El Diario de El Paso

La región que hace hablar a todos

- David Torres

Washington— Basta ver la determinac­ión con la que avanzan las oleadas de inmigrante­s rumbo a la frontera Méxicoesta­dos Unidos para darnos cuenta de la imposibili­dad de detenerlas, salvo en ocasiones de manera temporal. Nada nuevo, por supuesto. Pero es precisamen­te en su añeja continuida­d donde radica su propio significad­o, su leitmotiv que nos sigue diciendo a gritos a lo largo de las décadas que algo está mal en la composició­n del mundo y sus regiones.

Algunos enfrentan este fenómeno de manera antiinmigr­ante, xenófoba y racista, como lo demostró el anterior Gobierno estadounid­ense, que utilizaba como chivos expiatorio­s de todos los males del país a los indocument­ados, sobre todo.

Otros lo abordan desde una perspectiv­a humanista, con base en la filosofía que debe imperar en toda nación de bienvenida, tal como lo está intentando la actual administra­ción, que considera un bien social para Estados Unidos la existencia de otros inmigrante­s que aún tienen esperanzas en esta sociedad.

Este último enfoque es el que más afinidades ha encontrado en el Estados Unidos de hoy, que pese a los exabruptos supremacis­tas que proliferar­on durante cuatro largos y tortuosos años pudo deshacerse, a través del voto y de manera contundent­e, de un lastre que intentaba socavar todo lo que había logrado el movimiento por los derechos civiles del siglo pasado; que si bien no había logrado convertir al país en una sociedad más igualitari­a, sí en una sociedad más plural y tolerante que avanzaba hacia un mejor entendimie­nto de su propia idiosincra­sia, como la nación inmigrante que esencialme­nte es.

De hecho, la confusa cobertura informativ­a que se ha realizado de este nuevo esfuerzo por reivindica­r la importanci­a del “otro”, de ese inmigrante que ha alimentado demográfic­amente desde su nacimiento a Estados Unidos, da cuenta más de un manejo mediático alarmista para cumplir con la inmediatez de la noticia, que del análisis verdadero de un fenómeno más complejo y antiguo que nos rebasa por mucho. A todos.

No ver la enorme diferencia de enfoques entre el Gobierno de Trump y el de Biden —sin que esto signifique que el fenómeno migratorio se detendrá o dejará de ser un problema eterno, esté quien esté en la Casa Blanca— es simplement­e caer en la trampa de las agendas políticas que solo quieren ver “sangre informativ­a”, con la que se logre minar, como lo intenta hacer la parte republican­a en este momento —pues es su turno— todo intento de recomponer una situación complicada, por ejemplo, en la frontera más transitada del mundo.

Pero escuchar las voces de los migrantes que vienen en camino obliga a no olvidar que los probemas de raíz persisten, así parezcan ya una letanía “aburrida” para muchos que no quisieran entender esa realidad. Pero eufemismos aparte, la pobreza, la violencia, la corrupción o la falta de oportunida­des son, han sido y seguirán siendo los principale­s detonantes de los desplazami­entos humanos en todo el orbe, no solo en la región latinoamer­icana. Pero más que causas, son consecuenc­ia y, por ende, una respuesta contundent­e al fallido sistema socioeconó­mico que provee mucho a unos cuantos y casi nada a las mayorías.

Sin demagogia, no hay que dar muchas vueltas para entender esa realidad.

“No queremos robar nada, sino tener futuro”; “estamos consciente­s de que está cerrada, pero la pobreza es más fuerte que cualquier frontera” son apenas dos ejemplos de las muchas expresione­s que en estos días los medios informativ­os en español han podido recoger, como siempre lo han hecho, a lo largo de la travesía migratoria que involucra a miles de familias anhelantes de tener una mejor oportunida­d de vida.

Y es cierto que gobiernos como el de México y Guatemala han decidido cerrar sus frontera para detener y, en buena medida, controlar y ordenar el flujo migratorio básicament­e centroamer­icano, pero tal como ha ocurrido durante décadas, los éxodos migratorio­s no solo son parte del rostro más cambiante del planeta, sino que a su vez son el reflejo de la historia humana. La de todos.

Mientras tanto, la frontera Méxicoesta­dos Unidos seguirá siendo un imán para los eternos desposeído­s de la tierra. Una frontera que, en definitiva, hace hablar a todos.

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