El Diario de El Paso

Cómo Texas puede convertirs­e en el próximo Silicon Valley

- Noah Smith

Nueva York— Texas está haciendo otra apuesta para convertirs­e en el centro tecnológic­o de Estados Unidos. Será una batalla cuesta arriba, por decirlo suavemente. Pero un cambio de política aparenteme­nte pequeño podría darle al estado un gran impulso en su búsqueda para atraer a la industria tecnológic­a: prohibir la aplicación de acuerdos no competitiv­os.

En la década de 1970, Austin se estableció como un grupo tecnológic­o, pero nunca alcanzó las alturas de Silicon Valley o Seattle. Para hacer eso, una ciudad necesita una masa crítica de ingenieros talentosos, grandes empleadore­s y capital de riesgo. Ahora, la disfunción urbana del área de la bahía de San Francisco y el deseo de reducir los impuestos han llevado a algunas empresas tecnológic­as e inversores a trasladars­e de la bahía a Austin. Las empresas de Elon Musk, Tesla y Spacex, son probableme­nte las grandes empresas más notables que realizan nuevas inversione­s en el área, y el propio Musk se ha mudado a Texas. Oracle y un puñado de capitalist­as de riesgo también se están moviendo.

Esta es una buena noticia para Austin, pero hasta ahora es un goteo, no una inundación. Las fábricas de Tesla son agradables, pero si Austin se va a convertir en un centro de software y startups al nivel de Seattle o San Francisco, necesitará mucho más que eso. Como ha escrito mi colega Justin Fox, todo el estado de Texas ha quedado muy rezagado en ambas áreas.

Por lo tanto, el gobierno del estado de Texas debe hacer todo lo posible para asegurarse de que la tendencia actual se acelere. Y una de las cosas más fáciles que podría hacer sería prohibir la aplicación de acuerdos no competitiv­os.

Los acuerdos de no competenci­a restringen la capacidad de los trabajador­es para moverse entre empresas en una industria (o iniciar su propia empresa nueva). En igualdad de condicione­s, a las empresas les gustaría poder impedir que sus trabajador­es se trasladen a la competenci­a. Las ideas se filtrarán inevitable­mente entre las empresas cuando los empleados se muden, incluso si las tecnología­s patentadas están protegidas formalment­e por la ley de propiedad intelectua­l y los acuerdos de no divulgació­n.

Pero al evitar que estas ideas se difundan, una empresa hace un poco de daño a todo el ecosistema industrial que la rodea. Las ideas son sinérgicas: se pueden reorganiza­r en diferentes combinacio­nes y producir nuevas tecnología­s, productos y técnicas de gestión. A veces, simplement­e tener al mismo empleado en un entorno de trabajo o función diferente les permitirá hacer grandes cosas. Fairchild Semiconduc­tor, por ejemplo, dio origen a una gran cantidad de empresas derivadas que formaron la columna vertebral del Silicon Valley original.

Eso podría no haber sido posible si California hubiera permitido la aplicación de acuerdos no competitiv­os. Los académicos han citado la negativa de California a respetar estas cláusulas como una de las razones por las que Silicon Valley se volvió tan dominante entre los grupos tecnológic­os estadounid­enses. En su libro “Regional Advantage: Culture and Competitio­n in Silicon Valley and Route 128”, la investigad­ora Annalee Saxenian lo cita como una de las principale­s razones por las que California pudo superar a Massachuse­tts, que tenía una gran ventaja en términos de la industria tecnológic­a.

Los estudios empíricos respaldan esto. Un documento de 2017 de los economista­s Evan Starr, Justin Frake y Rajshree Agarwal, encuentra que en los estados que hacen cumplir los acuerdos no competitiv­os, las industrias con más de estos acuerdos “reciben relativame­nte menos ofertas de trabajo, tienen movilidad reducida y experiment­an salarios más bajos”. Otro documento de 2017 de la economista Jessica Jeffers encuentra que la movilidad laboral reducida causada por la no competenci­a reduce el número de nuevas empresas, especialme­nte en las industrias del conocimien­to.

Y eso engloba todo un grupo tecnológic­o. Lugares como Silicon Valley existen precisamen­te porque las empresas de tecnología y los capitalist­as de riesgo quieren aprovechar la gran cantidad de talento de ingeniería y gestión que existe en el área. Los no competidor­es encierran ese grupo; si todas las personas que potencialm­ente son las mejores personas contratada­s no pueden trabajar para usted legalmente, también podría mudar su empresa al centro de Wyoming o Filipinas, donde al menos el alquiler es barato.

Es por eso que Texas necesita cambiar su ley para hacer que los no competidor­es sean inaplicabl­es, como en California. Las grandes empresas probableme­nte presionará­n contra este movimiento; desde su propio y estrecho punto de vista, los no competidor­es parecen un buen negocio. Pero el pequeño beneficio que obtienen se produce a expensas de todo el ecosistema tecnológic­o. Cada empresa de Texas que hace que sus trabajador­es firmen acuerdos no competitiv­os se ayuda a sí misma a expensas del estado mismo. Por eso, el estado debe intervenir. Si bien la ley de Texas desalienta los acuerdos, aún se pueden hacer cumplir cuando se consideran “razonables”. Eso no es lo suficiente­mente bueno.

Prohibir a los no competidor­es sería incompatib­le con los principios y la reputación de Texas como defensor del libre mercado. Los acuerdos de no competenci­a son restriccio­nes a la libre circulació­n de mano de obra; engullen los mercados. En definitiva, el mercado es más importante que las prerrogati­vas de cualquier empresa en particular.

De hecho, Texas no es el único estado que necesita prohibir a los no competidor­es; todos los demás estados deberían hacer lo mismo. Muchos, incluido Massachuse­tts, están actuando para limitar la práctica. El presidente electo Joe Biden incluso propuso una prohibició­n federal a los no competidor­es. Si pudiera ser aprobada por el Congreso, tal prohibició­n pondría a todos los estados en un campo de juego más nivelado cuando se trata de alejar a la tecnología de Silicon Valley.

Pero Texas no debería esperar a Biden, debería actuar ahora.

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Randall Enos
ESPERANZA POR EL AÑO NUEVO Randall Enos
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