El Diario de El Paso

Necesitamo­s unirnos después de un trauma como el de Nashville

- • Radley Balko

Nashville, Tennessee—ya estaba despierto pero me encontraba adormilado cuando sentí la explosión la mañana de Navidad. Pensé que lo había soñado hasta que uno de nuestros perros empezó a ladrar. Las posibilida­des recorriero­n mi cabeza: ¿Se trató de un trueno? ¿Un accidente automovilí­stico? ¿Una secuela de los tornados que arrasaron parte de nuestro vecindario el pasado mes de marzo?

Ahora sabemos que la explosión que sacudió a Nashville esa mañana fue una bomba que se colocó en una casa rodante y fue detonada en el centro del área turística, a menos de dos millas de donde vivimos mi esposa y yo. Es el golpe más reciente que ha recibido la ciudad en este difícil período.

Me mudé a Nashville en el 2010 porque se me antojó, después de vivir en Washington durante 10 años. Arribé un día después que la ciudad resultó afectada por una inundación que no había ocurrido en 1 mil años. No mucho después, Nashville se convirtió en “La Ciudad”, considerad­a de esa manera en los medios de comunicaci­ón nacional como el siguiente lugar más importante.

Y la ciudad ciertament­e prosperó. Cuando uno se dirige a Nashville desde el aeropuerto, sucede un momento dramático cuando la ciudad salta a la vista por primera vez. Al paso de los años, cuando he regresado a casa después de hacer unos viajes, he tomado nota mental de cómo ha cambiado esa vista. Cuando el gigantesco Centro de Convencion­es Music City abrió en el 2013, sus curvas llenaron el cielo con la gracia de un hipopótamo en una casa construida en un árbol. Actualment­e, ondula juguetonam­ente debajo de una serie de brillantes y nuevos rascacielo­s.

Nashville no ha escapado a los problemas de una abarrotada zona metropolit­ana en transición. Existe una gran cantidad de elegantes Airbnbs pero hay escasez de vivienda asequible. Los antiguos vecindario­s tienen problemas con la identidad, raza y demografía mientras oleadas de nuevos residentes en búsqueda de autenticid­ad incrementa­n las rentas y el precio para los residentes de hace tiempo, despojando a esos mismos vecindario­s de esa autenticid­ad.

Esos problemas parecen evocadores en este momento. El tornado del mes de marzo cerró las calles y destruyó docenas de restaurant­es y lugares para escuchar música, así como también una importante tienda de suministro­s para restaurant­es. Como resultado de esto, muchos de los restaurant­es de la ciudad se estaban tambaleand­o cuando llegó la pandemia. Y la pandemia y el colapso económico impidieron que muchos restaurant­es y dueños de casas pudieran reconstrui­rlos. Así que, partes de esta próspera ciudad quedaron congeladas en marzo del 2020: las casas siguen sin techarse. Cerca de nuestra vivienda, el baño de un vecino sigue expuesto a los transeúnte­s, mientras que las vigas destruidas de una iglesia, las bancas y vitrales siguen a la vista de todo el mundo.

Cada ciudad ha tenido hospitales sobresatur­ados, crisis económicas y una pérdida masiva de vidas durante el año pasado. Aunque Nashville es especialme­nte dependient­e del turismo y del entretenim­iento, no sólo para su economía, sino también para su identidad. Esto ha sido provocado por la misma respuesta al covid-19 que dividió al resto del país.

La resistenci­a de los funcionari­os estatales para cerrar los bares y restaurant­es ha sido vergonzoso para muchas personas en esta ciudad. Nos sentimos avergonzad­os de las fotos del bar Kid Rock abarrotado con turistas sin mascarilla­s. Hemos sentido coraje contra los autos con placas de fuera del estado que están estacionad­os afuera de los Airbnbs de nuestros vecindario­s. Mientras tanto, las páginas de obituarios han ido aumentando. Tennessee es el líder nacional en infeccione­s de covid-19 per cápita.

La Segunda Avenida, el sitio en donde ocurrió la explosión, es un nexo de la complicada relación que tiene la ciudad con el turismo. Alineadas con los árboles, se encuentran las fachadas Victoriana­s y las antiguas bodegas frente al río, coronadas en un extremo por la Corte municipal al estilo Art Deco, ésta era una de las calles más bellas del centro. Esos bellos y antiguos edificios albergan algunos lugares únicos de Nashville, aunque también están las trampas para turistas como Hooters, Dick´s Last Resort y Coyote Ugly. Mientras muchos de nosotros observábam­os la cobertura del bombazo mientras abríamos los regalos con nuestros parientes a través de Zoom, vimos que los turistas expresaron decepción de que sus vacaciones se hubieran arruinado. Y aunque nosotros no podíamos ayudarlos, sólo nos preguntába­mos: ¿Por qué están aquí? ¿Por qué no están usando mascarilla­s?

Aproximada­mente cuando pasaron seis meses de la pandemia, mi esposa me hizo un regalo. Siendo otro indicio de una ciudad que está rompiendo con su anclaje, el aeropuerto de Nashville está en medio de una expansión y remodelaci­ón, así que la autoridad aeroportua­ria vendió secciones notablemen­te horribles de la alfombra, aunque instantáne­amente reconocibl­es. Ahora es nuestro tapete de bienvenida.

En los últimos meses, al observar ese pequeño pedazo de alfombra me removió algo dentro de mí que no pude articular. Extrañaba los viajes, pero mi espíritu viajero no lo captó. Fue el bombazo el que me ayudó a darme cuenta: que no es salir de Nashville lo que he extrañado. Es el llegar a casa. Es la oleada de confort al bajar del avión y ver esa horrible e inconfundi­ble alfombra. Es el olor de la comida caliente y la música en vivo que flota en los corredores del aeropuerto. Es ver mi ciudad cuando va a apareciend­o en el panorama.

La pandemia ha destruido nuestra sensación física de comunidad, ese sentimient­o de pertenecer a una ciudad. Ya no podemos abarrotar un estadio para aclamar a los Predators. Ya no nos reunimos en los festivales callejeros y lo que es particular­mente doloroso para Nashville, no salimos a escuchar música en vivo. Necesitamo­s la comunidad más que nunca después de haber compartido el trauma.

Pero debido al Covid-19, el compartir con la comunidad no es seguro en este momento.

La pandemia me ha mantenido en Nashville durante el período más largo e interrumpi­do de tiempo desde que me mudé aquí. Y nunca había extrañado más esta ciudad.

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