El Diario

No sólo las iglesias

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vamente judeo-cristiana, y or iginalment­e v iene de la edad media”, dijo David Cook Martin, sociólogo y profesor de Grinnell College. “También incorporó tradicione­s de la época abolicioni­sta”.

Esta vez, sin embargo, las iglesias no están hablando principalm­ente de acoger a para esconderlo­s de las autoridade­s, aunque hay algunas que están haciendo eso en estos momentos y lo han hecho por años.

“La estrategia ha cambiado”, dijo Chao Romero, quien aparte de pastor y activista es también abogado y profesor de estudios chicanos y asiático-americanos en UCLA. “Lo que pasaba antes es que muchos inmigrante­s terminaban literalmen­te presos dentro de las iglesias durante meses”.

Lo que las iglesias ahora pretenden hacer es asistir a los inmigrante­s en muchas dimensione­s: con sesiones informativ­as, asistencia para llenar papeles y formulario­s, referirlos o proporcion­ar ayuda legal, hacer activismo público y alertar a sus congregaci­ones sobre pel ig ros o fraudes.

Tras la sesión de entrenamie­nto en Los Angeles se trazaron algunas líneas de acción, explicó Chao Romero: asistir a inmigrante­s individual­es con largo tiempo en el país a presentar propuestas de acción diferida y ayudarles a llenar papeles; cabildear a directores locales de ICE para que tomen decisiones discrecion­ales y crear grupos en vecindario­s para responder a deportacio­nes.

A esto se incluir ía recabar fondos para liberar a inmigrante­s bajo fianza, por ejemplo.

Z 3 - vo de cuántas iglesias estarán participan­do de Mateo 25 y cuantas del llamado “Nuevo Santuario”, pero es probable que ya se cuenten en varios cientosya que más latinos que nunca están participan­do en grupos religiosos cristianos, católicos y otros. Pero el movimiento santuario esta vez no solo se encuentra en las iglesias, o en una ocasional ciudad, como Berkeley en los años 80s, sino que su impacto se está haciendo sentir en estados, ciudades, condados, escuelas, colegios comunitari­os y universida­des, y hasta en restaurant­es. Por lo menos 300 jurisdicci­ones locales han manifestad­o su intención de proteger a su comunidad residente inmigrante de diversas maneras. Algunas se hacen llamar “ciudades santuario”, como Santa Ana, quien recienteme­nte aprobó la designació­n. Otras simplement­e toman acción sin usar la etiqueta, aunque la Administra­ción Trump las engloba a todas bajo el mismo mote cuando habla de “retirarles fondos federales”. No hay una sola definición de lo que es una “ciudad santuario”. En algunos lugares, significa que los funcionari­os de la ciudad y la policía se abstienen de preguntar sobre el estatus migratorio de los residentes. En otros, implica no retener a los inmigrante­s detenidos en las cárceles a petición del ICE sobre los llamados “detainers”. En la mayoría de las ciudades que recienteme­nte han aprobado ordenanzas o resolucion­es convirtién­dose en “ciudades santuarios”, la decisión no significa que estén creando nuevas políticas o que impidan la entrada de las autoridade­s ICE de sus vecindario­s. En realidad, la acción más obvia que han propuesto muchas de esas ciudades hasta la fecha implica dedicar fondos del gobierno para ayuda legal.

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/ARCHIVO La iglesias pretenten ayudar a los migrantes en varios campos de acción.

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