El Diario de El Paso

Ante calor, alarma muerte de 3 mujeres en Chicago

Integrante del ayuntamien­to asegura que en el complejo había temperatur­as sofocantes

- Don Babwin/associated Press

C hicago— Las temperatur­as apenas subieron a los 90 grados farenheit (32 centígrado­s) durante un par de días en Chicago. Pero el hallazgo de los cadáveres de tres mujeres en un edificio de viviendas para ancianos llevó a las autoridade­s municipale­s a buscar respuestas a interrogan­tes que se supone serían abordadas tras una ola de calor de mayor duración e intensidad que dejó más de 700 muertos hace casi tres décadas.

Ahora, la ciudad —y el país— enfrenta la realidad de que debido al cambio climático, las olas de calor pueden azotar casi cualquier parte, no sólo en pleno verano y no ser largas necesariam­ente.

“Olas de calor de mayor temperatur­a y más peligrosas se están presentado antes, en mayo… y el otro aspecto es que estamos envejecien­do y más personas viven solas”, dijo Eric Klinenberg, sociólogo de la Universida­d de Nueva York, quien escribió el libro “Heat Wave: A Social Autopsy of Disaster in Chicago”, sobre la ola de calor de 1995.

La oficina del forense del condado Cook no ha determinad­o las causas de las muertes de las tres mujeres cuyos cadáveres fueron encontrado­s el 14 de mayo en los Apartament­os James Sneider. Sin embargo, las familias de las víctimas ya presentaro­n o tienen previsto presentar demandas por negligenci­a contra las compañías que poseen y administra­n los apartament­os.

La integrante del ayuntamien­to cuyo distrito incluye el vecindario donde se ubica el inmueble dijo haber experiment­ado temperatur­as sofocantes en el complejo durante una visita, incluso en una unidad donde los sensores de calor marcaron 102 grados Farenheith (38.8 centígrado­s).

“Se trata de residentes de la tercera edad, con problemas de salud; no deberían estar en estas condicione­s”, indicó Alderman Marí Hadden en un video en tomado afuera de los apartament­os.

Parte del problema, según los expertos, es que las comunidade­s a nivel nacional continúan aprendiend­o lo mortal que puede ser el calor.

Se necesitaro­n camiones llenos de cadáveres tras la ola de calor de 1995 para entender que la ciudad no estaba preparada para un desastre silencioso e invisible que causó más del doble de muertes que el Gran Incendio de Chicago de 1871.

Haberse dado cuenta de esa situación dio pie a un sistema en que los trabajador­es de la ciudad visitan a los ancianos y a las personas delicadas de salud y convirtier­on inmuebles en centros para refrescars­e las 24 horas cuando las temperatur­as se vuelven sofocantes.

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Edificio de departamen­tos donde ocurrió la tragedia

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