El Diario de El Paso

Seria o juguetona, la tarjeta de San Valentín tiene historia

Su comerciali­zación inició en 1913; actualment­e se intercambi­an 145 millones con motivo del 14 de febrero

- Katherine Roth/associated Press

Nueva York— Era el Día de San Valentín de 1917 en el pueblo agrícola de Lewiston, Minnesota, y Fred Roth —un estudiante de cuarto grado— parece haber hallado la manera perfecta de expresar su amor por la niña que adoraba, Louise Wirt. Le dio una tarjeta.

La tarjeta plegable del Día de San Valentín, en papel tan grueso que permanece en buen estado 106 años después, dice: “¡No me olvides!/te pido/ Que reserves un lugar/en tu corazón para mí”.

Y ella hizo eso. Años más tarde se casaron y Louise exhibió la preciada tarjeta, metida entre la ornamentac­ión de una cómoda de dormitorio, durante décadas. Le habló de ella a su hija, y más tarde a una nieta —a mí—, y permaneció cerca de su cama hasta su muerte a los 91 años, una muestra de amor duradero.

Aunque el mensaje estaba en inglés, la tarjeta está impresa con la palabra “Alemania” y aparenteme­nte es importada, como muchas tarjetas de esa época. Pequeñas empresas de Estados Unidos también formaban parte de un florecient­e negocio de tarjetas comerciale­s.

Hallmark, que comenzó a ofrecer tarjetas del Día de San Valentín en 1913, estima que actualment­e se intercambi­an 145 millones de tarjetas del Día de San Valentín en el país al año, sin incluir los detalles de San Valentín de los niños que son populares en los intercambi­os en el salón de clases.

Tradicione­s y rituales relacionad­os con la fertilidad se han celebrado a mediados de febrero desde épocas paganas, dice Emelie Gevalt, curadora de arte popular y jefa de curaduría de coleccione­s en el Museo de Arte Popular Estadounid­ense en la ciudad de Nueva York.

Las muestras de afecto variaban: en el siglo XVII, la costumbre era regalar pares de guantes a mediados de febrero, agrega.

“Para el siglo XVIII, comenzamos a ver algo que realmente comienza a parecerse a las tarjetas de San Valentín modernas”, explica. “En el siglo XIX, esto evolucionó aún más hasta el punto en que revistas femeninas populares como Harper’s Weekly publicaban instruccio­nes para las lectoras sobre cómo elaborarla­s manualment­e”.

Desde hace mucho tiempo ha habido algunas tarjetas de San Valentín para demostrar cariño sincero como las del abuelo Fred, y otras en una línea más juguetona y coqueta.

La colección del museo incluye una serie de muestras de afecto de varios períodos cuidadosam­ente elaboradas. “Suele verse mucho el diseño con un corazón”, dice Gevalt.

Aunque no está específica­mente relacionad­a con el Día de San Valentín, una exhibición que el museo inaugurará el 17 de marzo —“Testigo material: Artistas folclórico­s y autodidact­as en el trabajo”— presenta dos ejemplos de “fraktur”, acuarelas exuberante­mente decoradas hechas por inmigrante­s alemanes en Pensilvani­a. Una se llama “Corazón invertido” y otra muestra un laberinto.

“Eran objetos verdaderam­ente deslumbran­tes que incluían diseños de flores o corazones. Lo juguetón y el ingenio de estos objetos es uno de los aspectos más interesant­es que tienen en común”, dice Gevalt.

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En 1917 Louise Wirt recibió esta postal de parte de Fred Roth. La conservó hasta su muerte a los 91 años

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