El Diario de El Paso

En California, el crimen es ahora el enemigo público número 1

- Ruben Navarrette Jr.

San Diego— Suaves con el crimen, los demócratas han tardado en darse cuenta de esta realidad, pero muchos california­nos sueñan con vivir en un estado más seguro.

En las elecciones primarias de esta semana en el Estado Dorado, el crimen no solo estuvo en la boleta electoral. Se robó el espectácul­o.

Los medios liberales se perdieron la historia. La fiscal de distrito de San Francisco, Chesa Boudin, una reformador­a de la justicia penal que cree que no todos los que cometen un delito deben ir a la cárcel, fue retirada con facilidad. Un artículo de noticias en The Washington Post culpó a los “donantes conservado­res” y a los “demócratas moderados” por su expulsión.

No importa que San Francisco no esté exactament­e repleto de conservado­res o moderados. En la ciudad abrumadora­mente demócrata, los republican­os representa­n menos del 10 por ciento del electorado.

El San Francisco Chronicle, en un editorial, culpó a la baja participac­ión electoral por la destitució­n de Boudin. La participac­ión fue abismalmen­te baja. Como señala el editorial, la participac­ión electoral fue solo del 26 por ciento en San Francisco y menor en otras partes del estado. Esto, sugirió el editorial del Chronicle, porque los votantes “no podían molestarse”.

Es vergonzoso que los políticos sigan difundiend­o verdades a medias, rompiendo promesas, teniendo un desempeño deficiente en el cargo y haciendo oídos sordos a las críticas. Y luego, después de todo eso, sus defensores en los medios tienen el descaro de culpar a los votantes por no presentars­e. ¿Qué tal si los políticos les dan a los votantes algo por lo que valga la pena presentars­e?

¿Quiere hablar sobre la integridad de nuestras elecciones en los Estados Unidos? Bien, hagamos eso. Los republican­os agitan sus sables sobre las acusacione­s de fraude electoral, mientras que los demócratas se preocupan por la intimidaci­ón de los votantes por parte de matones que se encuentran fuera de los colegios electorale­s. ¿Sabes lo que realmente suprime el voto? Políticos poco fiables y de bajo rendimient­o en ambos partidos. Pero las partes nunca lo admitirán.

California, que en la década de 1960 dio a luz a una contracult­ura hippie que predicaba que la gente debería hacer lo que se sintiera bien, ahora quiere que la gente deje de hacer cosas malas. Los votantes quieren detener la propagació­n del vandalismo, los delitos violentos, el robo de propiedad y el caos general. La evidencia sugiere que los votantes están tan hartos de los políticos de carrera y de los llamados fiscales progresist­as que se arriesgará­n con candidatos que nunca antes han ocupado un cargo público.

En el estado más poblado del país, hemos llegado al punto en que las opiniones de la gente sobre la política y los políticos son tan negativas que los candidatos sin experienci­a política tienen las mejores posibilida­des de ser elegidos.

En Los Ángeles, este fenómeno benefició al candidato a alcalde Rick Caruso, un desarrolla­dor de bienes raíces multimillo­nario y novato en la política que, deténganme si esto les suena familiar, terminó enfrentánd­ose a políticos de carrera y salió victorioso. Caruso obtuvo la mayor cantidad de votos en las elecciones del martes, pero no los suficiente­s para evitar una segunda vuelta con la representa­nte Karen Bass, demócrata por Los Ángeles. Los dos se enfrentará­n de nuevo en noviembre.

A menudo he descrito mi estado natal como realmente 12 estados en uno, separados por geografía. Tienes montañas, desiertos, valles y la costa.

La forma en que las personas ven el mundo depende en gran medida de desde dónde lo ven.

Pero en términos generales, es útil pensar en California como dos estados: uno formado por ciudades y el otro por pueblos rurales.

En las ciudades, una trifecta de situacione­s (el crimen, la falta de vivienda y el alto costo de la vida) está dejando a los votantes enojados y frustrados.

En las áreas rurales, como mi nativo Valle de San Joaquín en el centro de California, es más probable que la gente se enoje por la crisis del agua y los precios altísimos de la gasolina.

Vivo en el sur de California, pero pasé los días inmediatam­ente anteriores y posteriore­s a las elecciones viajando por todo el estado.

En East Bay, cerca de San Francisco, muchos votantes demócratas parecen estar dudando en apoyar un movimiento de reforma de la justicia penal que ahora parece rendirse ante el crimen.

La evidencia sugiere que los demócratas no se toman en serio el problema del aumento de la delincuenc­ia callejera urbana o están demasiado ocupados experiment­ando con políticas progresist­as de aplicación de la ley que parecen empeorar el problema.

Por ejemplo, la Proposició­n 47 de California designó el hurto en tiendas como un delito menor siempre que el valor de la propiedad expropiada no supere los 950 dólares . Y dado que los fiscales a menudo no llevan a juicio casos de hurto en tiendas por delitos menores, los delincuent­es podrían tener luz verde para robar hasta 949 dólares sin consecuenc­ias.

¿Quién podría haber imaginado que esto sucedería? Quiero decir, además de cualquiera con una pizca de sentido común.

Lo que probableme­nte explica por qué tantos políticos se lo perdieron.

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