El Diario de El Paso

Esta es la prueba de nuestra vida

- Kevin Siers Nicholas Kristof

Esta debería ser una época de esperanza: pronto tendremos una vacuna muy eficaz contra el coronaviru­s y la pandemia debería perder fuerza en los próximos meses.

No obstante, es la peor temporada navideña de mi vida. Veamos:

— En nueve meses han fallecido por Covid-19 más estadounid­enses que durante cuatro años en combate en la Segunda Guerra Mundial. El número de decesos supera los 292 mil, en comparació­n con 291 mil 557 defuncione­s de soldados en batalla en la Segunda Guerra Mundial.

— En ocasiones, estamos perdiendo a más estadounid­enses por causa del virus en un solo día que los que murieron en los ataques de Pearl Harbor o del 11 de septiembre. Pero contrario a lo que dicen los memes sobre el virus que aparecen en internet, este virus no está generando los “días más letales” en la historia de Estados Unidos: en octubre de 1918, en una población mucho más pequeña, en promedio, más de 6 mil estadounid­enses murieron de gripe española todos los días durante todo el mes.

— Si se considerar­an los estados de Estados Unidos como países, los lugares con las tasas de fallecimie­ntos más elevadas per cápita serían: Eslovenia, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Bulgaria, Iowa, Bosnia, Hungría, Croacia, Illinois, República de Macedonia, Rhode Island, Nebraska, Kansas, Arkansas, San Marino.

Una pandemia es una prueba de la gestión de un país, y es una prueba que Estados Unidos ha reprobado. Gran parte de esto se debe a la falta colosal de liderazgo del presidente Donald Trump, pero también refleja un profundo escepticis­mo hacia la ciencia y la proclivida­d a ser irresponsa­bles, como rehusarse a usar cubrebocas.

El desmoronam­iento de Estados Unidos fue captado hace unos cuantos días en el video de la reunión de un consejo de salud distrital en Idaho en la que se debatía sobre la orden de usar cubrebocas. Uno de los miembros, Diana Lachiondo, recibió una llamada de emergencia y, muy alterada, interrumpi­ó el debate.

“Mi hijo de 12 años está en casa solo en este momento y hay unos manifestan­tes golpeando la puerta”, dijo tan angustiada, que es difícil distinguir sus palabras exactas. “Me voy a casa”.

El aterrado chico y su hermano de 8 años estaban solos en la casa (su abuela había llevado a pasear al perro) cuando llegaron manifestan­tes armados, gritando, tocando cornetas y llamando tirana a su mamá… por intentar salvar vidas con cubrebocas.

“Estoy triste”, Lachiondo publicó más tarde en Facebook. “Estoy cansada… existe una fealdad y una crueldad en nuestra retórica nacional que está convirtién­dose en un discurso febril aquí en casa, y eso debería preocuparn­os a todos. Pero, sobre todo, estoy aterrada por la tendencia actual del virus”.

Luego añadió: “Hago un llamado a los dirigentes republican­os que han politizado la salud pública, que han intensific­ado la retórica, se han beneficiad­o de ella, y tácitament­e la han respaldado mientras van de la mano con las facciones más extremas de su partido. Fíjense bien en lo que se han convertido. Hace mucho que ya era hora de hacer mejor las cosas”.

Históricam­ente, las crisis a nivel nacional siempre han alterado el tejido social. La peste negra dio origen a los ataques a los judíos y las malas cosechas provocaron los juicios por brujería. También en la actualidad, demasiados políticos y gente común y corriente menospreci­an la ciencia o cualquier pizca de responsabi­lidad personal, polarizan el país y confunden a sus conciudada­nos.

“Que se reactive Estados Unidos”, tuiteó recienteme­nte el representa­nte republican­o de Florida, Matt Gaetz. “Los cubrebocas no sirven”, afirmó Ron Paul, ex candidato republican­o a la Presidenci­a. Estas dos aseveracio­nes desafían la ciencia y las recomendac­iones de los expertos en salud pública; no solo confunden, sino que son potencialm­ente letales.

Todo esto podría empeorar la pandemia.

“Creo que vamos a ir en ascenso durante semanas”, advierte Tom Frieden, ex director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es. “Los casos están alcanzando el pico en la parte alta del Medio Oeste, pero eso es solo a partir de las tasas descomunal­mente altas, y apenas se está empezando a manifestar el aumento posterior al Día de Gracias”.

Temo que justo cuando disminuya el aumento del Día de Gracias, llegue el de Navidad.

No es que no se pueda controlar el coronaviru­s: Europa tuvo una oleada terrible en el otoño, pero controló el virus… pese a que mantuvo abiertas las escuelas. Sin embargo, Estados Unidos en su conjunto todavía no puede igualarse a Europa en un manejo racional del virus. Eso nos remite a la mala gestión del gobierno; Trump debería combatir un virus real del modo tan agresivo como combate un fraude electoral inexistent­e.

“La mayoría de los países europeos están poniendo todo su esfuerzo en los mensajes gubernamen­tales, las restriccio­nes a la hotelería y visitas en el interior de las casas, las pruebas, el rastreo de contactos, las restriccio­nes fronteriza­s sencillas y los cubrebocas, mientras que Estados Unidos parece la ley de la selva”, señaló Devi Sridhar, profesora estadounid­ense de Salud Global

en la Universida­d de Edimburgo. Sridhar observó que los países europeos también han puesto en marcha algunas estructura­s —atención médica universal, pago por incapacida­d, pruebas gratuitas— que facilitan la gestión de una crisis como esta.

Aunque los republican­os han sido especialme­nte irresponsa­bles al rechazar el uso de cubrebocas, son, en su mayoría, los funcionari­os demócratas locales quienes, de manera irresponsa­ble, han mantenido cerradas las escuelas más de lo necesario. Como he sostenido desde mayo, eso ensancha las brechas de desigualda­d y aprendizaj­e… y no detiene de manera significat­iva el virus.

“Si se sigue con el orden establecid­o, para finales del año escolar, los estudiante­s de color perderán de 11 a 12 meses de aprendizaj­e”, advierte Mckinsey & Co. en un nuevo informe. Los estudiante­s blancos se retrasaría­n menos, de cuatro a ocho meses, observa.

Estados Unidos también está fallando en la respuesta económica. La organizaci­ón sin fines de lucro Feeding America advierte que la pandemia podría provocar una insegurida­d alimentari­a que afectaría a uno de cada cuatro niños estadounid­enses, pero el Congreso no ha podido aprobar un paquete de emergencia para apoyar a quienes no tienen empleo. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, imprudente­mente está tratando de inhabilita­r las herramient­as usadas por la Reserva Federal para afrontar la crisis económica, al parecer, con el fin de causar más daños a los estadounid­enses en el gobierno de Biden.

Amigos, ahora deberíamos estar celebrando. ¡Contamos con una nueva vacuna de Pfizer que tiene un 95 por ciento de eficacia! ¡Justo después en el proceso de aprobación viene una vacuna de Moderna! Para el próximo verano, deberíamos poder salir de nuestro encierro y volver a abrazarnos.

Solo que, para entonces, cientos de miles de personas ya no estarán con nosotros.

El Instituto de Medición y Evaluación de la Salud pronostica que, para finales de marzo, más de 500 mil estadounid­enses habrán muerto por el coronaviru­s. Espera que, para ese entonces, las vacunas habrán salvado 25 mil vidas, pero afirma que un uso más generaliza­do del cubrebocas podría salvar incluso más vidas en este periodo: 56 mil.

“Las vacunas son muy prometedor­as, mucho más de lo que yo pensaba que fuera posible”, me dijo Frieden. “Pero no estarán disponible­s por un tiempo, así que tenemos que apostar por los protocolos de protección”.

Hoy en día, no usar cubrebocas es el equivalent­e a manejar alcoholiza­dos. Son pocas las probabilid­ades de matar a alguien, pero a nivel de la colectivid­ad este año, la renuencia a usar cubrebocas matará a muchos más estadounid­enses que manejar bajo el influjo del alcohol.

Esta es la prueba de nuestra vida. Ya basta de fallar.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States