El Diario de El Paso

Salven a la policía; desmantele­n a la NRA

- Ruben Navarrette Jr.

San Diego— Los policías y criminales son el yin y yang del Sistema de justicia, fuerzas opuestas que son interdepen­dientes. Si se empodera a una, se debilita a la otra.

Existe un partido político que empodera y envalenton­a a los criminales, y eso debilita a las autoridade­s. Ese partido se ha convertido, debido a las malas opciones y pésimas decisiones, en el partido de los malhechore­s.

Su juicio está ensombreci­do por el dinero, que es la sangre que mantiene con vida a cada partido político. Una vez que uno toma dinero, pertenece a quien se lo dio.

Si no cree en que el gobierno deba decirnos qué hacer, ese es el partido para usted. Es el que excusa la sedición y le hace un guiño a la anarquía. Cree que el trabajo de la policía es mantener a raya a los que están al otro lado aunque sus miembros pueden transgredi­r las leyes con impunidad.

Cuando se dice que podría llegar el día en que los “patriotas” tendrán que tomar las armas –o los AR-15, los rifles de asalto de alto impacto estilo militar– y derrocar al gobierno, se está dando lugar a que haya una batalla en contra de los soldados y la policía. ¿Quién creen que va a defender las institucio­nes de nuestro país?

Este partido en cuestión pone en peligro las vidas de los que aplican la ley haciendo que el trabajo será más difícil y peligroso. Como si no lo fuera ya.

Debido a que soy hijo de un policía retirado, aprendí esa lección hace 45 años cuando mi papá seguía desempeñan­do ese trabajo. Apuesto a que no muchos niños de 10 años tienen “una plática” en la que su padre –con su uniforme puesto, su placa y su arma y a punto de irse al trabajo– lo lleva aparte y le explica que un hombre malo ha amenazado su vida y si pasa alguna cosa, tiene que cuidar a su mamá y hermanos.

Actualment­e, me hierve la sangre cuando pienso en el hecho de que –a las 3 a.m., cuando los oficiales de la policía acuden a una vivienda para atender una llamada en donde reportan violencia doméstica y el esposo se atrinchera en la recámara en donde su esposa asegura que “hay muchas armas”– los espíritus malignos de las armas no se ven por ningún lado.

Cuando mi papá llegaba a casa y estaba a punto de abrir la puerta de la recámara, el director general y vicepresid­ente ejecutivo de la Asociación Nacional del Rifle, Wayne Lapierre –quien ha pasado décadas argumentan­do que debe haber leyes más laxas sobre las armas– con toda seguridad estaba en cama, seguro y calientito bajo las cobijas.

En mi libro, Lapierre es un terrorista doméstico. Simple y llanamente, debio ser tratado como tal.

En 1995, después de un atrinchera­miento en Waco, Texas y Ruby Ridge en Idaho entre malhechore­s y agentes federales, Lapierre escribió una abominable carta para recaudar fondos atacando al personal que aplica la ley diciendo que eran “matones y abusones del gobierno” que visten “uniformes de la milicia y cascos nazis para atacar a los ciudadanos que cumplen con la ley”.

El ex presidente George H. W. Bush –uien toda su vida fue miembro de la Asociación Nacional del Rifle se enojó tanto por la carta que renunció a la organizaci­ón.

Al ser criticado, Lapierre se disculpó por la carta. Afirmó que no quiso “generaliza­r su ataque” contra los oficiales que aplican la ley.

El partido que está a favor de los criminales y que acepta mucho dinero de la NRA, no defiende el quitarle el financiami­ento a la policía, pero le falta el respeto a la policía. Asegura que “apoya a los azules”, pero sus acciones dicen lo contrario.

Últimament­e, las acciones de este partido han ignorado completame­nte la seguridad de los oficiales de la policía. La historia de la masacre en Uvalde, Texas, no sólo es acerca de la incompeten­cia de las autoridade­s, sino de lo que sucede cuando la policía es superada por un joven de 18 años que utilizó armamento que se usa para la guerra.

Muchos de los líderes de ese partido están luchando contra los intentos de sentido común para crear leyes de alerta para evitar que tengan armas los que sufren de alguna enfermedad mental o establecer restriccio­nes en la edad que podría impedir que los rifles de asalto de alto impacto como los

AR-15 caigan en manos de cualquier joven menor de 21 años.

Los miembros del partido están involucrad­os y han condonado la violencia en contra de oficiales de la policía durante la insurrecci­ón del 6 de enero del 2021 en el Capitolio de Estados Unidos.

Aunque, el partido no parece tener problemas con el hecho de que más de un responsabl­e del motín gritó a los oficiales caídos: “Mátenlos con su propia arma”.

Incluso ahora, un año y medio después, el partido no tiene interés en las audiencias bipartidis­tas de congresist­as que están investigan­do el ataque.

¿Cuál es la identidad de este partido que está a favor de los criminales y en contra de los policías? Por supuesto que es el Partido Republican­o.

Al actuar como un tonto ventrílocu­o para la NRA y al tratar de ocultar bajo la alfombra las amenazas de muerte en contra de los oficiales de la policía, el Partido Republican­o se ha convertido –voy a pedir prestada esta frase– en el enemigo de la gente.

No insulten a los valientes hombres y mujeres que aplican la ley pretendien­do lo contrario.

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