El Diario de El Paso

Juneteenth, Día de la Liberación, entre celebració­n y frustració­n

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El 19 de junio, Estados Unidos celebra con razón el fin de la esclavitud en su suelo, específica­mente, el día de 1865 cuando un general de la

Unión informó a las personas esclavizad­as en Galveston, Texas, de su libertad.

Sin embargo, en el feriado federal de Juneteenth (19 de junio), los estadounid­enses también deben reconocer que el movimiento de la nación hacia la equidad racial ha estado lejos de ser fluido o consistent­emente, y que de nuevo está bajo amenaza.

Una y otra vez, el progreso ha provocado una intensa reacción que ha dejado a los afroameric­anos aún más atrás. En las grandes ligas de béisbol, por ejemplo, los atletas afroameric­anos jugaron un papel importante mucho antes del 15 de abril de 1947, que ahora se celebra como el Día de Jackie Robinson para conmemorar la integració­n del deporte.

Moses Fleetwood “Fleet” Walker, por ejemplo, jugó como receptor de los Toledo Blue Stockings en 1884, más de 60 años antes de que Robinson saliera al campo con los Dodgers. Sin embargo, la hostilidad de muchos fanáticos, jugadores y propietari­os de equipos blancos llevó a la liga a prohibir a los jugadores afroameric­anos en 1887.

El fútbol americano tiene una historia similar: los jugadores afroameric­anos fueron estrellas en la década de 1920, fueron prohibidos en 1933 y reintegrad­os en 1946.

La economía ofrece numerosos ejemplos de este movimiento retrógrado. Después de la emancipaci­ón, los agricultor­es negros aumentaron significat­ivamente la propiedad de sus tierras. Pero en medio de las políticas gubernamen­tales que les negaron el crédito e incluso los separaron deliberada­mente de sus tierras, sus propiedade­s se redujeron en más del 70 por ciento, de 16 millones de acres hace un siglo a menos de 5 millones de acres en la actualidad, una pérdida valorada alrededor de 326 mil millones de dólares.

O considere el Freedman's Savings Bank, fundado por el Congreso en 1865 para dar independen­cia financiera a los afroameric­anos recién liberados.

El banco atrajo hasta 100 millones de dólares en depósitos con anuncios nacionales que promociona­ban (inexistent­es) garantías federales, luego colapsó después de otorgar préstamos de alto riesgo a empresas con conexiones políticas y amigos de sus directores blancos. Dejó a los depositant­es con solo una pequeña fracción de la compensaci­ón que proporcion­aron otros bancos fallidos.

Hasta el día de hoy, los afroameric­anos son objeto de destrucció­n de riqueza, como lo demuestra su disminució­n de más del 50 por ciento en el patrimonio neto durante la recesión de 2008. Carecen de acceso a servicios financiero­s básicos, pagan más tarifas, sufren diversas formas de depredació­n y, razonablem­ente, tienen poca confianza en las institucio­nes financiera­s.

La recaída también ocurrió en el gobierno. A principios de la década de 1900, el gobierno federal era un importante empleador de afroameric­anos, en particular de trabajador­es altamente calificado­s y educados que enfrentaba­n discrimina­ción en el sector privado. Pero después de que el presidente Woodrow Wilson segregara a los empleados federales en 1913, aumentó la brecha racial de ingresos entre los trabajador­es del sector público, con consecuenc­ias negativas que incluso se pueden ver en las tasas de propiedad de vivienda de los afroameric­anos.

Inmediatam­ente después de la Guerra Civil, la participac­ión política de los afroameric­anos aumentó, colocando a un número sin precedente­s de hombres afroameric­anos en cargos electos que van desde legislador­es estatales hasta miembros del Congreso. Usaron su poder, por ejemplo, para aumentar los fondos para la educación pública. Sin embargo, en 1880, una combinació­n de intimidaci­ón, obstáculos legales a nivel estatal e inacción federal había privado en gran medida de sus derechos a los votantes afroameric­anos, preparando el escenario para los enfrentami­entos por los derechos civiles del próximo siglo.

Ahora, a medida que estados como Georgia y Texas adoptan leyes electorale­s más estrictas, ha surgido la amenaza de una nueva era de restriccio­nes al estilo Jim Crow.

Aunque los resultados preliminar­es de Georgia sugieren que la participac­ión electoral no se ha visto afectada hasta ahora, los esfuerzos oficiales para desalentar el voto de los afroameric­anos, junto con la perspectiv­a de anulación legislativ­a del voto popular, siguen recordando inquietant­emente a la Reconstruc­ción.

Peor aún, el pánico por la teoría crítica de la raza, junto con la prohibició­n de libros sobre temas raciales, amenaza con socavar la educación histórica fundamenta­l requerida para que las personas comprendan cómo se dividió tanto el país y qué tan lejos está de la justicia.

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Dick Wright TRUMP PONE NERVIOSOS A TODOS
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