La vacuna de Johnson & Johnson fue mi boleto para salir del infierno
Nueva York— Creo que mi experiencia al lidiar con este último año de pandemia fue peor que la de la mayoría de las personas que conozco. No porque fuese más difícil para mí, obviamente; mi familia estaba aislada con todo tipo de privilegios. Pero, a nivel emocional, me hice pedazos.
A diferencia de mis amigos y conocidos, no desarrollé ninguna nueva habilidad doméstica o afición. Si hubo algo positivo, yo estuve demasiado inmersa en mi luto histérico por mi vida anterior como para darme cuenta. Saber cuán poco había perdido, comparado con los demás, no aliviaba mi miseria, simplemente le añadía una viscosa capa de vergüenza.
Frenética por conseguir un escape, comencé a postularme a los ensayos clínicos de vacunas del año pasado y fui aceptada para el de Johnson & Johnson. A veces la gente me agradece cuando menciono esto, pero en realidad no hubo nada altruista en mi decisión. Estoy encantada de haber desempeñado un papel minúsculo en el desarrollo de una vacuna pero, para mí, cualquier riesgo involucrado palidecía ante la posibilidad de conseguir la inmunidad más pronto.
En mi primera cita en diciembre, cuando recibí la inyección, sentí algo cercano al éxtasis, pero al siguiente día esto se convirtió en desesperación. Algo así como una hipocondría al revés, analicé mi cuerpo esperando sentir una punzada fantasmal de algún efecto secundario, pero no sentí nada. Estaba completamente segura de que había recibido un placebo.
Desde entonces, por supuesto, la vacuna de una dosis de Johnson & Johnson recibió la autorización para su uso de emergencia. Al igual que las vacunas de dos dosis de Pfizer y Moderna, esta parece ser altamente efectiva para prevenir las hospitalizaciones y las muertes por Covid-19. Pero como los ensayos clínicos de la vacuna de Johnson & Johnson mostraron una eficacia más baja a la hora de prevenir los síntomas del coronavirus, existe una percepción bastante generalizada de que es inferior a las otras vacunas.
Durante sus ensayos clínicos, la eficacia de la vacuna de Pfizer alcanzó cerca del 95 por ciento. La de Moderna generó más del 94 por ciento. Johnson & Johnson calculó sus resultados de manera distinta, pero su eficacia fue del 85 por ciento contra casos severos de la enfermedad y de un 66 por ciento en relación con casos más moderados. Los expertos en salud pública están aconsejando que las personas acepten cualquier inyección que se les ofrezca, pero resulta evidente que no todas las vacunas son iguales.
El alcalde de Detroit en un inicio rechazó un cargamento de la vacuna de Johnson & Johnson, asegurando que los residentes de su ciudad merecían “lo mejor”. (Luego se retractó). En febrero, según los datos de encuestas citadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el 58 por ciento de los consultados dijo que quería una de las vacunas de dosis dual y solo el 7 por ciento dijo que aceptaría la de una sola dosis. De ese 58 por ciento, solo un poco más de la cuarta parte aceptaría recibir la vacuna de una sola dosis ahora en lugar de esperar un mes para recibir la vacuna de dos dosis.
Gracias al ensayo de la vacuna yo tuve una opción similar. Este mes, en un proceso conocido como desenmascaramiento, los investigadores me dijeron que, tal y como lo sospeché, había recibido un placebo. Luego me ofrecieron la vacuna real. Para mí, fue una decisión sencilla. Sin saber cuándo seré elegible para recibir la vacuna en Nueva York, le rogué a la gente que realizaba el ensayo que me dejara entrar lo antes posible y obtuve mi vacuna de Johnson & Johnson la semana pasada.
Estoy emocionada y agradecida, pero todavía no puedo evitar preguntarme si seré más vulnerable que quienes recibieron dos dosis de la vacuna. Ashish Jha, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown, me convenció de que no debería sentirme ansiosa respecto a la efectividad de la vacuna. “Si existe alguna diferencia, es tan banal e irrelevante que yo no me preocuparía por eso”, aseguró.
Sin embargo, no me parece que la brecha entre el 95 y el 66 por ciento sea banal, pero Jha argumenta que eso depende, en parte, de dónde y cuándo fueron probadas las vacunas. El ensayo de Johnson & Johnson se realizó en regiones de Brasil y Sudáfrica, cada una rodeada por variantes del virus que pueden disminuir la eficacia de la vacuna. Fue un ensayo clínico que se realizó después de las otras pruebas, cuando más variantes del virus estaban circulando. A pesar de eso, no hubo hospitalizaciones ni muertes entre los participantes vacunados de la prueba.
“Si realmente quieres saber dónde tenemos la mejor evidencia sobre la variante sudafricana y cuál es la vacuna con la mayor evidencia de protección contra las manifestaciones graves de la variante sudafricana, es la de Johnson & Johnson”, aseguró.
Jha espera que las vacunas de Moderna y Pfizer también funcionen correctamente contra las mutaciones del coronavirus. Aunque no asegura que la vacuna de Johnson & Johnson sea mejor que las otras, admite que cada una tiene sus ventajas. Leí que Jha dijo que, gracias a las vacunas, espera poder invitar a cerca de 20 personas a una parrillada el 4 de julio. Le pregunté si consideraría qué vacunas habían recibido. Insistió en que no lo haría.