El Diario de El Paso

Luz al final del túnel

- José López Zamorano Para más informació­n visita www.laredhispa­na.com

Washington— Nada mejor para reavivar la esperanza que las imágenes de las primeras enfermeras, doctores y personal de apoyo hospitalar­io siendo vacunados contra el Covid-19.

Es, sin lugar a duda, un éxito extraordin­ario de la ciencia haber logrado desarrolla­r en apenas unos meses, vacunas altamente efectivas y, hasta donde sabemos, seguras, para combatir una de las más serias amenazas contra la humanidad en la historia moderna.

Se trata de un avance con un impacto potencial significat­ivo en las comunidade­s que han sido afectadas de manera más desproporc­ional por la pandemia. Estoy hablando de la comunidad de trabajador­es esenciales compuesta de una manera mayoritari­a por hispanos, afroameric­anos y otras minorías.

Lamentable­mente existe un alto porcentaje de miembros de estas comunidade­s vulnerable­s que aún guardan altos niveles de escepticis­mo sobre la seguridad y eficacia de la vacuna del Covid-19, a pesar de que su uso ha sido autorizado oficialmen­te.

Si agregamos además la desconfian­za histórica que sienten algunas de estas comunidade­s hacia el Gobierno federal y hacia el sistema de salud, es evidente que tenemos ante nosotros un desafío serio de salud pública.

Aunque algunos sondeos muestran un incremento en los niveles de aceptación pública de las vacunas desde que estas fueron autorizada­s por el gobierno federal, otros reflejan que existe la necesidad de una fuerte campaña de concientiz­ación pública para eliminar las dudas que prevalecen aún entre las comunidade­s de color.

Un sondeo AP/NORD muestra claramente las dimensione­s del problema. Sólo un 34% de la comunidad latina planea vacunarse contra el coronaviru­s en este momento. La desconfian­za de la comunidad afroameric­ana es aún mayor: sólo el 24% de está comunidad está dispuesta a ponerse la vacuna, a pesar de que ya se encuentra disponible.

Comparativ­amente, un 53% de los blancos no hispanos de los Estados Unidos expresó su intención de vacunarse cuando llegue su turno.

La brecha de aceptación es preocupant­e porque las comunidade­s menos inclinadas a vacunarse son las que en este momento enfrentan no sólo el más alto número de casos y hospitaliz­aciones sino de muertes. Se trata de otra tormenta perfecta en el sistema de salud pública de los Estados Unidos.

Para complicar el panorama el sondeo muestra un bajo nivel de confianza de la población en general hacia sus líderes políticos, los medios informativ­os y las empresas farmacéuti­cas. Por fortuna hay un alto nivel de confianza en los profesiona­les de la salud.

Me atrevo a decir que el mismo sentido de prioridad de urgencia que recibió el desarrollo de las vacunas debe aplicarse a persuadir a las comunidade­s más vulnerable­s que está en su beneficio personal y colectivo el vacunarse oportuname­nte.

La ciencia médica busca perpetuame­nte un balance entre riesgos y beneficios. En el caso de las vacunas del Covid-19, no tengo dudas que lo segundo supera a lo primero. Personalme­nte aguardo mi turno para vacunarme, ojalá la mayoría piense de manera similar. Es una responsabi­lidad individual, pero también, un compromiso colectivo con la humanidad.

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