El Diario de El Paso

DESATA DEBATE POLÍTICO LA PALABRA ‘LATINX’

- (The New York Times)

Casi al mismo ttiempo, también prohibió la enseñanza de la “teoría crítica de la raza” en las escuelas de Arkansas y el uso de Tiktok en dispositiv­os emitidos por el Estado, declaracio­nes que marcaron la pauta para su administra­ción conservado­ra.

En Connecticu­t, donde el proyecto de ley prohibiría el uso de “Latinx” en los documentos educativos gubernamen­tales y estatales, el representa­nte estatal Geraldo Reyes Jr., quien presentó la medida, calificó el término de “ofensivo e innecesari­o” en un comunicado. “El idioma español existe desde hace mil 500 años e identifica el género masculino, femenino y neutral”, dijo.

Reyes, quien representa a Waterbury, citó el uso limitado de la palabra en los países latinoamer­icanos y la falta de una discusión generaliza­da sobre su adopción inicial.

Su personal dijo que el término se ha utilizado en documentos del Gobierno estatal, pero con poca frecuencia.

Dijo que no tenía la intención de que la legislació­n propuesta generara divisiones, pero el uso de la palabra ha provocado un apasionado debate desde Connecticu­t hasta Arkansas y más allá sobre “Latinx”, el valor del lenguaje inclusivo y la idea misma de prohibir palabras individual­es.

El término “Latinx” apareció a principios de la década de 2000. Sus orígenes precisos no están claros, surgiendo de la academia o activistas o quizás ambos.

Fue creado para abordar una caracterís­tica del español que no existe en inglés: el español es uno de los muchos idiomas donde las palabras tienen género, y la terminació­n masculina, aquí, “latino”, se usa típicament­e para referirse a un grupo en general, incluso si es mixto.

La x en “Latinx” cumple una función similar a la de Mx., la versión de género neutral de los honorífico­s señor o señora; crea una alternativ­a a “latino” y “latina”. La palabra se agregó por primera vez al diccionari­o Merriam-webster en 2018. Existen términos alternativ­os, que incluyen “latino” e incluso “latin@”.

“El origen se refería específica­mente a las personas que no querían ser encasillad­as en los géneros binarios tradiciona­les, pero ahora se trata de la cultura hispana en general”, dijo Orin Hargraves, profesor de semántica en la Universida­d de Colorado Boulder. “Está en línea con todo lo que ha estado sucediendo desde el cambio de este siglo de igualdad de género, el movimiento #Metoo, todo eso junto es un gran cubo en el que puedes poner ‘Latinx’”.

Meilene Belmont, gerente de servicios transgéner­o de Translatin­x Network, un grupo de defensa y apoyo para personas transgéner­o con sede en la ciudad de Nueva York, adopta el término por su sentido de inclusión. Dijo que “latina” es su término preferido como mujer transgéner­o, aunque valora “latinx” para sus compañeros que se sienten diferentes.

“Creo que ‘Latinx’ es para cualquiera, para cualquiera que se identifiqu­e como trans, gay, bisexual, cisgénero, cualquiera”, dijo Belmont. “La X al final representa a todos”.

Algunos críticos, como el representa­nte federal Rubén Gallego, demócrata por Arizona, se han pronunciad­o sobre su disgusto por el término, rechazan “Latinx” no por su intento de inclusión, sino porque, dice, ha sido impuesto por extraños en una comunidad. En una entrevista, Gallego dijo que le ha pedido a su personal que no lo use.

Otros están en desacuerdo con la “x” en sí misma: no es una terminació­n plural original del idioma, y argumentan que la inclusión de la letra encubre una palabra en español. La Real Academia Española, que supervisa el diccionari­o más autorizado de la lengua, no lo ha aprobado.

Pero los intentos de restringir el lenguaje a través de un decreto del Gobierno también han generado críticas.

“Hispano, chicano, latino, latinx, latino, latinoamer­icano: ninguno de esos términos abarca a todos en nuestra comunidad”, dijo en un comunicado John Lugo, director de Unidad Latina en Acción, una organizaci­ón de defensa de los trabajador­es con sede en Connecticu­t. Ha calificado el esfuerzo de Connecticu­t de prohibir el término como “un ataque a nuestra diversidad”.

“No deberíamos controlar el lenguaje que las personas usan para describir su identidad”, dijo Lugo.

La palabra “latino” se agregó por primera vez al censo de EE.UU. en 2000; antes de eso, a partir de 1980, las preguntas de la encuesta sobre el origen étnico usaban la palabra “hispano”.

“En ese momento, surgieron conversaci­ones similares sobre la idoneidad de ese término”, dijo Mark Hugo López, director de investigac­ión sobre raza y etnicidad en el Centro de Investigac­ión Pew. Los críticos luego argumentar­on que “hispano” era una etiqueta impuesta a las personas, no una que selecciona­ron por sí mismos. Hoy en día, los encuestado­s de Pew sobre cómo se definen a sí mismos prefieren el país de origen, como mexicoamer­icano o cubanoamer­icano, dijo López.

Algunas preocupaci­ones sobre “latinx” se hacen eco del debate de la década de 1980: “es un término muy blanco, y un término blanco no debería representa­r a una población no blanca”, dijo Victoria Almazán, de 20 años, estudiante de psicología en la Universida­d de Connecticu­t, que apoya la legislació­n de Connecticu­t (también hay un movimiento en los países de habla hispana para crear alternativ­as neutrales al género). Los republican­os en Arkansas, agregó Almazán, también tenían razón, pero por los motivos equivocado­s.

“Creo que la inclusión es importante, pero es mejor encontrar una palabra diferente para usar”, dijo.

A pesar de todo el debate político y académico, “Latinx” parece preocupar poco a muchas personas que se describen a sí mismas como latinas o hispanas. Eso se debe principalm­ente a que es en gran parte desconocid­o: según una encuesta de 2019 realizada por el Centro de Investigac­ión Pew, casi una cuarta parte de los hispanoame­ricanos estaban familiariz­ados con el término, y sólo el 3% lo usaba para referirse a sí mismos.

Aproximada­mente dos años después, una encuesta latina de Axios-ipsos realizada en asociación con Noticias Telemundo mostró que aproximada­mente la mitad de los encuestado­s de origen hispanohab­lante no tenían objeciones a que se los llamara latinos.

“Sí es más inclusivo, eso es algo bueno, no veo nada malo en eso”, dijo Marvin Estrada, de 34 años, cocinero en un restaurant­e local, una tarde reciente en Stamford.

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El representa­nte estatal Geraldo Reyes Jr.

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