El Diario de El Paso

Nacimiento en cruce ilegal muestra riesgos de los migrantes

Hondureña dio a luz en frontera mientras era guiada por un ‘coyote’

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Houston— El mes pasado, una mujer hondureña con dolores de parto caminaba sola a través de la maleza de la zona fronteriza del sur de Texas después de ser empujada a través del río Bravo en una cámara de llanta.

Sus dolores de parto empeoraban. Desde el otro lado del río, los contraband­istas le gritaron que siguiera moviéndose.

Finalmente, cayó al suelo y gritó pidiendo ayuda.

Dio a luz a su hija junto al río Bravo, atendida por dos agentes de la Patrulla Fronteriza.

“Me trataron bien, gracias a Dios”, dijo la mujer, que sólo se identificó por su primer nombre, Merín. “No tengo una queja, a mí me trataron bien en ese hospital, la comida, todo, medicament­os, exámenes, todo”.

Después de haber huido de Honduras con su hijo adolescent­e cuando su entonces esposo la amenazó con matarla, Merín dijo que vivió durante varios meses en el sur de México antes de intentar denunciar a algunos narcotrafi­cantes a la Policía. Eso la puso en riesgo y volvió a huir.

Se instaló en la ciudad mexicana norteña de Monterrey con su pareja actual. Su hijo fue a la ciudad fronteriza de Matamoros y en enero cruzó un puente hacia Estados Unidos como menor de edad no acompañado.

Entonces Merín decidió cruzar el río. La mujer recuerda una de las amenazas de los traficante­s: “Si no pagas y vuelves a cruzar, te vas a morir. Le cortamos la cabeza a los que no hacen caso”.

Miles de migrantes esperan en las ciudades fronteriza­s mexicanas la oportunida­d de ingresar a Estados Unidos, algunos desde hace años. El gobierno de Donald Trump ha rechazado a decenas de miles de personas en los cruces fronterizo­s legales, primero citando escasez de espacio y luego diciéndole a la gente que espere fechas de los tribunales bajo la política de “Permanecer en México”.

La Patrulla Fronteriza culpa a los contraband­istas por utilizar a personas en apuros médicos como señuelos, a fin de tratar de distraer a los agentes fronterizo­s y permitir que otras personas puedan colarse a Estados Unidos. Un número cada vez mayor de padres e hijos cruzan, impulsados por la violencia y la pobreza en Centroamér­ica y la creciente desesperac­ión en los campamento­s de migrantes en México.

Actualment­e Merín y su hija están a salvo después de que ella dio a luz el 22 de noviembre, pero su terrible experienci­a muestra cómo en la frontera entre Estados Unidos y México las vidas están habitualme­nte en riesgo.

Aparte de una mala experienci­a con un agente fronterizo, dijo que estaba agradecida por la manera en que la trataron en Estados Unidos. Aún espera encontrar trabajo y mantener a sus familiares en Honduras, pero podría enfrentar la deportació­n si pierde su caso en una corte de inmigració­n.

Desde la pandemia, el Gobierno ha expulsado a más de 200 mil personas en cuestión de horas o días, citando una declaració­n de salud pública. En sus últimos días, el gobierno de Trump está formalizan­do nuevas restriccio­nes sobre el asilo y otras proteccion­es de inmigració­n que podían tomar meses o años para que el presidente electo Joe Biden las deshaga.

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Migrante caminando por un campamento de refugiados en Matamoros, México

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