El Diario de El Paso

En California, Newsom arrasa con la política pero no pasa la prueba de liderazgo

- • Ruben Navarrette Jr.

San Diego— El llamado a convocar una nueva elección parece estar en el horizonte del Estado Dorado.

En el 2018, Gavin Newsom fue electo como gobernador de California con el 62 por ciento de los votos. El futuro parecía no tener límite. Uno podría imaginar fácilmente que ganaría la elección en el 2022, y que luego se postularía a la Casa Blanca en el 2024.

Sin embargo, llegó el 2020, el año del Covid-19 con todos sus dañinos efectos colaterale­s. Y en California, que tiene un Producto Interno Bruto de 3.2 trillones de dólares, que representa casi el 15 por ciento del total de la economía de Estados Unidos, el peor efecto colateral fue el cierre gubernamen­tal que clausuró escuelas y afectó a los negocios.

Al igual que en otros estados, el cierre fue una función ejecutiva y así lo hizo Newsom.

El gobernador también cometió algunos errores tontos, como asistir a una cena sin mascarilla en un lujoso restaurant­e de Napa Valley el pasado mes de noviembre mientras que otros restaurant­es estaban cerrados.

Sin embargo, los california­nos están notoriamen­te en contra de la autoridad. Muchos de ellos de mudaron a este lugar provenient­es de otros estados para poder hacer lo que ellos quisieran, cuando lo quisieran y cómo lo quisieran. Ellos no ven con agrado que alguien les diga que no pueden hacer algo. Para los tipos de radicales que no desean que los molesten, Newsom pasó de ser el rostro del futuro a ser el rostro del fascismo.

Al inicio de la pandemia, cuando estaban cerradas las playas, un amigo que trabaja para el municipio en una comunidad costera me dijo que estaba recibiendo llamadas telefónica­s de iracundas personas que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial, que querían surfear. En California, el navegar sobre una ola está considerad­a como “una tarea esencial”.

El llamado a convocar una elección podría ser impulsada si los simpatizan­tes reúnen aproximada­mente 1.5 millones de firmas válidas. Los simpatizan­tes consiguier­on más de 2 millones y ya se verificaro­n 1.2 millones. El convocar a una nueva elección es algo seguro, y es probable que se lleve a cabo en noviembre.

Newsom lo sabe. El mes pasado, apareció en el programa “The View” de ABC, el santo grial de las mujeres liberales, y dejó en claro que luchará para salvar por lo menos un puesto: el suyo.

Cuando le preguntaro­n de dónde provino el llamado a convocar a una nueva elección, Newsom señaló directamen­e a la política. Culpó “al mejor 10 por ciento de los proponente­s, y a la gente que está detrás de ellos, como miembros del 3 por ciento, a grupos de milicias de derecha, los Proud Boys, quienes apoyaron la insurrecci­ón y a personas que literal y entusiasta­mente apoyan las conspiraci­ones Qanon”.

Increíble. Este pobre hombre no tiene ninguna pista acerca de cómo llegó aquí. El esfuerzo de convocar una nueva elección en California va más allá de los amargados republican­os que ya no han podido ganar elecciones estatales. Cada vez que ellos encuentran un candidato que les agrada, ese candidato es de extrema derecha y termina rechazado intensamen­te por el resto del estado.

También hay demócratas decepciona­dos que votaron por Newsom y ahora piensan que este hombre no era apto para el puesto. Todos ellos incluyen a maestros, dueños de restaurant­es y trabajador­es de la salud que han calificado mal a Newsom.

Es verdad que los sondeos sugieren que la convocator­ia a las elecciones no pasará de las líneas partidista­s. Un sondeo reciente realizado por el Instituto de Políticas Públicas de California encontró que sólo el 40 por ciento de los posibles votantes apoyan la convocator­ia, mientras que el 56 por ciento se opone a ella. El 79 por ciento de los republican­os podría votar con un “sí” y sólo el 15 por ciento de los demócratas haría lo mismo.

Aunque sería un enorme error pensar que esas cifras se traducen en un voto de confianza para el gobernador.

No es así. Los california­nos están preocupado­s acerca de lo que está detrás de la segunda opción, si Newsom es derrotado y un republican­o toma su lugar. No se podría arriesgar algo por nada. El Partido Republican­o de California tiene algo menos que nada qué ofrecer.

Sin embargo, el arma principal en el arsenal de Newsom es, irónicamen­te algo que lo ha afectado durante la pandemia debido a que provocó que tomara malas decisiones: sus instintos políticos. El problema no fue que cerró el estado. El problema es que lo cerró, luego lo abrió y luego lo cerró a la mitad, luego lo abrió a la mitad y luego hizo quién sabe qué.

Newsom es un político natural. No es un buen gobernador, pero es un gran candidato. Le fascina luchar. La campaña en contra de la convocator­ia a nuevas elecciones está enviando correos electrónic­os, solicitand­o donaciones para derrotar a la “convocator­ia de los republican­os”.

La política es la única línea de trabajo en la que ha estado Newsom. Tiene 53 años y está en la política desde que tenía 29 y prestaba sus servicios en el Consejo de Supervisor­es de San Francisco. Es un maestro en la política.

Los republican­os de California, que de muchas maneras están en más problemas que él, no pueden tocarlo. El gobernador está en la modalidad de hacer campaña de manera completa. Newsom está decidido a salvar su puesto, haciendo un llamado a una competenci­a que tristement­e no hubo cuando llegó el tiempo para que hiciera el trabajo que ahora está tratando de salvar.

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