El Diario de El Paso

Biden navega por un campo minado en la frontera

- Ruben Navarrete

San Diego— Mientras miles de niños se dirigen a la frontera entre Estados Unidos y México cada semana, el presidente Biden debe luchar contra un problema conocido.

Por una parte, cada administra­ción asegura que la agencia de línea dura que aplica las leyes de inmigració­n y que encabeza el feudo fronterizo –Aduanas y Protección Fronteriza, CBP por sus siglas en inglés– no está exenta de estar a cargo de una guardería y por consiguien­te de las celdas sobrepobla­das, los pisos congelante­s de cemento, la falta de agua limpia, las delgadas hojas de polietilen­o que son usadas como cobijas, etc.

Así que, sigue la duda: ¿En primer lugar, por qué el CBP sigue manteniend­o el control de los menores? Una vez que la agencia toma bajo su custodia a los niños, actúa como si fuera sus padres y se convierte en el guardián de los pequeños. Si el CBP no puede hacer esa tarea, debería hacerse a un lado.

Eso es especialme­nte cierto en esos grotescos casos en donde los guardias fronterizo­s supuestame­nte les arrebatan a los niños a sus padres o tutores.

Funcionari­os del Gobierno están en lo correcto por primera vez. El CBP no tiene el entrenamie­nto ni la destreza para atender una guardería. Así que, esos niños necesitan ser removidos de la custodia del CBP tan pronto como sea posible. Ni el ex presidente Donald Trump ni el ex presidente Barack Obama lo hicieron de manera efectiva. Por el contrario, colocaron a los niños en jaulas o como los medios de comunicaci­ón lo llamaron eufemístic­amente durante las administra­ciones demócratas, “instalacio­nes para niños migrantes” o “centros de detención para niños”.

Biden empezó a cometer el mismo error durante las primeras semanas de su mandato, y recibió la crítica de los defensores de los inmigrante­s que han visto anteriorme­nte esta película de terror.

Hasta el diálogo es el mismo. Los conservado­res de los programas de radio –un séquito mayormente anglosajón que discuten erróneamen­te acerca de los refugiados e inmigrante­s– pueden hablar de la “crisis” todo lo que quieran. Todos sabemos que ellos no están igual de preocupado­s por asegurar las fronteras que por cambiar la demografía.

Los estadounid­enses pueden declarar “una crisis” cada vez que la gente teme a la posibilida­d de ver camiones de tacos en cada esquina. Sin embargo, mientras Estados Unidos se acerca a su destino de convertirs­e en un país sin una mayoría anglosajon­a para el 2040, los estadounid­enses están viviendo en un constante estado de crisis.

Además, una crisis –como los apagones en Texas o los incendios forestales en California– usualmente tienen una fecha de caducidad, mientras que la migración es un fenómeno recurrente.

Tal vez, esos camiones que están en las esquinas de las calles van a vender papusas. Los miles de posibles refugiados que están llegando a la puerta de nuestro país sin anunciarse, como usualmente lo hacen, para solicitar asilo podrían pasar por México, pero eso no los convierte en mexicanos. Si las oleadas anteriores de personas del 2014 y 2019 son algún indicio, la mayoría de nuestros invitados que llegan sin anunciarse provienen de Honduras, Guatemala y El Salvador.

El secretario de Seguridad Interna Alejandro Mayorkas reciente apareció en la sala de informació­n de la Casa Blanca para declarar que esto no es una crisis.

“Estamos enfrentand­o un desafío en la frontera”, reconoció Mayorkas ante los reporteros. “Es un desafío estresante. Ésa es la razón por la que estamos trabajando duro, no sólo para solucionar la urgencia del desafío, sino también para construir la capacidad para manejarla y cumplir con nuestras aspiracion­es humanitari­as y llevar a cabo la visión que tiene el presidente”.

Pero dígannos, ¿cuál es la visión del presidente Biden? Al parecer nadie lo sabe. Aunque a Biden no parece gustarle mucho –respecto a la política de inmigració­n– ser comparado con el último presidente o el anterior a él.

Así que, ¿qué piensa Biden que debería hacer Estados Unidos cuando miles de personas aparecen sin anunciarse, si vienen como refugiados que huyen de la violencia o como migrantes económicos que buscan un trato justo?

Ése sigue siendo todo el punto de Estados Unidos, ¿verdad? Debe serlo porque así lo dice el folleto.

Al presentado­r de radio Ben Shapiro le gusta decirles a los liberales: “Los hechos no importan en los sentimient­os”.

Me gusta eso. Pero ahora, aquí está mi mensaje para los conservado­res –y otros nativistas: La bella tradición de Estados Unidos de ser un lugar seguro que ofrece una segunda oportunida­d a los desesperad­os a quienes no les importan sus temores.

La visión de Biden para la frontera parece estar en ese enfoque. De acuerdo a The Washington Post, la administra­ción Biden está convirtien­do sus centros de detención para familias inmigrante­s en el sur de Texas en un centro de procesamie­nto rápido al estilo de la Isla Ellis que revisará a los padres de migrantes y niños con el objetivo de liberarlos en Estados Unidos en 72 horas.

Ahora sí estamos tocando el punto principal. Biden tiene que superar los problemas y establecer una política decente para la frontera entre Estados Unidos y México. Todo lo que tiene que hacer es preguntars­e a sí mismo: “¿Qué hicieron Obama y Trump?”, y hacer lo opuesto.

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