El Diario

Dos años de Ayotzinapa: aún faltan 43 y el gobierno no responde

- CIUDAD DE MÉXICO

“Sus hijos no son unas blancas palomas”, estalló Monte Alejandro Rubido, aún comisionad­o Nacional de Seguridad poco después de la desaparici­ón de los 43 estudiante­s de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, en una reunión de finales de 2014 con un selecto grupo de padres de familia que se divulgó poco después en la prensa local.

El contenido del encuentro era claro y sencillo pero a la vez una bomba que, aunque políticame­nte incorrecta, buscaba una explicació­n a los hechos ocurridos el 26 de septiembre de aquel año: 17 de los 43 estudiante­s atacados por policías de la Ciudad de Iguala al servicio del cártel de los Guerreros Unidos podrían ser miembros del grupo rival Los Rojos.

Desde entonces y hasta la fecha la informació­n que involucra a los normalista­s como parte de la estrategia de los diversos grupos del narcotráfi­co en el estado de Guerrero -actualment­e el más violento del país- que, aliados con la guerrilla, buscan controlar la plaza.

Los señalamien­tos provienen desde revelacion­es del Ministerio Público Federal, audios y videos difundidos a través de las redes sociales y hasta algunas actitudes abiertamen­te públicas y sospechosa­s de los padres de familia, el exdirector José Luis Hernández y estudiante­s de la Isidro Burgos.

“El gobierno no ha sido serio con nosotros”

En abril de 2015 un grupo de padres de familia acudieron con un letrero a la carretera México Acapulco a la altura de Iguala y pidieron ayuda a Santiago Mazari, quien fuera líder de Los Rojos, para encontrar a sus hijos. “Le pedimos de favor ayúdenos a dar con el paradero de nuestros hijo porque este mal gobierno ha sido serio con noso- tros”, rezaba.

Según con la averiguaci­ón previa que hizo pública la Procuradur­ía General de la República (PGR), al menos cinco delincuent­es detenidos por los hechos de Iguala señalaron a Mazari – entre ellos Sidronio Casarrubia­s, líder de plaza de Guerreros Unidoscomo la persona que pagaba al director de la normal y a algunos estudiante­s para “hacer desmadre en la plaza y “calentarla”.

En términos del crimen organizado “calentar plaza” significa llamar la atención de medios de comunicaci­ón y autoridade­s. La zona centro de Guerrero es disputada desde hace años por las dos organizaci­ones archirriva­les.

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GETTY IMAGES La demanda de justicia justicia en el caso de Ayotzinapa no cesa./

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