El Diario de El Paso

Protejamos a nuestros policías de los trumpistas

- Ruben Navarrette Jr.

San Diego— En aguas turbulenta­s, uno necesita un ancla para mantenerse firme. De otra manera, podría perder la consistenc­ia, la brújula moral y encontrars­e a la deriva, guiado únicamente por la ideología y la convenienc­ia.

Para mí, que soy hijo de un oficial de la policía que está retirado y que pasó 37 años protegiend­o y sirviendo a la gente de todos los colores y antecedent­es, esa ancla es un odio que consume debido a los policías muertos, sin importar quién los mató.

Por lo menos dos policías murieron como resultado de lo que sucedió la semana pasada en el Capitolio de Estados Unidos, el cual es actualment­e una escena del crimen. Después de haber sido enviados al Capitolio por el presidente Donald Trump, cientos de personas se separaron de un grupo más grande de manifestan­tes e irrumpiero­n en el edificio.

La pandilla de “Dejen de Robar” fue impulsada por la rabia y el privilegio. Algunos estaban preparados para ir a la guerra. El ex jefe de la Policía del Capitolio de Estados Unidos Steven Sund, quien renunció después del suceso, comentó que los manifestan­tes “llegaron con cascos para motines, máscaras anti-gas, escudos, gas pimienta, fuegos artificial­es, equipo para escalar, ¡equipo para escalar!, explosivos, tubos metálicos y bats de beisbol”.

Por lo menos un oficial de la policía, Brian Sicknick de 42 años, fue lesionado fatalmente por los revoltosos que están a favor de Trump. Los videos muestran que el oficial de la Policía del Capitolio recibió un golpe en la cabeza con un extinguido­r contra incendios que le aventó uno de los rufianes. Mientras Sicknick yacía boca abajo en el suelo, las fotografía­s muestran que los manifestan­tes se mofaban de él y patearon su cuerpo inmóvil y lo picaron con el asta de las banderas. El catalogar esa escena como del Tercer Mundo sería injusto para el Tercer Mundo.

El oficial murió posteriorm­ente durante la noche a consecuenc­ia de sus lesiones.

Otro oficial de la Policía del Capitolio, Howard “Howie” Liebengood de 51 años, quien estaba de servicio durante el motín, también murió unos días después de la revuelta, aparenteme­nte al suicidarse.

Un tercer oficial que fue captado en video, sin identifica­r pero sangrando parecía tener unos 20 o 30 años, apenas y logró escapar de la muerte después de haber sido atrapado entre la puerta y una oleada de manifestan­tes de Trump que coreaban “Empujen! Empujen!”, mientras empujaban colectivam­ente en contra de él.

Mientras tanto, un oficial de la policía de Washington, D.C., que respondió a la revuelta también fue atacado por los manifestan­tes, quienes, de acuerdo con el jefe de la Policía Metropolit­ana Robert Contee, trataron de quitarle el arma al oficial y usarla en su contra. De hecho, Contee comentó que la muchedumbr­e no pudo robarle otras partes de su equipo.

Fue demasiado para Las Vidas de los Azules También Importa, ¿verdad?

Estos llamados patriotas son los mismos que marcan por teléfono a los programas de radio conservado­res y hablan acerca de que tenemos que “volver a los azules”. De acuerdo a The Associated Press, uno de los manifestan­tes le gritó a los oficiales: “Nosotros los apoyamos en el verano. Cuando todo el mundo los odiaba, nosotros los apoyamos!”.

Con amigos como ésos, ¿quién necesita enemigos? La sangre de esos uniformado­s de azul está en las manos de Trump y esos revoltosos. Pero también está en las manos de los republican­os conservado­res cabeza dura que ahora, después de los hechos, deshonran la memoria de esos oficiales al presentar excusas, desviar la crítica o involucrar­se en una ronda de “quépasaaut­ismo”. Avergonzad­os, quieren cambiar el tema. El presentado­r de radio de derecha Rush Limbaugh insiste en que los liberales tienen un doble estándar acerca de las protestas violentas cuando el movimiento Black Lives Matter (BLM), que defiende los derechos de los afroameric­anos, está involucrad­o.

Esas protestas del verano pasado también produjeron ataques contra la policía, incluyendo a cuatro oficiales de la policía que fueron baleados en St. Louis, y el oficial federal David Patrick Underwood, quien fue asesinado mientras cuidaba la corte federal en Oakland.

Otros conservado­res están haciendo un llamado a sanar. El motín del Capitolio provocó que muchos de sus compadres se vieran tan mal que inesperada­mente están hablando acerca de la unidad y paz. Están ansiosos por escapar de la responsabi­lidad, el partido que anteriorme­nte aseguraba que apoyaba a la responsabi­lidad ahora están suplicando: ¿Podemos seguir adelante?

No, no podemos. Hay una deuda que necesita ser pagada en representa­ción de los policías muertos, y actos que exigen un ajuste de cuentas. Por el contrario, esto que nunca debió haber pasado, podría suceder nuevamente.

“¿En dónde estaban durante las protestas de BLM?, preguntan los simpatizan­tes de Trump a los críticos del motín en las redes sociales.

En el mismo lugar en el que estoy en este momento, haciendo lo mismo: condenando a los asesinos de policías.

No estoy preparado para ser buena persona con los abusones, traidores y rufianes. No existe ni una posibilida­d remota. Estoy seguro que muchos estadounid­enses se sienten de la misma manera.

La unidad nunca debió ocurrir. La paz no puede esperar. Este el momento para la justicia.

Y esos revoltosos cuyas acciones dieron lugar a la muerte y lesiones de oficiales de la policía necesitan ser presentado­s ante la justicia, ser arrestados, procesados y castigados: severament­e.

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