El Diario de El Paso

Contrasta vacunación entre El Paso y Juárez

A nivel local se han administra­do poco más de 277 mil biológicos; cruzando el río la cantidad es mínima

- Ari Goldstein/el Diario de El Paso

Arrasa pandemia con padre, hijo y negocio familiar

Situada en la línea donde coinciden Estados Unidos y México, la región fronteriza Paso del Norte exhibe una serie de contrastes entre ambos países, especialme­nte en cuanto a la estrategia para enfrentar la pandemia de Covid-19.

Con la frontera de Estados Unidos cerrada desde hace un año a viajes “no esenciales” –turistas mexicanos que cruzan por vía terrestre de Juárez a El Paso– ahora que comenzó la fase de vacunación contra Covid-19, quedan de manifiesto las diferencia­s en la estrategia de salud pública entre las dos ciudades.

Mientras que en El Paso, de acuerdo con datos del Departamen­to Salud Pública, hasta el domingo se habían aplicado 277 mil 736 dosis –de un total de 301 mil 620 recibidas por la ciudad–, del otro lado del Río Grande se habían inyectado unas 20 mil: una cifra que equivale a menos del diez por ciento comparada con la El Paso.

“En Ciudad Juárez y el estado de Chihuahua es prácticame­nte imposible determinar cuántas personas han sido vacunadas; es un dato que se desconoce”, señaló el doctor Alejandro Díaz, médico globalista e inmunólogo, quien ha estado pendiente del desarrollo de la pandemia desde que fue declarada hace un año por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) y que incluso ha realizado viajes.

“A nivel Juárez, sólo se ha aplicado a trabajador­es de la salud del sector público y algunos adultos mayores”, agregó.

Cuando los integrante­s de la familia Medina caminaron por el taller mecánico que actualment­e está cerrado y se encuentra en el Centro de El Paso, se llenaron de recuerdos. Durante 41 años, la familia Medina fue dueña y operó el Taller Automotriz de Enderezado y Pintura Superior (Superior Body Shop) ubicado en el 3512 de la Calle Dyer, un taller que le proporcion­ó a los paseños un trabajo de calidad en la pintura de autos durante varias generacion­es.

Ahora, el taller está cerrado, ya que fue otra víctima de la pandemia. La familia está planeando vender el negocio que fue un modelo de integridad y un lugar en donde cualquier persona que estuviera en problemas podía recibir ayuda y tal vez hasta comida.

El patriarca de la familia, Alfredo Medina, quien estuvo a cargo del taller durante 35 años, murió el 27 de noviembre a los 74 años después de contraer Covid-19. Su tercer hijo, Julio Medina, quien trabajaba de tiempo completo en el taller desde 1991 y se hizo cargo del mismo después que su padre se retiró desde hace más de seis años, también murió de Covid, el 9 de diciembre, a los 47 años.

Actualment­e, la familia está lidiando con un derrumbe emocional después de haber perdido a dos de sus seres queridos, así como también al tener que cerrar el negocio que impulsó sus sueños, forjó sus identidade­s y valores y los ayudó a impactar a la comunidad para bien.

“Este pequeño taller nos dio mucho a todos nosotros”, dijo Daniel Medina, el integrante más joven de cinco hijos y que actualment­e es el asistente principal de una preparator­ia de El Paso. “Nos dio un techo para vivir, nos dio educación, el poder acudir a la universida­d y a una escuela privada. Nos dio todo lo que pudo”.

El taller también le enseñó a Daniel y a sus hermanos y hermanas muchas lecciones de vida que ahora les trasmitirá­n a sus 13 nietos. “Mi papá trabajó duro, nunca se quejó, nunca dio excusas, era honesto, muy amable y cariñoso”, comentó Daniel.

El taller ayudó a los hermanos Medina a “desarrolla­r nuestro carácter, a trabajar bajo el sol y en el frío”, agregó. Desde la muerte de su padre, la familia ha escuchado a muchos clientes de hace tiempo que les cuentan historias acerca de la amabilidad de Alfredo Medina, su espíritu generoso y su voluntad para ayudar a la gente que tenía problemas para pagar las reparacion­es de sus autos.

Freddy Medina, el hijo mayor, trabaja actualment­e como agente de la Patrulla Fronteriza, pero pasó muchos años en el taller cuando era joven y cuando asistía a la universida­d. “Obviamente nos afecta perder este negocio”, dijo Freddy Medina. Él recuerda que tanto su padre como su hermano Julio ayudaban a la gente.

“Mi hermano ayudaba a las personas que pasaban por aquí”, relató Freddy. “Oiga, ¿tienen algo qué comer? Y los llevaba a Whataburge­r, que estaba enseguida, y les compraba comida. Tanto mi papá como mi hermano hacían eso”.

El taller tenía la reputación de hacer un trabajo de calidad a un precio justo, dijo Freddy. “Los dos eran muy honestos”, dijo. “Ellos obtenían ganancias pero eran modestas. Hacían su trabajo con calidad y eso terminaba costándole­s más en términos de producción. Muchos talleres eludían eso cuando hacían su trabajo, pero ellos no”.

Freddy Medina dijo que la fe en Dios que tiene la familia los ayudó a pasar por la tremenda pérdida que experiment­aron en los últimos meses. “Hubo un tiempo en que yo era ateo”, dijo Freddy. “Ahora, creo en Dios de todo corazón, sin que haya una sombra de duda”.

Irma Medina, la esposa de Alfredo Medina y la matriarca de la familia, comentó en español que está muy triste pero también se siente confortada de haber vivido y experiment­ado el sueño de su esposo de abrir su propio negocio y de criar juntos a su familia.

“Su satisfacci­ón más grande es el legado que dejó su esposo, el amor que le tuvo, la pasión que tuvo por su negocio, familia, hijos y por la comunidad”, comentó su hija Margarita Domínguez, quien tradujo lo que dijo su madre.

“Él nunca dejó de ayudar a los demás”, dijo Margarita, mientras traducía las palabras de su madre. “Él fue un gran padre, un esposo increíble y un gran ejemplo para sus nietos”.

Margarita, la segunda hija, tiene sus propios recuerdos de su padre, hermano y el negocio que significó tanto para su familia. “Mi padre, aun cuando padeció polio cuando tenía 5 años, nunca permitió que eso lo detuviera. Tenía problemas para caminar, pero eso no le impidió amar, cuidar y asistir a todos los eventos de sus hijos –la orquesta, basquetbol, fútbol. Cualquier cosa, él estaba allí fielmente”. “Así era también mi hermano Julio. Siempre estuvo allí para sus hijas”, dijo.

Nancy Medina, quien se casó con Julio, está lidiando con la pérdida de su amado esposo.

Ella también siente una lluvia de emociones cuando camina por el taller y piensa en su esposo, su suegro y lo que ese negocio representó para toda la familia.

“Hay muchos recuerdos, muchos eventos se llevaron a cabo aquí, incluso el café o desayuno de la mañana”, dijo Nancy. Su esposo estuvo a cargo del taller durante varios años mientras su suegro estaba en la transición hacia el retiro y luego lo hizo oficialmen­te desde hace seis años.

“Mi esposo era muy sociable, era una persona que se debía a la gente”, relató Nancy. “Le fascinaba platicar con la gente, no sólo aquí, sino a todos lados que iba. Hacía amigos fácilmente. Fue un esposo increíble. Era muy cariñoso con sus hijas, vivía para ellas, era un buen amigo, un hermano increíble. Fue un hijo extraordin­ario. No encuentro las palabras suficiente­s para describirl­o”.

Isabel Pérez, la cuarta de los cinco hermanos Medina, tuvo una relación muy cercana con su hermano Julio, ya que sólo había tres años de diferencia en edad. “Toda nuestra familia es muy cercana. Pero con él, éramos de una edad cercana. Siempre íbamos juntos a la escuela. Asistimos a la misma primaria y luego a la siguiente escuela”.

“Tengo grandes recuerdos de mi hermano. Él se convirtió en un gran papá, igual como mi padre. Ése fue el legado que mi papá les dejó a sus hijos, ser buenos padres y estar allí para sus hijos”, dijo.

Isabel, quien es asesora escolar en una escuela primaria de El Paso, comentó que su padre siempre alentó a todos sus hijos a recibir una educación. “Siempre nos decía ‘Yo trabajo y ustedes estudien. No quiero que se preocupen’. Cada vez que se tenía que hacer un pago a le escuela, mi papá ya estaba preparado”.

Ahora, la sólida fe de la familia es lo que los hace seguir adelante. “Un día vamos a estar todos juntos”, dijo Isabel. “Sé que mi papá y mi hermano están mejor que nosotros, ellos están en el cielo. Por ahora, tenemos que seguir trabajando hasta que Dios nos llame y nos vayamos. Pero por ahora, seguiremos plantando esas semillas para seguir ayudando a la comunidad”.

“Mi esposo era muy sociable, era una persona que se debía a la gente. Fue un esposo increíble. Era muy cariñoso con sus hijas, vivía para ellas, era un buen amigo, un hermano increíble”

Nancy Medina, “

esposa de Julio Este pequeño taller nos dio mucho a todos nosotros. Nos dio un techo para vivir, nos dio educación, el poder acudir a la universida­d. Nos dio todo lo que pudo”

Daniel Medina, hijo menor de Alfredo e Irma

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Julio Medina tenía la tradición de cocinar para sus empleados en el taller de carrocería los viernes
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irma Medina, viuda de alfredo Medina, en la silla de oficina en superior Body shop en el Paso. trabajó en cuentas y papeleo durante muchos años junto a su esposo
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Margarita domínguez está emocionada mientras mira un recorte de periódico de hace décadas sobre el taller de carrocería fundado por su padre, alfredo, en 1979
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nancy Medina dijo que su esposo, Julio, quien murió de Covid en diciembre, era un trabajador que supervisab­a cada detalle de su taller

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