El Diario de El Paso

Lo que nos muestra el gabinete de Biden

Usen la palabra “calificado” de manera justa y equitativa… o mejor no la usen

- Ruben Navarrete Jr.

San Diego— Un lector blanco de Arkansas que está interesado en aprender acerca de los hispanos me envió recienteme­nte una nota amable, agradecién­dome por la educación que está recibiendo a través de mis columnas.

La lección del día de hoy es: Por qué razón los no hispanos deberían saber la diferencia entre decir lo que piensan y hablar inadecuada­mente.

Motivados por los tamales y las cenas navideñas, mi familia hará eso. Nosotros criticamos, peleamos y nos sacamos de quicio unos a otros. Lo mismo sucede en una comunidad más grande. Cuando se necesita que se diga algo, los hispanos lo decimos. Cuando alguien necesita ser vigilado, lo hacemos. No tenemos ningún escrúpulo en criticar a nuestros semejantes.

Vea cómo tratan en Twitter los críticos hispanos de sillón a “Selena: La Serie”: como una piñata. El creador del show –Moisés Zamora– es un mexicoamer­icano y viene de una familia de inmigrante­s mexicanos. Aunque los críticos creen que pudo haberla escrito mejor.

Sin embargo, cuando un extraño ataca a alguno de nosotros –especialme­nte de una manera deshonesta, mezquina o injusta– cerramos filas y lo defendemos.

Tomemos el caso del procurador general de California Xavier Becerra –o como Joe Biden le gusta llamar al que ha elegido como secretario de Salud y Servicios Humanos: “Xavier Bacharia”.

No sólo muchos demócratas blancos han olvidado que existen los latinos, ahora algunos de ellos han olvidado cómo pronunciar nuestros nombres.

El presidente electo cayó en cuenta del error e identificó correctame­nte a Becerra.

Hay que poner las cartas sobre la mesa: Me agrada Becerra y respeto sus logros. Los de derecha lo etiquetan como un radical, al igual que la mayoría de las personas con apellidos en español. Sin embargo, Becerra siempre ha sido equilibrad­o. Lo he entrevista­do y he escrito acerca de él desde principios de los años 1990, cuando estuvo en la legislatur­a de California y se postuló infructuos­amente para alcalde de Los Ángeles.

Aunque tengo uno o dos reclamos acerca de su récord –especialme­nte en la inmigració­n, en donde estuvo ausente durante el reinado de terror de la administra­ción Obama en contra de los inmigrante­s.

Cuando la “dreamer” Erika Andiola, que vive en Phoenix, lo confrontó directamen­te en el 2014 y le imploró que ayudara a los jóvenes indocument­ados, Becerra le dijo que colaborara eligiendo más demócratas. Este hispano demócrata es el jugador de un equipo que primero es “demócrata” y después es “hispano”.

Creo que Becerra no encaja bien en el Departamen­to de Salud y Servicios Humanos, pero también considero que ese departamen­to tampoco es un buen lugar para Becerra. Biden optó por este graduado de Derecho de la Universida­d Stanford y ex congresist­a que ha pasado de ser un astro prometedor a un símbolo racial, colocándol­o en una posición imposible para encabezar un departamen­to que está muy alejado de sus habilidade­s.

¿Quieren que Becerra tenga una brillante actuación? Nómbrenlo como procurador general. Sin embargo, Biden obviamente tiene a alguien más en mente para encabezar el Departamen­to de Justicia.

Dicho eso, no tengo ganas de dar a conocer los golpes bajos que le han propinado a Becerra los blancos conservado­res del Congreso ni los medios de comunicaci­ón. Los comentaris­tas radiofónic­os y la página editorial de The Wall Street Journal han actuado como si estuvieran ojeando el diccionari­o y hubieran descubiert­o la palabra “calificado”.

Los hombres blancos son los últimos que deberían hablar acerca de calificaci­ones. No cuando personas como Hunter Biden o Donald Trump Jr., han nacido en la abundancia. Además, todos saben que la palabra “calificado” es subjetiva. ¿Cuántos ex secretario­s del Departamen­to de Salud y Servicios Humanos en los últimos 20 años han sido poco calificado­s, poco destacados y no son recordados?

Sin embargo, debido a que son caucásicos –o aún mejor, son hombres blancos– apuesto a que nadie ha cuestionad­o si son aptos.

Un buen ejemplo sería todo ese sarcasmo de los hombres conservado­res blancos acerca de la manera en que las cualidades que se tiran por la borda a favor de la diversidad y el hecho de que los miembros menos “calificado­s” que han sido escogidos para el gabinete también podrían ser hombres caucásicos.

Qué mejor manera de publicitar una nueva era de cambio que el nominar a Tom Vilsack como secretario de Agricultur­a, un puesto que tuvo el ex gobernador de Iowa durante los ocho años de la administra­ción Obama. ¿Qué hará Vilsack en esta ocasión que no haya intentado antes? Además, los grupos de vigilancia ambiental y del consumidor están preocupado­s de que Vilsack –quien es actualment­e presidente y director general del Consejo de Exportacio­nes Lácteas– está incrustado en medio de los intereses corporativ­os que están a cargo de la industria agrícola de Estados Unidos.

Aunque es probable que Vilsack sea confirmado. Aun cuando sea una nueva versión y tenga conflicto de interés tomando en cuenta su trabajo en el sector privado, uno no va a escuchar que él está “descalific­ado”. Esa palabra está reservada para las mujeres y personas de color.

Para los que siguen dudando que el privilegio de ser blanco importa, y que el privilegio de ser un hombre caucásico es aún más importante, hay que dar un buen vistazo al gabinete de Biden.

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