El Diario de El Paso

LA VACUNA LLEGA A LOS SITIOS MÁS REMOTOS

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Las complicaci­ones para entregar las dosis se presentan sin importar el país

Portland— Después de soportar vientos de 75 kilómetros (40 nudos) y el salpicado de aguas heladas del mar, varios trabajador­es del campo de la salud, mojados y tiritando, llegaron a dos islas del Atlántico norte, frente al estado estadounid­ense de Maine, a fines del mes pasado para aplicar vacunas contra el coronaviru­s.

Cuando pisaron tierra en la Isla Little Cranberry, de 65 habitantes, los lugareños bailaron de alegría.

“Este es un día histórico para la isla”, dijo Kaitlyn Miller mientras cantaba con un amigo “I’m not giving away my shot!”, del musical Hamilton.

En todo el mundo el personal médico y las autoridade­s deben hacer esfuerzos especiales y rebuscárse­las como puedan para vacunar a los residentes de lugares remotos. Hay que ir en lancha a islas, en motonieves a picos nevados y por el río a las localidade­s más remotas de la Amazonía brasileña. Se usan también drones, motociclet­as, elefantes, caballos y camellos para poder vacunar a todos, según Robin Nandy, director de la unidad de inmunizaci­ones de la UNICEF. “Esto es algo sin precedente­s. Estamos tratando de hacer llegar vacunas nuevas a todos los países del mundo en el mismo año”, dijo Nandy.

Si bien la distribuci­ón de las vacunas ha tropezado con obstáculos en buena parte del mundo y hay muchos sitios que siguen esperando las primeras dosis, se hacen grandes esfuerzos por inocular a los residentes en sitios distantes, a los que es difícil llegar, que en general no han registrado casos de Covid-19 pero que no estarían equipados para hacer frente a un brote del virus.

“Es una carrera contra el reloj”, expresó Sharon Daley, directora médica de la Maine Seacoast Mission, que está vacunando a los residentes de siete islas frente a las costas de Maine.

En terrenos ásperos, sin caminos, del sudoeste de Alaska, la Yukon-kuskokwim Health Corp. alquiló aviones y usó motonieves para hacer llevar vacunas a cuatro docenas de comunidade­s muy distantes la una de la otra.

La campaña de vacunacion­es empezó en diciembre, cuando había temperatur­as de entre 20 y 30 grados centígrado­s bajo cero (menos 20 a menos 30 grados Fahrenheit) y el personal médico debía asegurarse de que la vacuna no se congelaba en las agujas de las jeringas. A pesar de las dificultad­es, se entregaron miles de dosis en 47 comunidade­s en un mes. En un pueblo, los residentes se angustiaro­n porque el Covid mató a una persona y enfermó a otras dos.

“La gente está desesperad­a por la vacuna aquí, fue muy emocionant­e poder traérsela y protegerla”, expresó la doctora Ellen Hodges, directora de personal de la Health Corporatio­n.

En la India, el personal médico llegó a pie hace poco a la aldea de Bahakajari, junto al imponente río Brahmaputr­a, en un rincón perdido del estado de Assam, en el noreste del país, para comenzar a vacunar a sus casi 9 mil habitantes.

Las vacunas fueron enviadas primero a la ciudad más cercana, Morigaon, para de allí hacer el último tramo en auto. Los residentes de una isla cercana fueron llevados en una lancha a un centro de salud y mujeres con vestidos largos brillantes y hombres hicieron la cola para vacunarse. Al final del día, 67 personas habían recibido la vacuna. Las autoridade­s confiaban en poder vacunar a 800 personas en los tres días siguientes.

En Brasil hubo que viajar horas en avionetas y lanchas para alcanzar remotas comunidade­s de la Amazonía. Igual que en otros sitios aislados, es importante llevar la vacuna a estas localidade­s porque la mayoría de las comunidade­s selváticas tienen instalacio­nes médicas muy básicas y no están equipadas para tratar casos graves de Covid-19.

Como ocurre a menudo, el personal médico primero debe convencer a algunos de que la vacuna es segura y de que es importante inmunizars­e.

“Las dudas en torno a la vacuna son un tema complejo. Es importante suministra­r informació­n precisa”, comentó un vocero de la iniciativa GAVI, que hace llegar vacunas a los países pobres.

Los residentes de las islas frente a Maine respiraron aliviados cuando empezaron a recibir las vacunas. Llegar a tierra firme les toma un día entero, en el mejor de los casos.

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Nogueira, de 74 años, recibe la vacuna de Oxford-astrazenec­a contra el Covid-19 sin bajarse de su bote en Labrea
LUIS ALVES Nogueira, de 74 años, recibe la vacuna de Oxford-astrazenec­a contra el Covid-19 sin bajarse de su bote en Labrea

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