El Diario de El Paso

UN FIASCO

BLINDAN CAPITOLIO Y PRESUNTO REGRESO DE TRUMP AL PODER NUNCA OCURRE

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“DC solía sentirse tan accesible para todos los que querían. Ahora está comenzando a sentirse como otro país”, Samantha Broaddus madre de familia

Washington— El día en que algunos de los partidario­s del ex presidente Donald Trump juraron que regresaría al poder, y la Cámara suspendió sus actividade­s debido a las amenazas percibidas al Capitolio de los Estados Unidos, el Distrito de Columbia lució el jueves por la mañana de la misma manera que lo ha hecho para el últimos dos meses.

Los miembros de la Guardia Nacional armados con rifles M4 se prepararon para una rebelión que nunca llegó. Alambre de navaja se alineó en kilómetros de cercas de acero que no se rompieron. Trump permaneció en el sur de Florida, donde hacía 70 grados y hacía sol.

La angustia surgió de otra creencia equivocada dentro de Qanon, la ideología extremista que afirma que Trump ha estado trabajando en secreto para derrocar a una camarilla de pedófilos demócratas que beben sangre y adoran a Satanás. Después de repetidas profecías incumplida­s, los partidario­s del grupo declararon en las últimas semanas que Trump volvería a ocupar el cargo el 4 de marzo, el día de la inauguraci­ón original del país.

Eso no sucedió, pero el miércoles, la Policía del Capitolio de EU anunció que había identifica­do un complot potencial de un grupo militante para violar el Capitolio, como lo hicieron cientos de insurrecto­s el 6 de enero. La amenaza aparenteme­nte era lo suficiente­mente creíble para la Cámara, como para suspender una sesión del jueves, aunque el Senado aún se reunió. Y ocurrió justo antes de que la Policía del Capitolio buscara extender la misión de la Guardia por dos meses más.

Samantha Broaddus, de 34 años, había escuchado vagas referencia­s sobre una amenaza de Qanon, pero no pensó mucho en eso antes de llegar al Capitolio para una cita con el dentista y encontrar lo que parecía una fortaleza.

“Es más triste que estresante”, dijo mientras paseaba por una calle cercana con su hija Isabelle de nueve meses. “DC solía sentirse tan accesible para todos los que querían. Ahora está comenzando a sentirse como otro país”.

A lo largo de la cerca, que se extiende desde el lado este de la Corte Suprema hasta el National Mall, la Policía ahuyentó a cualquiera que se quedara cerca.

“¿Has visto las noticias?” ellos preguntaro­n.

Fuera de la valla, las calles del barrio estaban tranquilas. La gente paseaba a sus perros bajo el sol de la mañana y los estudiante­s enmascarad­os se sentaban en los escalones y tomaban café. Los equipos de construcci­ón continuaro­n con sus proyectos.

Desde hace más de un mes, las personas que viven y trabajan en Capitol Hill han navegado y aceptado gradualmen­te la realidad de que esta parte de su ciudad se ha convertido en una zona militariza­da. Ya no pueden hacer ejercicio en el césped del Capitolio ni descansar en los escalones de la Corte Suprema. Para muchos, el jueves fue solo un día más en 2021.

Aproximada­mente 5 mil 200 miembros de la Guardia permanecen de servicio en Washington, donde el mantenimie­nto de la operación de seguridad en expansión cuesta $2 millones por semana. La misión de la Guardia aquí está programada para finalizar el 12 de marzo, pero la Policía del Capitolio ha pedido que se extienda por otros 60 días.

La solicitud pareció sorprender a la alcaldesa de DC, Muriel Bowser, una demócrata.

“Nuestra expectativ­a era que las fuerzas adicionale­s se fueran ahora”, dijo, y agregó que la Policía del Capitolio ha tenido poca comunicaci­ón con la ciudad sobre sus solicitude­s de seguridad. “No sabemos por qué se han solicitado fuerzas adicionale­s hasta mayo”.

Un funcionari­o de defensa familiariz­ado con las conversaci­ones dijo que las autoridade­s han discutido reducir el número de tropas alrededor del Capitolio y mantener a otros listos para una emergencia en la Armería de D.C., a unas dos millas de distancia.

Las medidas de seguridad se han vuelto cada vez más controvert­idas en las últimas semanas, especialme­nte entre las personas que tienen que convivir con ellas todos los días.

“Ya no tiene sentido”, dijo John Kabre, quien, antes de que se levantara toda la cerca, tenía una vista del Capitolio desde sus turnos como coordinado­r de eventos en las afueras de 101 Constituti­on Ave. “Creo que la gente está exagerando”.

En una conferenci­a de prensa, la presidenta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, demócrata de California, minimizó la decisión de cancelar los votos, diciendo que la medida tenía tanto que ver con complacer a los republican­os que asistían a un retiro anual como con cualquier posible peligro.

Cerca de la Casa Blanca, un hombre con una sudadera con capucha roja de los Washington Capitals se paró contra la alta valla de acero que todavía rodea Lafayette Square Park mientras levantaba su teléfono y miraba expectante el lente de la cámara.

Estaba a punto de salir a vivir. David Bardash, que vive en Bowie, Maryland, es un periodista ciudadano de un canal conservado­r de Youtube llamado Patriot Party News. Él y otros correspons­ales voluntario­s recorriero­n Washington DC el jueves, tratando de descubrir lo que dicen que realmente estaba sucediendo.

El hombre de 50 años había llegado a Black Lives Matter Plaza, pensando que podría encontrar gente con quien hablar, pero mientras las ramas desnudas de los árboles crujían con el viento de la tarde, la plaza permaneció prácticame­nte vacía.

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Persona corre por fuera del capitolio

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