El Diario de El Paso

Por qué Biden no debe limitarse en el uso pleno del poder

- • Eric Posner

Nueva York— El Gobierno de Biden se ha propuesto una ambiciosa agenda legislativ­a, que incluye planes para reformar la inmigració­n, estimular la economía y fortalecer la respuesta federal a la Covid-19. Biden, quien fue senador durante la mayor parte de su carrera política, respeta el Congreso y ha hecho hincapié en la importanci­a de actuar a través de él. Durante la campaña presidenci­al, no tuvo reparos en criticar al entonces presidente Donald Trump por abusar de su autoridad ejecutiva.

Biden no está solo: muchos demócratas piensan que una lección de los años de Trump, que culminaron con el asedio al Capitolio, es que el poder presidenci­al debe acotarse. El poder cada vez mayor conferido a la presidenci­a a lo largo de los años debe transferir­se de nuevo al Congreso. Las agencias del poder ejecutivo, sobre todo el Departamen­to de Justicia, deben gozar de más autonomía. Hay que reforzar la supervisió­n de la presidenci­a. Solo con estas reformas podemos estar seguros de que los futuros presidente­s no abusarán de sus facultades.

Esta incomodida­d con la “presidenci­a imperial”, como el historiado­r Arthur Schlesinge­r Jr. la llamó, no es nueva. Los liberales se han preocupado por una presidenci­a con un exceso de poder desde por lo menos Richard Nixon.

Sin embargo, los demócratas deben tener cuidado con lo que desean. Aunque no hay duda de que muchas reformas a la presidenci­a se han tardado en llegar —incluidos algunos elementos de la Ley para la Protección de Nuestra Democracia, que aumentaría la supervisió­n del Congreso y reduciría los conflictos de interés— una presidenci­a debilitada obstaculiz­aría la gobernabil­idad nacional y las políticas demócratas en particular.

Consideren, por ejemplo, la regulación climática. Cuando los demócratas controlaro­n la presidenci­a y ambas cámaras del Congreso en 2009, la Ley de Energía Limpia y Seguridad de Estados Unidos (también llamada el proyecto de ley Waxman-markey), que habría reducido las emisiones de gases de efecto invernader­o, fue bloqueada por el Senado. Sin embargo, durante el mandato del presidente Barack Obama se lograron grandes avances en la regulación del clima. La razón es que él aplicó las regulacion­es climáticas de manera unilateral, recurriend­o en gran medida a la autoridad para regular la contaminac­ión otorgada a la Agencia de Protección Ambiental por la Ley de Aire Limpio de 1970. Biden querrá hacer avanzar la agenda climática ampliando y fortalecie­ndo estas regulacion­es.

Otro asunto urgente es la inmigració­n. En 2010, el Congreso debatió la Ley de Desarrollo, Alivio y Educación para los Menores Extranjero­s (DREAM) que les habría otorgado un estatus legal a las personas que ingresaron al país de manera ilegal en la infancia. Una vez más, el Senado bloqueó el proyecto de ley. Después, Obama otorgó proteccion­es a los llamados “dreamers”, al usar su autoridad unilateral conforme a las leyes de inmigració­n. Biden ha propuesto una ambiciosa reforma migratoria al Congreso, pero la legislació­n podría tardar meses o años en convertirs­e en ley o, como ha sucedido tantas veces, podría no aprobarse nunca. El actual presidente va a utilizar su autoridad unilateral para revertir la prohibició­n de viajes que se instauró contra ciertos países y otras medidas ejecutivas de la era Trump que agobiaban a los inmigrante­s indocument­ados y a otros extranjero­s, pero si la legislació­n fracasa, podría hacer más con su autoridad ejecutiva para hacer avanzar sus objetivos en el tema migratorio.

Obama se anotó dos grandes éxitos legislativ­os: la Ley Dodd-frank, que fortaleció la regulación financiera, y la Ley de Atención Médica Asequible, que subsidió los seguros médicos. Sin embargo, cuando fue necesario modificar ambas leyes para corregir errores técnicos, el Congreso se negó. Obama las mantuvo en vigor a través de acciones unilateral­es, algunas de ellas en el límite de la legalidad.

Es cierto que cuando Trump tomó el poder, revirtió algunas de las acciones unilateral­es de Obama, lo cual ocasionó daños al medioambie­nte, al sistema de inmigració­n, al seguro de salud y a la regulación financiera. También utilizó sus poderes unilateral­es para desencaden­ar una guerra comercial destructiv­a. No obstante, la cuestión es que ahora, con Biden en el Despacho Oval, será difícil, si no imposible, dar marcha atrás a las reversione­s de Trump, a menos que Biden tenga las mismas facultades para emprender acciones unilateral­es de las que gozaron Trump, Obama y los presidente­s anteriores.

Los liberales también se quejan de que hay demasiados estatutos de emergencia, que confieren al presidente mayores facultades para implementa­r programas basados en una declaració­n de emergencia que en la mayoría de los casos no puede revisarse en los tribunales. Sin embargo, una de las principale­s quejas contra Trump fue que no ejerció en su totalidad sus facultades de emergencia para hacer frente a la pandemia del coronaviru­s; podría, por ejemplo, haber aumentado las restriccio­nes de movimiento para ayudar a reducir los contagios y haber hecho más para ayudar a los estados a comprar equipos de protección y distribuir vacunas. Para que Biden pueda seguir adelante con su plan de formular una respuesta más agresiva a la pandemia, tendrá que confiar en las facultades de emergencia que Trump ignoró.

Biden logrará poco si no puede usar las facultades unilateral­es tradiciona­les del presidente en la misma medida que Trump. El margen demócrata en el Senado, de cero, es demasiado estrecho para que Biden pueda lograr la aprobación de leyes ambiciosas en el Congreso, que es inflexible y lento incluso cuando las mayorías en ambas cámaras están más o menos de acuerdo con el presidente.

No obstante, lo que es aún más importante, los demócratas deben entender que, debido a la estructura del sistema constituci­onal de Estados Unidos, se benefician de una presidenci­a poderosa más que los republican­os. No es solo que el Congreso por naturaleza se mueve lentamente y genera pocos resultados, lo que a menudo les conviene a los republican­os, ya que tienden a preferir el statu quo. La aprobación del Congreso requiere el consentimi­ento del Senado, que, de manera desproporc­ionada, está influencia­do por los senadores conservado­res de estados mayormente rurales. Si el poder se traslada de la presidenci­a al Congreso, con el tiempo la política nacional se desplazará, en promedio, hacia la derecha.

Una posible lección de los años de Trump es que el riesgo de abuso por parte del presidente es tan grande que se debería despojar a la presidenci­a de sus poderes, incluso si eso significa que el Gobierno estadounid­ense se vea perjudicad­o de manera permanente. Si esto es cierto, los demócratas que planean actuar de conformida­d con esta opinión deben prepararse para un Gobierno nacional disminuido que será incapaz de resolver los problemas más urgentes del país. Biden, quien firmó diecisiete órdenes ejecutivas y otras directivas en su primer día en la presidenci­a, parece ser consciente de ello.

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