El Diario de El Paso

Soy fotoperiod­ista y me prohíben ingresar a las instalacio­nes fronteriza­s

- John Moore

Washington— En las últimas cuatro administra­ciones presidenci­ales, he acompañado a agentes de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y he fotografia­do sus encuentros con los migrantes mientras aplican las leyes de inmigració­n. Pero eso ya no es así. La semana pasada, cuando documenté las detencione­s de migrantes en El Paso, Texas. Tuve que hacerlo desde el lado mexicano de la frontera, tomando fotos desde lejos. Hasta ahora, los periodista­s no habíamos tenido que estar en otro país para cubrir lo que está sucediendo en Estados Unidos.

La mayoría de las personas que buscan asilo cruzan el Río Grande para ingresar al sur de Texas, a un territorio controlado por agentes federales. Durante décadas, el Gobierno de Estados Unidos había permitido que los periodista­s acompañara­n a los agentes de la Patrulla Fronteriza y a otros oficiales mientras vigilaban esa zona. Pero desde que cambió la administra­ción, esos agentes han estado bloqueando físicament­e a los periodista­s desde la orilla del río.

Por ejemplo, después de haber sido anulado el acceso oficial en un viaje del mes de febrero, seguí en mi propio vehículo el autobús de la Patrulla Fronteriza hacia donde los agentes estaban deteniendo a los migrantes. Me detuvieron antes de que me acercara lo suficiente para tomar fotos. Le llamaron a su supervisor y me ordenaron que me alejara inmediatam­ente de allí.

Hemos pasado de la política de “Cero Tolerancia” de Trump hacia los inmigrante­s a la política de “Cero Acceso” de Biden para los periodista­s que cubren la inmigració­n. Este suceso no tiene precedente­s en la historia moderna. Aunque la administra­ción Trump redujo un poco el acceso desde que empezó la pandemia, por razones defendible­s de seguridad, la administra­ción Biden ha ido mucho más lejos y la eliminó.

Esta prohibició­n se extiende a los centros de detención en la frontera que albergan temporalme­nte a los migrantes –instalacio­nes que son la fuente de una considerab­le controvers­ia. Han estado tan abarrotada­s que la semana pasado un vigilante designado por la corte catalogó la situación como “no sostenible”. El Departamen­to de Salud y Servicios Humanos reportó el viernes pasado que hay 9 mil 800 menores no acompañado­s en los albergues, y muchos más están en camino.

La Casa Blanca afirmó que la situación en la frontera no era “una crisis”, el lenguaje que ellos prefieren usar es el de “un desafío”. Me fascinaría decir que ése es el caso. Asumo que también les gustaría eso a mis colegias y otras organizaci­ones de los medios de comunicaci­ón, quienes al igual que yo, hemos sido rechazados mientras intentamos proporcion­arle al público un vistazo sobre la aprehensió­n y detención de migrantes.

La actual administra­ción inició con el compromiso de hacer que la política de inmigració­n de Estados Unidos fuera más humana y transparen­te. Pero no está logrando ese objetivo, que hace que sea difícil juzgar en comparació­n a cómo se hacía anteriorme­nte: nosotros los periodista­s no tenemos manera de verificar si las condicione­s han mejorado para los migrantes.

La versión oficial es que no es seguro que se otorgue acceso a esas áreas durante la pandemia. En los primeros días del Covid-19, entendí por qué no era seguro acompañar a los agentes de la Patrulla Fronteriza cuando detenían a la gente, y eso parecía una precaución razonable. Pero ahora, sabemos mejor cómo se propaga el virus: el usar mascarilla y mantener abiertas las ventanilla­s de los vehículos disminuye ese peligro. Aunque ahora, el acceso ha sido eliminado por completo.

Sin embargo, las restriccio­nes no son aplicadas de manera uniforme. Delegacion­es del Congreso han sido invitadas para recorrer las instalacio­nes federales temporales que albergan a los niños y para evaluar las operacione­s mientras se aplican las precaucion­es contra el coronaviru­s, tales como usar mascarilla­s y practicar la distancia social. Si esos recorridos son posibles para los políticos, también deben serlo para los periodista­s.

He tenido una significat­iva experienci­a personal sobre la manera en que el acceso de los periodista­s a esas áreas puede cambiar la percepción de lo que está sucediendo allí. En el verano del 2018, mientras hacía un recorrido oficial, tomé una foto de una niña que estaba llorando mientras su madre era registrada por los agentes antes de ser tomada bajo custodia. La fotografía fue vista por millones de personas en todo el mundo, esa pequeña se convirtió por un tiempo en el rostro de la política cero tolerancia de inmigració­n.

Esa madre y su hija no fueron separadas en el centro de detención pero el terror psicológic­o de esa posibilida­d resonó en muchas de las personas que la vieron. La imagen causó una crisis de relaciones públicas para la administra­ción Trump, y de todas maneras, los oficiales no me negaron el acceso en los subsiguien­tes viajes a la frontera.

El poderoso fotoperiod­ismo ocurre cuando los fotógrafos están en medio de una situación tensa, captando la emoción humana y proporcion­ando un contexto. El mostrar el difícil e importante trabajo de Aduanas y Protección Fronteriza en el campo mientras se fotografía a los inmigrante­s de una manera digna no es una tarea exclusiva. De hecho, esos proyectos se complement­an uno al otro. Actualment­e los periodista­s siguen contando historias importante­s sin la ayuda de la Patrulla Fronteriza –aunque deben esperar y observar desde partes de la orilla del río que es accesible al público o desde otras áreas que usualmente son menos utilizadas por los migrantes.

Sé de primera mano que muchos agentes están ansiosos de que yo y otros fotógrafos documenten su trabajo– justo mientras los migrantes quieren contar sus historias. De acuerdo a la informació­n de la Patrulla Fronteriza, los agentes realizaron más de 10 mil aprehensio­nes en el Valle del Río Grande en Texas, tan sólo durante la semana pasada. Aunque es una de las semanas más ajetreadas que han experiment­ado en los últimos años, pasaron sin ser del conocimien­to público.

Ya sea que se considere la situación en la frontera como una “crisis” o un “desafío”, simplement­e es una de las historias noticiosas más importante­s del año –y el mundo merece verlas. Para que eso suceda, los periodista­s tienen que tener acceso a los operativos de la Patrulla Fronteriza. La administra­ción Biden debería terminar con esa política injustific­ada de restringir­nos el acceso.

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