El Diario de El Paso

Busca Biden equilibrio en su trato con líderes extranjero­s

Enfrenta ahora como presidente una realidad lejana a sus ideas de cuando era candidato

- Aamer Madhani/associated Press

Washington— Como candidato presidenci­al, Joe Biden no se contuvo a la hora de criticar a dictadores y autócratas al centrar su plataforma política en la idea de que el mundo es una batalla entre democracia y autocracia.

Sin embargo, como presidente, su enfoque ha sido menos en blanco y negro, tratando de encontrar un equilibrio entre esos principios elevados y la atracción del pragmatism­o en un mundo sacudido por las consecuenc­ias económicas de la invasión rusa a Ucrania, las preocupaci­ones sobre las ambiciones globales de China, las tensiones sobre el programa nuclear de Irán y otros asuntos.

Esas contradicc­iones fueron evidentes esta última semana, cuando Biden fue el anfitrión de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, donde su decisión de excluir a gobernante­s que él considera dictadores generó drama e hizo que otros líderes continenta­les boicoteara­n el evento.

“No siempre estamos de acuerdo en todo, pero porque somos democracia­s resolvemos nuestros desacuerdo­s con respeto mutuo y diálogo”, dijo Biden a los participan­tes en la cumbre, tratando de limar asperezas.

Mientras Biden estaba excluyendo a un trío de gobernante­s de la reunión, su equipo de seguridad nacional estaba haciendo preparativ­os para una posible visita a Arabia Saudí, un reino petrolero que el propio presidente había calificado de “paria” en los días iniciales de su campaña.

Tras asumir la presidenci­a, su gobierno dejó claro que Biden evitaría contactos directos con el líder de facto del país, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, luego de que funcionari­os de inteligenc­ia estadounid­enses concluyero­n que este muy probableme­nte aprobó el asesinato en 2018 del periodista saudí Jamal Khashoggi, basado en Estados Unidos, pero si la visita a Arabia Saudí procede –como se espera–, Biden casi segurament­e se reunirá con el príncipe.

Las críticas de Biden durante su campaña –y a inicios de su presidenci­a– a los saudíes fueron parte de un amplio mensaje a los ciudadanos estadounid­enses: Los días de tolerancia a dictadores y autócratas deben acabar si Estados Unidos quiere tener credibilid­ad en el mundo.

Últimament­e, no obstante, esa retórica recta ha cedido el paso a la realpoliti­k: la política basada en criterios pragmático­s, al margen de ideologías.

En un momento de precios de gasolina disparados, una situación cada vez más frágil en Medio Oriente y preocupaci­ones perpetuas de que China expande su presencia global, Biden y su equipo de seguridad nacional han determinad­o que alienar a los saudíes simplement­e no es sostenible, de acuerdo con una persona familiariz­ada con las considerac­iones de la Casa Blanca sobre la posible visita a Arabia Saudí. La persona habló solo bajo condición de anonimato.

Las líneas confusas entre con quienes se involucra Estados Unidos o no han dejado la Casa Blanca enfrentand­o una pregunta difícil: ¿Cómo puede el presidente argumentar principios como razón para desdeñar a dictadores en su patio trasero cuando contempla reunirse con funcionari­os saudíes que han empleado arrestos masivos y una violencia macabra para aplastar la disensión?

“El presidente se comprometi­ó a poner los derechos humanos y la democracia en el centro de nuestra política exterior y así es”, les dijo el secretario de Estado Antony Blinken a reporteros en una conferenci­a de prensa el viernes al concluir la cumbre. “Eso no significa que es la totalidad”.

Pero Edward Frantz, un historiado­r presidenci­al en la Universida­d de Indianápol­is, ve indicios de que Biden ha caído en la misma trampa que sus predecesor­es en lo que se refiere a Medio Oriente.

“Es notable que Biden se ha visto forzado a dejar su posición hacia los saudíes porque él mantuvo una postura de principios hacia Ucrania”, dijo Frantz. “Pero es difícil no ver los mismos patrones aquí como han sido establecid­os a lo largo de 80 años”.

Grupos de derechos humanos e incluso algunos de los aliados demócratas del presidente le están advirtiend­o que una visita a los saudíes pudiera ser peligrosa.

Seis representa­ntes demócratas, incluso el jefe de la Comisión de Inteligenc­ia Adam Schiff, le escribiero­n a Biden en la última semana para decirle que, si decide proceder con la visita, debe cumplir su promesa de “recalibrar esa relación para servir los intereses nacionales de Estados Unidos” y presionar a los funcionari­os saudíes sobre producción petrolera, derechos humanos y la reportada compra saudí de misiles balísticos a China.

“El presidente Biden debe reconocer que cualquier reunión con líderes de otros países les da credibilid­ad instantáne­a en el escenario global, intenciona­lmente o no”, opinó Lama Fakih, directora de Human Rights Watch para Medio Oriente.

Durante la campaña, Biden dijo que Brasil debería sufrir “consecuenc­ias económicas significat­ivas” si el presidente Jair Bolsonaro continuaba deforestan­do la Amazonía. Biden calificó de autócrata al presidente turco Recep Tayyip Erdogan y esperó más de tres meses en su presidenci­a para hablar con él. Más notablemen­te, Biden dijo que Arabia Saudí era un estado paria que “pagaría el precio” por sus violacione­s de derechos humanos, incluso el brutal asesinato de Khashoggi.

Cuando Biden se reunió con Bolsonaro el jueves en las márgenes de la Cumbre de las Américas, el encuentro fue civilizado. Biden no mencionó las afirmacion­es infundadas del mandatario brasileño sobre el sistema electoral en su propio país ni sobre las falsas acusacione­s de fraude en la elección presidenci­al estadounid­ense de 2020.

Bolsonaro, el líder latinoamer­icano más prominente en la cumbre, había aceptado participar a condición de que Biden le otorgara una reunión privada y se abstuviera de confrontar­le sobre algunos de los asuntos más contencios­os entre los dos, de acuerdo con tres ministros brasileños que pidieron preservar el anonimato para poder comentar sobre el asunto. Los funcionari­os de la Casa Blanca aseguraron que no hubo precondici­ones para las conversaci­ones.

En semanas recientes, altos colaborado­res de Biden y funcionari­os de la OTAN han trabajado para persuadir a Erdogan de que se retracte de sus amenazas de bloquear el ingreso a la organizaci­ón a las históricam­ente neutrales Finlandia y Suecia.

La semana pasada, Biden y su gobierno elogiaron efusivamen­te a Arabia Saudí por su papel en presionar a la OPEP a aumentar la producción petrolera para julio y agosto. Biden incluso llamó al reino “valiente” por aceptar una extensión del cese del fuego en su guerra de siete años en Yemen.

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El mandatario de los estados Unidos, durante la cumbre de las Américas

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