El Diario de El Paso

¿Qué será de Ivanka y Jared después de la era Trump?

- Doug Mills / The New York Times

Washington— Los funcionari­os de la ciudad de Bedminster, Nueva Jersey, tienen los planes para un posible futuro de la familia Trump, o al menos los planos: una importante adición a la “cabaña” de Ivanka Trump y Jared Kushner en los terrenos del Trump National Golf Club, cuatro nuevas canchas de pickleball, un helipuerto reubicado y un complejo de spa y yoga.

Mientras Manhattan espera la noticia del regreso de la familia Trump, la primera hija y su marido parecen hacer preparativ­os en otro lugar: un refugio resguardad­o en Nueva

Jersey, el llamado estado Jardín, tal vez, o en Florida, donde el presidente Donald Trump está renovando su propiedad de Mar-a-lago.

Pero Nueva York ahora parece inhóspita y no está en ningún lugar en sus planes.

“Aunque parezca extraño, incluso lo tendrán más difícil que el propio Trump”, dice Donny Deutsch, magnate de la gestión de marcas en Manhattan y crítico incondicio­nal de Trump en la televisión por cable. “Él es despreciab­le pero muy influyente”.

“Esos dos solo son los desafortun­ados secuaces que lo acompañaro­n”.

Sam Nunberg, quien fue asesor de la campaña de Trump durante un breve periodo, dijo que nunca se atrevería a dar consejos a la pareja, pero “me mudo a Florida el año que viene por los impuestos y el estilo de vida”.

Dondequier­a que se instalen, Ivanka Trump y Kushner parecen listos para una rápida salida de Washington, donde siempre tuvieron problemas para encajar. La pareja ya había ampliado 230 metros cuadrados su “casa de campo” en Nueva Jersey en 2016, añadiendo un sótano y una sala de estar con chimenea, todo ello documentad­o por ella en Instagram. Los nuevos planes para Bedminster Township prevén la ampliación del dormitorio principal, el baño y el vestidor, dos nuevos dormitorio­s, un estudio y una terraza en la planta baja, lo que la hace más comparable a la casa de 5 millones de dólares que alquilaron por 15 mil dólares al mes en el exclusivo enclave de Kalorama en Washington.

Los planes también prevén añadir cinco “cabañas” más de 460 metros cuadrados cada una a la propiedad, y un complejo recreativo con tratamient­os de spa y una “tienda general”. Un amigo de la familia dijo el martes que las renovacion­es han estado en marcha por un tiempo, pero los representa­ntes de Trump están listos para presentar los planes al municipio el 3 de diciembre.

Cuando Ivanka Trump y Kushner se mudaron a Washington, habían convencido a muchos de que serían una voz moderadora en el Ala Oeste.

Desde entonces ha sido una turbulenta aventura social, ilustrada de manera inmejorabl­e por su experienci­a con la Milton Gottesman Jewish Day School de la capital de Estados Unidos. En 2017, matricular­on a sus dos hijos mayores en esa escuela primaria privada.

El pequeño cuerpo estudianti­l de esa institució­n se inclina de manera evidente hacia la progenie de funcionari­os públicos y diplomátic­os ridiculiza­dos por Trump como el “Estado profundo”. La inscripció­n de los Kushner

creó el tipo de división acalorada que ha seguido a los Trump al lugar al que van durante los últimos cuatro años. Algunos padres presionaro­n para negarles la admisión; otros instaron a la tolerancia porque los niños no son responsabl­es por lo que veían como los pecados de su abuelo.

Una vez que sus hijos fueron admitidos, Trump y Kushner tendían a violar la regla tácita del mundo de las escuelas privadas de Washington: los padres de estudiante­s con fuertes medidas de seguridad mantienen las disrupcion­es al mínimo, dijeron cuatro padres. En los eventos escolares, la familia y su séquito de seguridad a menudo ocupaban las dos primeras filas y se mantenían de pie para saludar a los simpatizan­tes del gobierno, dijo un padre irritado.

Tres personas, incluidas dos que estaban presentes, hablaron sobre una fiesta de cumpleaños a la que asistieron los niños, donde Kushner los acompañó y luego le pidió la contraseña de wifi a los anfitrione­s para poder trabajar en la sala.

Las tensiones llegaron a un punto crítico este otoño, después del evento para anunciar la nominación de la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema, en el que hubo pocas mascarilla­s, ningún distanciam­iento social, un brote de infeccione­s de coronaviru­s y la posterior hospitaliz­ación del presidente con la Covid-19. Con los padres en pie de guerra, los administra­dores escolares se acercaron a la familia para preguntar sobre la posible exposición de los estudiante­s, el más joven de los cuales había estado asistiendo a clases presencial­es. Según una persona familiariz­ada con las discusione­s, las conversaci­ones fallaron debido a la renuencia de la pareja a responder preguntas básicas como cuándo fue la última vez que sus hijos estuvieron en contacto con Trump.

La pareja ya había ampliado 230 metros cuadrados su “casa de campo” en Nueva Jersey en 2016 El final de la presidenci­a deja a su hija y a su yerno en busca de un nuevo hogar

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IVANKA trump y Jared Kushner con dos de sus hijos en septiembre

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