La votación del Colegio Electoral fue tremendamente burocrática y aburrida
Washington— Los servidores públicos de todo el país hicieron lo que juraron hacer.
Aunque algunos de esos legisladores, jueces y abogados locales son conocidos ampliamente, la mayoría de ellos no lo son. Ellos tal vez tengan una gran ambición política que los llevará más allá de su estado, sin embargo, este lunes cuando se reunió el Colegio Electoral, sólo se dedicaron a cuidar de la frágil democracia.
Revisaron todos los pasos burocráticos que siguen los electores en nuestro confuso sistema electoral. Firmaron toda la papelería y colocaron sus votos en cajas o los dejaron sobre los mostradores. Platicaron entre ellos durante frecuentes momentos de tranquilidad en los capitolios estatales de todo el país. Sin embargo, cuando todo concluyó, el presidente electo Joe Biden recibió sus 306 votos electorales y al presidente Donald Trump le otorgaron 232.
Fue aburrido pero fue un bello momento.
Todo se llevó a cabo después de un fin de semana de violencia en la capital del país, durante el cual los Proud Boys que apoyan a Trump, con su misoginia y racismo, deambularon por la ciudad buscando vorazmente generar una pelea. Los electores hicieron su trabajo a pesar de las amenazas de violencia que hubo durante el proceso. Hicieron su trabajo mientras que muchos republicanos en Washington, desde la Casa Blanca hasta el Congreso, trataron de invalidar esta elección debido a que los resultados los hicieron sentir infelices y su felicidad dependía de retener el poder a cualquier costo, aun cuando al parecer no han hecho nada con ese poder, por lo menos en los últimos meses.
Cada capítulo de esta elección fue tensa, pero al ver a esos electores fue como un maravilloso sueño. Ellos hicieron su trabajo con pocas fanfarrias y sin alzar la voz. Nadie gritó ni hizo dramas. Los legisladores ni siquiera se tocaron uno al otro. Se dio la democracia con toda su sutil y brillante gloria.
En el Capitolio de Michigan, ese candente estado del norte, todo estuvo muy tranquilo cuando los electores llenaron la papelería que se podría escuchar el sonido del bolígrafo sobre el papel.
Michigan no fue el último estado cuyos electores votaron este lunes por la tarde, pero sí fue el último de los polémicos seis, los estados en donde Trump entablaron unas demandas sin sentido, exigieron recuento tras recuento y lanzaron todo el estiércol que pudieron encontrar en contra de los representantes locales con la esperanza de poder manchar la integridad de algunos de varias maneras, en las cuales la suya quedó enlodada.
Sin embargo, Michigan otorgó sus 16 votos electorales a Biden y lo hizo sin ningún incidente. Y lo que obtuvieron fue algo más que encogerse de hombros, por el contrario, fue un respiro de alivio. Hubo una razón para aplaudir. Y los electores lo hicieron. Fue uno de muchos momentos de reafirmación, que se repitió una y otra vez, que dio lugar a que Biden pronunciara un discurso por la tarde enfatizando lo que era obvio: “En Estados Unidos, los políticos no tienen poder, la gente es la que se los confiere”.
La votación fue transmitida en vivo casi en su totalidad. Y para la tarde, se sintió que era posible alejarse de la idea de que el proceso se llevó a cabo sin ningún drama, lo cual es francamente impactante.
“Lo logramos”, comentó el gobernador demócrata de Wisconsin, Tony Evers, después que fue contado el voto de ese estado. El suyo no fue algo menor, tomando en cuenta que la Suprema Corte del estado falló en contra de Trump en uno de sus últimos esfuerzos para invalidar la elección.
Los electores de Wisconsin estuvieron sentados en el Capitolio manteniendo la distancia social, y fueron captados en vivo en el sitio Wiseye.org, que en cierto momento simplemente mostró a esas personas sentadas en silencio. Y francamente, fue una vista maravillosa para conservar en la memoria: el de unas personas pacientes.
Evers anunció rápidamente que Biden ganó los 10 votos electorales del estado. No hizo más que esperar firmar los documentos, los electores. Sin hacer nada más que esperar a firmar los documentos, los electores pasaron unos minutos comentando sobre los orígenes del término “Colegio”, que uno de los dedicados ciudadanos explicó que se refiere a un grupo de personas que se unen teniendo un fin común. Así que, los espectadores hicieron una pequeña trivia de su lección de Civismo.
En Pennsylvania, los electores se acercaron a unas mesas que mantenían la distancia social para emitir su voto, cada uno de ellos usó una mascarilla que tenía el escudo de armas del estado. Además de apegarse a los lineamientos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, las mascarillas uniformes dieron la sensación de orden y sobriedad al procedimiento que fue afectado y atacado por el caos y las falsedades que presentó Rudy Giuliani, el abogado de Trump y su corte de seguidores.
Los detalles importan. La minuciosidad proporciona una especie de refugio. Antes de esta elección, los electores eran personas conocidas sólo por aquellos que navegan en nuestro proceso democrático. Los electores no estuvieron bajo los reflectores ni recibieron aplausos ni aparecieron en las noticias. Pero hicieron su trabajo de todas maneras.
En Georgia, la activista Stacey Abrams le hizo un llamado a los electores estatales uno por uno mientras emitían sus votos a favor de Biden. Vestida sobriamente en un tono gris, estuvo en el atril mientras observaba un monumental hito: la primera vez que un nominado demócrata a la presidencia ganó en el estado de Georgia en casi 30 años. Y cuando terminó, le aplaudieron.
También hubo aplausos en Pennsylvania. En Michigan, hubo una ovación de pie. La adulación no fue mucha para los que salieron victoriosos. Biden y la vicepresidenta electa Kamala Harris ya habían recibido aclamaciones y elogios. Ese aplauso fue para los servidores públicos. Ellos soportaron lo peor que nuestra nación les hizo pasar y de todas maneras hicieron su trabajo.