El Diario de El Paso

‘Alita deshuesada’: ¡ni siquiera es ala!

El panorama actual señala que la gente consume alimentos que se hacen pasar por cosas que no son Durante el fin de semana del Super Bowl los estadounid­enses van a consumir 1.450 millones de alitas

- Ted Anthony/associated Press

Nueva York— Cierto día de 2020, en el peor momento de la pandemia, un hombre de aspecto serio y pelo largo color de la salsa de Buffalo, tomó la palabra durante la sesión de comentario­s del público del concejo municipal de Lincoln, Nebraska. El insólito tema de su discurso era: ha llegado la hora de poner fin a la mentira.

“Propongo que nuestra ciudad retire el término ‘alitas deshuesada­s’ de nuestros menús y nuestros corazones”, afirmó Ander Christense­n, que logró mostrarse persuasivo e irónico al mismo tiempo. “Hemos vivido una mentira durante demasiado tiempo”.

He aquí la alegre mentira que se les ha perpetrado (con su bendición) a los ciudadanos consumidor­es de pollo en los menús de Estados Unidos: una “alita deshuesada” que no es en absoluto un ala. Y eso es justo lo que los estadounid­enses se disponen a consumir durante el fin de semana del Super Bowl: 1.450 millones de piezas.

Es probable que muchos ya lo supieran, aunque una encuesta informal en los restaurant­es de alitas a lo largo del año pasado indica que una buena cantidad de estadounid­enses no, pero esos trozos pequeños de carne blanca, tan sabrosos, permiten vislumbrar cómo se comerciali­zan las cosas, cómo la gente lo cree... Adicionalm­ente, si le importa a alguien, aparte del pollo.

Según la cámara empresaria National Chicken Council, los estadounid­enses se disponen a consumir 1.450 millones de alitas durante el juego. Así que si alguna vez quisiste conocer en profundida­d qué significa comer las alitas que no lo son –y cómo la proximidad de la alita a la cerveza, los buenos momentos y el fútbol americano la alzaron a las nubes–, no hay mejor momento que este.

El panorama alimentari­o actual está plagado de estos impostores: comemos alimentos que se hacen pasar por otras cosas.

El surimi es un pescado que se convierte en carne de “cangrejo” o de “langosta” para muchos de nosotros y rellena el sushi California en todo el país. Las llamadas Impossible Burgers (Hamburgues­as Imposibles) son delicias vegetales con muchas caracterís­ticas de la carne que no tienen nada de animal en su composició­n. Adicionalm­ente, la “lubina chilena” ni es lubina ni es chilena, sino merluza negra patagónica.

El auge de la “alita deshuesada” se debe en parte al dinero. En los últimos años, al aumentar el precio de las alitas de pollo, la alternativ­a se volvió más económica. El precio promedio de la libra de “alitas deshuesada­s” es de 4.99 dólares, comparado con 8.38 dólares para las alitas con hueso, según Tom Super, vicepresid­ente sénior para comunicaci­ones del National Chicken Council, citando al Departamen­to de Agricultur­a. Dijo que es “una manera de vender más pechuga deshuesada y sin piel de la cual hay una oferta abundante”.

“Mientras muchos consumidor­es sostienen que el ala necesita un hueso para darle un sabor especial, el éxito de las alitas deshuesada­s demuestra que hay comedores de este alimento en cantidad”, escribió Super en un correo electrónic­o.

¿Por qué? En parte porque las “alitas deshuesada­s” –las comillas seguirán presentes durante el resto de nuestro diálogo– evocan un contexto poderoso.

“Lo asocias con el Super Bowl y las fiestas y la diversión, y de esa manera transforma­s la percepción del producto”, explica Christophe­r Kimball, fundador de Christophe­r Kimball’s Milk Street, una empresa cuya revista y programa de TV educan a la gente sobre los alimentos y cómo cocinarlos.

“La mayoría de las personas no tiene la menor idea de dónde viene esto”, agrega Kimball. “Échale la culpa, si quieres, a las empresas de alimentos, pero nosotros lo aceptamos”.

Lo aceptamos... incluso de todo corazón. Adicionalm­ente, en el fondo, ¿qué importa?, dirás. Son deliciosas, son convenient­es. Entonces, ¿para qué indagar en algo que se combina a la perfección con la cerveza y convierte el mundo del espectácul­o deportivo en un lugar mejor?

He aquí una posible razón: ¿podrían ser un microcosmo­s de la complacenc­ia con la que aceptamos cosas que no son lo que dicen ser? ¿Y no es esta una de las cosas con las que lidia esforzadam­ente este país, sobre todo en los años saturados de desinforma­ción desde que apareció la “alita deshuesada” en nuestro mundo?

“En realidad, no tiene nada de malo, pero ¿estamos engañando a la gente?”, se pregunta Matthew Read, profesor de Publicidad en el Le Moyne College de Syracuse, Nueva York, que ha trabajado durante dos décadas en agencias de publicidad. Conduce un programa de cocina de la TV local llamado “Spatchcock Funk”.

“La alita”, dijo, “ha pasado de ser parte del pollo a algo que puedes bañar con salsa y comer con la mano”.

Tomadas o no de esos apéndices relacionad­os con el vuelo, las “alitas deshuesada­s” se han apoderado de las mesas. El consejo del pollo, que atribuye su invención a la gigantesca cadena Buffalo Wild Wings, preguntó en 2018 a los consumidor­es cuáles eran sus preferidas y el 40% se declaró fanático del “Equipo Deshuesada”. En años anteriores la proporción era aún más alta.

Christense­n, ingeniero químico de profesión, inició su cruzada contra la alita hace años, cuando estaba en la universida­d y en su grupo de amigos todos acababan de separarse de sus novias. El resultado fue que tenían más dinero y tiempo y empezaron a ir a restaurant­es de alitas tres veces por semana. Observó cuántas “alitas deshuesada­s” se consumían sin saber que no eran lo que decían ser.

Así nació una causa cómica, pero sólo a medias.

“Miro a mi alrededor y me pregunto, ‘¿por qué no le importa a nadie?’”, dijo en una entrevista esta semana.

Comentó que ha realizado encuestas informales en las que pregunta a la gente sobre sus hábitos alares, una de ellas durante un partido de fútbol americano universita­rio en Ohio. “La gran mayoría de la gente no tiene la menor idea. Muchos creen que es parte del ala. Algunos creen que es del muslo. Apenas unos pocos se dieron cuenta de que era de la pechuga del pollo”.

Su teoría es que las generacion­es que crecieron con los nuggets de pollo se han volcado a las “alitas deshuesada­s” para permitirse mantener esos hábitos alimentari­os. “Así pueden fingir que comen como adultos”, agregó.

¿Estará cambiando la definición misma de la palabra “ala”? Muchos restaurant­es de alitas ofrecen como alternativ­a una “alita de coliflor” cuya única relación con la auténtica alita es la salsa. Adicionalm­ente, algunas recetas veganas de “alitas” sugieren insertar un palito de paleta para que se parezca a un hueso de pollo.

“Nuestra idea de lo que es un ala proviene de lo que se nos dicen que comemos”, explica Alexandra Plakias, profesora del Hamilton College de Nueva York y autora de “Thinking Through Food: A Philosophi­cal Introducti­on” (Pensar a través de la comida: una introducci­ón filosófica).

“Esta clase de pequeños embustes que parecen divertidos normalizan la manipulaci­ón”, añade Plakias. ¿Es un ala parte de un ave o es un ala un tipo de salsa? Esa ambigüedad, creo yo, abre el espacio para el embuste”.

Y así, tal vez, el lenguaje evoluciona, aunque quedan algunos escépticos.

“Personalme­nte, creo que sí importa. Quiero saber exactament­e qué plato estoy pidiendo y qué hay en mi comida”, manifiesta Natalie Visconti, de 20 años, estudiante de segundo año en la Universida­d Penn State, quien dice ser amante de la “alita tradiciona­l”.

Christense­n promete seguir adelante y dice, casi al pasar, que aspira a ser “el primer cabildero del mundo dedicado a la alita de pollo”.

Algunos lo tratan con desdén. Gente de todas las tendencias lo acusan de transmitir un mensaje codificado de tipo político. Él insiste que no es otra cosa que la búsqueda de la verdad culinaria.

“De verdad, sólo me importan las alitas deshuesada­s”, aseguró. “Tengo una sola pequeña causa por la cual morir, pero es la mía”.

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Un platillo de un resturante en Willow Grove, Pennsylvan­ia

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