Ya terminaron las elecciones, ahora llegó el momento de gobernar
Austin— La mayoría de los conteos ya concluyeron. La mayoría del ruido, con suerte, ya quedó atrás, aunque la votación del Colegio Electoral se llevará a cabo en dos semanas. Hay que cruzar los dedos, si no es que los tiene puestos en sus oídos.
Asumamos, por el bien de esta conversación, que las elecciones ya terminaron. Lo que sigue forma parte de lo que se tratan las elecciones.
La parte nacional de esto está en los titulares de la prensa, ya que una nueva administración se está formando y la saliente administración está desapareciendo. Sin embargo, hay una versión mucho más silenciosa y visible que está ocurriendo en Texas.
Los ganadores de la elección de noviembre harán sus juramentos para asumir sus puestos en el mes de enero. La Legislatura empezará su 87ava sesión regular el segundo martes del año, el 12 de enero. Pero está ocurriendo algo extraño. Los paneles legislativos que se reúnen entre sesiones para trabajar en las agendas y futuras propuestas de ley, para escuchar al público sobre todo acerca de las respuestas al Covid-19, ideas para redistritar, condiciones económicas y hasta la justicia racial, desde la energía hasta la aplicación de la ley, se han reunido esporádicamente, si acaso lo han hecho, durante la pandemia.
Ese trabajo llega hasta la sesión legislativa. Es la razón por la que los legisladores pueden presentar de 6 a 7 mil propuestas de ley y aprobar el 20 por ciento de ellas, más o menos, dentro de un límite de 140 días. Es la razón por la que podría parecer como un gran desastre cuando están en sesión pero no parece como hubiera un desastre aún más grande.
Es extraño, pero sucede: el litigio sobre los mapas trazados después del Censo del 2010 han continuado en este año.
Existe un nuevo presidente en este estado, el representante republicano Dade Phelan de Beaumont. Eso frenará un poco las cosas, pero eso es más atractivo que molesto. Eso no es inusual para un presidente aunque sea o no nuevo en el puesto, el tomar semanas para decir cuáles miembros de la Cámara estarán en cuál comité, y quién presidirá esos paneles. Y sin ninguna orden de emergencia del gobernador, los legisladores tienen que esperar hasta que lleven dos meses en la sesión, una regla de 60 días, antes de que puedan debatir las propuestas de ley.
Una emergencia en este caso, es cualquier cosa que diga el gobernador. Puede ser desde algo importante para cualquiera, como la pandemia, a algo que es importante para un pequeño grupo de personas. Eso funciona más como una lista de deseos legislativos del gobernador, que usualmente hace públicos en un discurso del Estado del Estado que se lleva a cabo en el mes de febrero.
Todo esto está en proceso. Los encargados de elaborar el presupuesto están revisando los números preliminares, leyendo los primeros borradores de esa crucial legislación. La oficina del contralor está preparándose para pronosticar los ingresos estatales para los dos próximos años, para que los encargados del presupuesto sepan cuánto dinero estará disponible para gastar.
Están dudando, como lo hacen cada dos años, de pasar de las elecciones a gobernar. No han dicho exactamente cómo se reunirán durante la pandemia, ni si al público, los cabilderos o medios de comunicación les permitirán el acceso al Capitolio de Texas, que en este momento está cerrado, para ver y tomar parte en el proceso.
Hay una lista suficientemente habitual de temas principales, que van a verse en un momento inusual: un nuevo presupuesto estatal, responder a las demandas económicas y de salud pública de una pandemia, volver a tratar la educación pública después de dos semestres y un verano de educación virtual, y probablemente se llevará a cabo durante más tiempo, responder a una protesta ocurrida en el verano sobre las injusticias raciales y escoger la postura adecuada, el financiamiento y métodos para la aplicación de la ley y la redistritración.
Habrá miles de propuestas de ley con otros temas, cada uno de ellos será importante para alguien. Y debido a que la elección ya quedó en el pasado, los funcionarios de Texas están volviendo a su trabajo.
No es tan dramático ni tan ruidoso como las elecciones del 2020, ni como el gobierno en Washington. Casi parecería algo placentero, ¿verdad?