Trump y la política migratoria; una huella perdurable
Su Gobierno fue más hostil que cualquier otro en décadas, dificultándoles a las personas visitar, vivir o trabajar en Estados Unidos
En los primeros días de su mandato emitió una orden que, entre otras cosas, prohibía la visita de residentes de siete naciones predominantemente musulmanas
Washington— Cuando el presidente Donald Trump buscaba la reelección, los residentes estadounidenses nacidos en el extranjero se apresuraban para obtener la ciudadanía antes de que fuera demasiado tarde.
“No sabía lo que podía pasar si Trump obtenía un segundo mandato”, dijo Victoria Abramowska, quien obtuvo la ciudadanía en Maine hace unos meses, “después de todas las locuras que ya había hecho”.
Sus temores no eran infundados. El Gobierno de Trump fue más hostil con la inmigración y los inmigrantes que cualquier otro mandato en décadas, dificultándoles a las personas visitar, vivir o trabajar en Estados Unidos y buscando reducir el número de personas que ingresaban al país sin autorización.
Joe Biden puede revertir rápidamente muchas de las acciones migratorias del Gobierno una vez que sea juramentado como mandatario el 20 de enero. Sin embargo, el legado en materia migratoria de Trump no podrá borrarse fácilmente.
A la gente se le negó la oportunidad de solicitar asiló y fue enviada de regreso a condiciones de riesgo en sus países de origen. Los menores de edad fueron traumatizados al ser separados de sus familias. El muro fronterizo se erigió en zonas ambientales delicadas.
“El daño causado a personas de todas las estirpes, inmigrantes legales, inmigrantes indocumentados, solicitantes de asilo y demás, no se revertirá rápidamente y, en algunos casos, no se revertirá en lo absoluto”, dijo Aaron Reichlin-melnick, del American Immigration Council. “Hay personas que perdieron la vida a causa de las políticas de inmigración de Trump”.
Tal vez el legado más contradictorio de las estrictas posturas migratorias de Trump aparentemente no fue intencional: un incremento en el número de residentes extranjeros como Abramowska que se apresuraron a obtener la ciudadanía por temor a las consecuencias.
Abramowska, de 34 años y quien se crió en Alemania pero de nacionalidad polaca, dijo que le preocupaba que Trump pudiera complicar el proceso de ciudadanía en el futuro, complicándole la vida en caso de que ella y su esposo estadounidense quisieran mudarse a otro país o simplemente salir de vacaciones. “No sabía qué obstáculos pondría en el camino”, aseguró.
Trump marcó la pauta en materia migratoria desde los primeros días, describiendo a muchos de los migrantes mexicanos como “asesinos” y violadores durante la conferencia de prensa en junio de 2015 en la que anunció su candidatura.
En los primeros días de su Gobierno emitió una orden que, entre otras cosas, prohibía la visita de residentes de siete naciones predominantemente musulmanas. Después de una prolongada disputa legal, una versión de dicha orden fue ratificada por la Corte Suprema en una votación 5-4.
Trump no tardó en imponer una orden que negaba tarjetas de residencia a inmigrantes que requirieran de asistencia pública como cupones de comida o Medicaid, lo que los críticos describieron como una prueba de riqueza. También desató una disputa legal y la medida ha quedado suspendida por una corte federal.
Se quejó de las caravanas de inmigrantes que se presentaban en la frontera sur y desplegó al ejército, a pesar de que no había indicios de que la Patrulla Fronteriza necesitara ayuda.
El Gobierno intentó evitar que los inmigrantes cruzaran la frontera suroeste con medidas que incluyeron la construcción de unos 724 kilómetros (450 millas) de muro y obligó a los solicitantes de asilo a hacerlo en México o Centroamérica. Una vez que se desató la pandemia, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) comenzó a expulsar rápidamente a prácticamente todos bajo una autorización de emergencia. Las cifran han comenzado a elevarse a los niveles registrados previo al Gobierno de Trump, aunque posiblemente una fracción se deba personas que han sido detenidas reiteradamente en su intento por cruzar ilegalmente la frontera.
Según un conteo, Trump realizó más de 400 cambios de políticas migratorias, aunque se centró menos en el tema hacia el final de su mandato y en su lugar se enfocó en la “ley y el orden” durante las protestas relacionadas con la muerte de George Floyd a manos de la Policía.
Biden puede revertir muchas de las acciones ejecutivas. Ha dicho, por ejemplo, que quiere restaurar el límite de refugiados que redujo Trump a la cifra más baja de la que se tenga registro, y planea suspender la construcción del muro fronterizo. Puede ofrecer un acuerdo a las demandas que impugnan las políticas del Gobierno.
“La principal prioridad en los primeros dos años no será otra que simplemente tratar de llevar al sistema de regreso a donde se encontraba en 2016”, dijo David Bier, analista de políticas migratorias del Cato Institute, sobre el Gobierno de Biden.
Podría tomar más tiempo lidiar con las consecuencias menos tangibles.
El Gobierno de Trump congeló en junio otorgar nuevas tarjetas de residencia a los trabajadores de la industria tecnológica, obreros de temporada y gerentes de corporaciones multinacionales. Dichas acciones dañan la imagen de Estados Unidos en el extranjero, dijo Bier.