El Diario

Manjares dedicados a los del más allá

Los mexicanos honran a sus muertos en octubre cocinando sus platillos favoritos

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Liseth Perez-Almeida

liseth.perez@eldiariony.com

Al papá de Barbara Sibley le encantaban los mixiotes y los platillos con huitlacoch­e, por eso cada mes de octubre la chef mexicana se los prepara y los coloca en el altar, para honrar su memoria como parte del ritual del Día de Muertos.

Y es que la comida forma parte de esta gran tradición mexicana, que desde el 25 de octubre hasta el 2 de noviembre, celebra a todos los parientes y amigos fallecidos, a quienes se les da la “bienvenida a casa” con sus platillos favoritos.

“Se trata de celebrar la muerte, ya que es parte de la vida, y es importante que sea una celebració­n alegre para que en esos días cuando vengan los espíritus vean a sus familiares y amigos muy felices, y no se queden en la tierra, ni en el purgatorio, y se regresen al cielo”, explica Sibley, dueña del restaurant­e La Palapa. “Hay que ofrecerles la comida que les gustaba”.

Las familias mexicanas comparten entonces en la ofrenda o altar, y el 2 de noviembre, en el mismo cementerio, las recetas favoritas de esos “espíritus”, como parte !

“Se supone que los muertos se nutren del olor y espíritu de la comida. No se queda en la ofrenda ni en la tumba, todos comemos de ella”, agrega Sibley.

Además de la s recet a s familiares, la ofrenda debe contar con otros alimentos y bebidas tradiciona­les de la fecha. Uno de los principale­s es sin duda el pan de muer- to, un panecillo dulce que se hornea con diferentes formas, desde simples círculos hasta ' - ras del mismo pan en forma de huesos, todo espolvorea­do con azúcar.

“En todos los Estados Unidos cada vez hay más lugares donde comprar pan de muerto. Yo lo consigo en Don Paco, donde lo empiezan a hacer desde temprano”, señala Edgar Ramírez, un neoyorquin­o quien asegura que desde < celebració­n.

Las calaveras de dulce también son f undamental­es en la ofrenda. Se preparan disolv iendo azúcar en agua hasta obtener un jarabe muy espeso que se vierte en los moldes, y luego se les colocan los nombres de los dif untos en la frente, para luego comerse.

Mientras que la calabaza se sirve preparada como dulce, cocida con azúcar, canela, tejocotes, trozos de caña de azúcar y otros ingredient­es. También se preparan otros tradiciona­les platos, como los tamales de maíz y el pozole.

“Además hay que ponerles agua (a los muertos), por si vienen con sed, tequila o mezcal para celebrar; café para que aguanten la noche entera, y cualquier otra bebida que les haya gustado para festejar. Yo pongo vodka para un pariente y escocés para otro”, dice la chef.

El 31 de octubre es la Noche de los Angelitos, que según Sibley es la “más triste” porque es para los espíritus de los niños que han muerto. Ese día se hace comida

dulces.. en miniatura, como pequeños tamales, tacos, chalupas, además de muchos

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