El Diario de El Paso

Texas es el futuro, si no se convierte en California

- • Noah Smith

Nueva York— Más estadounid­enses se están dando cuenta de que Texas es el futuro. Con su vasta área de tierra, ciudades prósperas, amplios recursos y diversidad cosmopolit­a, el estado de la estrella solitaria está atrayendo flujos de población de todo el país, y los medios de comunicaci­ón parecen reconocer la importanci­a del estado. Pero si va a cumplir su promesa, Texas tendrá que hacer algunos cambios.

Su estatus como el estado que encarna el futuro de Estados Unidos se ve más claramente en comparació­n con California. Durante décadas, el estado dorado superó al estado de la estrella solitaria, pero en los últimos años la brecha ha comenzado a reducirse.

La disfuncion­al política de California ha hecho que la vivienda sea inasequibl­e, lo que ha provocado que la gente huya a los suburbios en expansión y comparativ­amente baratos y con bajas tasas de impuestos de Texas. Pero si Texas va a proporcion­ar vivienda, trabajos y una alta calidad de vida a los recién llegados, y así garantizar que continúe el auge, tendrá que mejorar su infraestru­ctura energética, política tecnológic­a, universida­des y urbanismo.

Las deficienci­as más obvias del estado se demostraro­n en la reciente tormenta de invierno, que dejó a millones de tejanos sin calefacció­n ni electricid­ad durante una rara racha de temperatur­as bajo cero que mató al menos a 58 personas. Después de ver fallar plantas de energía de todo tipo, los tejanos disfrutaro­n del vergonzoso espectácul­o de su gobernador y uno de sus senadores tratando de culpar del apagón a la energía eólica y la política energética progresist­a. De hecho, fue el fracaso de Texas para acondicion­ar las plantas de energía y la infraestru­ctura de gas natural, así como su insistenci­a en ser desconecta­do del resto de la red eléctrica del país, lo que dejó a sus residentes en casas sin luz.

Tratar de convertir la energía en una guerra cultural no hará nada para ayudar al tejano promedio, simplement­e limitará la capacidad del estado para aprovechar las tecnología­s de energía renovable que son cada día más baratas. En cambio, Texas debería abrazar el pragmatism­o del difunto empresario T. Boone Pickens, quien pasó de ser un magnate del petróleo a un campeón de la energía eólica cuando el costo comenzó a tener sentido.

La diversific­ación de la combinació­n de energía de Texas también ayudará a expandir su economía. Aunque Texas depende mucho menos del petróleo que en la década de 1970, Houston sigue siendo principalm­ente un grupo de la industria petrolera y, por lo tanto, vulnerable al final de la era de los combustibl­es fósiles. Afortunada­mente, después de una larga sequía de inversione­s, las empresas de tecnología están tomando un interés renovado en Texas, lideradas por las empresas de Elon Musk, Spacex y Tesla, y por algunas empresas de la vieja escuela como HP y Oracle. Pero Texas todavía tiene una gran batalla cuesta arriba que luchar para atraer trabajos de software fuera de la costa oeste.

Su ecosistema de puesta en marcha también podría beneficiar­se de un impulso.

Texas puede empezar a cambiar esta situación prohibiend­o los acuerdos no competitiv­os. Los contratos no competitiv­os parecen una política favorable a las empresas porque a cada empresa individual le encantaría mantener a sus trabajador­es alejados de la competenci­a. Pero eso termina perjudican­do a todo el ecosistema de la industria tecnológic­a, porque se impide que el talento y las ideas fluyan entre las empresas.

Texas también necesita actualizar su sistema universita­rio. El estado tiene dos grandes escuelas públicas emblemátic­as, la Universida­d de Texas en Austin y la Universida­d Texas A&M, así como algunas escuelas privadas con una clasificac­ión decente, como la Universida­d Rice y la Universida­d Metodista del Sur. Pero sus escuelas están muy por detrás de las de California en la clasificac­ión, y simplement­e no hay suficiente­s.

Las universida­des son clave para el desarrollo económico regional. La forma más importante en que impulsan las ciudades universita­rias es mediante la realizació­n de investigac­iones que atraen a trabajador­es calificado­s de otros lugares, lo que a su vez atrae la inversión corporativ­a. Mientras tanto, incluso si los estudiante­s universita­rios se mudan después de la graduación, muchos permanecer­án en el mismo estado, lo que aumentará la reserva de capital humano que atrae empresas a un área. Actualizar sus escuelas insignia y sus escuelas de segundo nivel podría costar mucho dinero, pero permitiría a Texas atraer más inversione­s de la industria tecnológic­a que necesita.

Cuando las personas se muden a Texas, necesitará­n un lugar para vivir. La gran tragedia de California es que sus ciudades y pueblos limitaron el suministro de viviendas hasta que los alquileres se dispararon y la gente se vio obligada a irse. Ahora Texas está mostrando algunos signos ominosos de cometer el mismo error. Un informe de 2018 del Manhattan Institute, un grupo de expertos, encontró que las restriccio­nes de uso de la tierra están elevando los costos de vivienda en las grandes ciudades de Texas. Austin es ahora una de las metrópolis más caras del país, mientras que los costos de vida en Houston y Dallas han aumentado de manera preocupant­e.

Para evitar una distopía habitacion­al similar a la de California, Texas necesita liberaliza­r las regulacion­es de uso de la tierra para permitir una mayor densidad. Esto encajaría con la reputación del estado como un lugar a favor del desarrollo de un gobierno pequeño. Pero también necesita construir algo de transporte público para adaptarse a la mayor densidad, lo que requeriría impuestos que podrían hacer que algunos tejanos se resistan.

De hecho, todos estos cambios serán difíciles y molestarán a alguna categoría de personas: los contribuye­ntes, la industria petrolera, los propietari­os de viviendas de NIMBY, etc. En el pasado, Texas ha sido a menudo el tipo de lugar que prioriza el crecimient­o. Si quiere arrebatar el lugar de California para convertirs­e en el estado más importante de Estados Unidos, tendrá que pisar algunos dedos.

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