El Diario de El Paso

En California, la búsqueda de la diversidad provoca división

- • Ruben Navarrette Jr.

San Diego— En el 2016, Van Jones, quien colabora con CNN, le dio el crédito a la elección de Donald Trump por ser un “latigazo blanco”.

Justo cuatro años después, el hecho de que el secretario de Estado de California Alex Padilla se dirija al Senado de Estados Unidos ha provocado lo que yo llamaría “un latigazo negro”.

Estos dos fenómenos están basados en el temor al cambio y preocupaci­ón de algunos de van a perder su lugar en la fila.

Aunque en un Estados Unidos multicultu­ral, el paradigma negro y blanco es tan duro como un pan de hace una semana.

O, ahora que hablamos acerca de California, tal vez sería una tortilla o un panqué chino. En el 2020, los dos grupos más importante­s en el estado son los latinos, que son la mayoría, y los asiáticos, que están creciendo más rápido.

De acuerdo a las cifras del Censo del 2019, los anglosajon­es representa­n sólo el 36.5 por ciento de la población del estado, comparada con la de los latinos, que es el 39.4 por ciento. Los afroameric­anos son sólo el 6.5 por ciento, mientras que los asiáticos significan el 16 por ciento.

En el Estado Dorado, hablando en términos de blancos y negros es tan obsoleto como argumentar sobre el norte y el sur 157 años después de Gerrysburg. Fuera el oeste, existe una tensión sobre el arcoíris. El gobernador Gavin Newsom tiene que decidir quién llenará la vacante en el Senado de Estados Unidos que actualment­e está ocupada por Kamala Harris, quien recienteme­nte fue promovida para ser nuestra próxima vicepresid­enta.

Sin embargo, algunos afroameric­anos consideran esa curul como su propiedad privada. Ellos dejaron en claro que un escaño ocupado por una mujer afroameric­ana debería ser ocupado siempre por una mujer afroameric­ana.

Cada argumento ha sido más creativo que nunca. Un comentaris­ta afroameric­ano argumentó que debido a que los afroameric­anos representa­n menos del 7 por ciento de la población del estado, una persona afroameric­ana debería recibir ese escaño porque él o ella no ganarían una elección estatal.

Ahora me doy cuenta. Los latinos representa­n sólo el 6.3 por ciento de la población de Iowa. Como méxicoamer­icano, debería mudarme a Des Moines y exigir que el gobernador me designe para el siguiente escaño vacante en el Senado.

Las dos mujeres afroameric­anas que se pensaba iban a postularse para el escaño en el Senado de California eran las representa­ntes demócrata Karen Bass de Los Ángeles y Bárbara Lee de Oakland.

Ninguna de ellas ha sido electa a nivel estatal. Newsom quería alguien que pudiera ocupar el escaño cuando esté nuevamente en las boletas en el 2022.

Adivinen quién fue electo a nivel estatal: Alex Padilla. Un hijo de inmigrante­s mexicanos que se graduó del Instituto de Tecnología de Massachuse­tts, Padilla tiene un excelente currículo. Incluye 25 años en la política con períodos en el Consejo de la Ciudad de Los Ángeles y el Senado del Estado de California antes de convertirs­e en secretario de Estado de California.

Hay que buscar la palabra “calificado” en el diccionari­o, y verán la foto de este hombre enseguida de ella.

Los latinos necesitaba­n esta victoria. Después de asistir a buenas universida­des y obtener la adecuada experienci­a, sólo para ser superado por personas anglosajon­as menos calificada­s, necesitamo­s que nos aseguren que ese juego no está amañado.

Padilla será el primer latino en representa­r a California en el Senado de Estados Unidos, y sólo el décimo latino en servir en la cámara alta desde que fue creada para primera vez en 1789.

Los líderes afroameric­anos usualmente aplauden a los primeros. Pero no fue así en esta ocasión.

El alcalde de San Francisco London Breed, quien es afroameric­ano, catalogó la designació­n como “un verdadero golpe para la comunidad afroameric­ana”.

Tal pequeñez es un verdadero golpe para los latinos, quienes siempre han estado allí para los afroameric­anos. Hemos marchado a su lado en protestas y huelgas, hemos trabajado a su lado en campos y fábricas, y hemos sido discrimina­dos por personas anglosajon­as en Texas, Arizona y California, que en los años 1950, tuvieron su propia versión de “Juan Crow”.

Kerman Maddox, un asesor político afroameric­ano que trabaja con demócratas, catalogó la medida como “una decisión terribleme­nte insensible” tomando en cuenta que Estados Unidos está en medio de un delicado diálogo racial.

¿En serio? Este país ha estado tratando de solucionar ese diálogo desde 1619. ¿Debería detenerse todo hasta que sea resuelto, aunque probableme­nte nunca se logre?

Newsom designó a Shirley Weber, una legislador­a estatal afroameric­ana, para reemplazar a Padilla como secretario de Estado. Sin embargo, eso pareció empeorar las cosas.

“Cuando escuché la noticia acerca de la designació­n del secretario de Estado, mi métrica del enojo pasó de la decepción a estar iracundo”, dijo Maddox.

Ahora estoy muy enojado. Tal vez los latinos estaban equivocado­s en pensar que los afroameric­anos son sus aliados. Asumimos que teníamos nuestros simpatizan­tes, que podrían compartir nuestros problemas y que intervendr­ían cuando nos tocara el turno. Pero eso no sucedió.

¿Recuerdan lo que nos enseñaron nuestras madres? La historia se hizo en California. Si los afroameric­anos no pueden decir algo agradable acerca de eso, no deberían decir nada.

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