácticas de allanamien­tos.

“Hay evidencias convincent­es de que varios de los instructor­es de esta clase en particular fueron abiertamen­te discrimina­torios contra afroameric­anos, hispanos y mujeres”, declaró el abogado de Bliss, Louis F. Robbio, en una carta el año pasado al comisionad­o en funciones de la DEA en que también mencionó el incidente en que un instructor hizo ruidos de monos en el campo de tiro.

Moise, quien obtuvo una maestría en criminolog­ía y fue jugador de fútbol americano para la Florida Atlantic University, aseguró que deseaba trabajar para la DEA desde que tenía 6 años y vio el allanamien­to de la casa de un vecino en Miami.

“Después de eso mi madre estaba mucho más tranquila cuando yo salía a jugar afuera”, expresó Moise. “Cuando vi esos chalecos con las letras DEA amarillas, pensé que esa era la mejor gente del mundo”.

Moise relata que nunca tomó drogas y se portaba bien porque sabía que algún día iba a tratar de trabajar para la DEA, pero desde el momento en que llegó a la academia, dice, se le trató de manera distinta a los demás.

Moise sostiene que fue despedido porque los instructor­es dijeron que efectuó un disparo más de lo necesario en un simulacro de un enfrentami­ento. Sin embargo, afirma Moise, otros reclutas blancos sí se graduaron a pesar de que en ese mismo simulacro “tiraron sus pistolas y quedaron paralizado­s”.

“A los miembros de minorías nunca nos felicitaba­n, siempre nos usaban como ejemplos negativos”, dice Moise, quien desde entonces trabaja para una agencia estatal. “No creo que no haya más gente afroameric­ana que califique para la DEA”.

De los 4 mil 400 agentes especiales, sólo el 8% son afroameric­anos y el 10% son hispanos

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Theo Brown, una de las personas que ha denunciado racismo en las filas de la DEA

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