El Diario

Niko no detuvo el ritmo en Washington Heights

Aunque se cancelaron las clases, los hispanos del Alto Manhattan no se pierden un día de trabajo

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Camille Padilla Dalmau

camille.padilla@eldiariony.com

El icónico panorama de la ciudad de Nueva York fue arropado ayer por la primera tormenta de nieve del 2017. Y aunque los vientos y la nieve parecían venir de todas direccione­s y hacían difícil el caminar por la calle, esto no impidió que muchos neoyorquin­os salieran y siguieran con su rutina diaria.

Así lo obser vó El Diario en el barrio de Washington Heights, el cual mantuvo su afanado ritmo de vida a pesar que la tormenta invernal Niko también trajo un drástico descenso en las temperatur­as.

Entre los que no faltaron a su jornada laboral estuvieron los porteros de varios colegios en el Alto Manhattan, que a pesar de que los niños no tuvieron clases este jueves, llegaron desde muy temprano a trabajar removiendo la nieve de las aceras y dejar los planteles listos para el retorno de los niños este viernes.

“Estoy cansada pero tengo que trabajar.”, expresó Nilda Rosario mientras usaba una máquina limpiadora de nieve en la esquina de la calle 169 y la avenida Audubon. La venezolana que ha trabajado en la escuela por 10 años contó que aunque limpien, deben regresar cada hora porque sigue nevando. “Esta nieve es demasiado”, exclamó.

Dos horas después de que Rosario había comenzado su jornada, el alcalde Bill de Blasio usó los medios de comunicaci­ón para exhortar a los neoyorquin­os a que se quedarán en sus casas si no era necesario salir. “Quiero enfatizar a todos: Quédense adentro si pueden. No salgan si no es necesario. Si necesitas salir, por favor no uses tu carro”, insistió el mandatario.

Pero para Marixa Ramírez quedarse en casa no era una opción. “Hay que trabajar uno no puede parar. Las cuentas no esperan”, expresó la hondureña mientras se calentaba con un té en el restaurant­e Remi antes de dirigirse a su trabajo.

Uno de los meseros de ese local, Leo Goris, quien vive a ocho cuadras y usualmente toma el bus, la nieve tampoco le impidió llegar a cumplir con sus labores. El dominicano contó que tuvo que caminar hasta el trabajo porque estaba atrasado, y tuvo que abrigarse muy bien y ponerse doble pantalones. En el restaurant­e, observó que el negocio estuvo “lento, lento, y bien vacío”.

Al otro lado de la calle, una tienda de vinos y licores también sufrió por las casi 9 pul- gadas de nieve que cayeron antes del mediodía. El gerente Ángel Medina explicó que usualmente en las primeras horas del día atienden a unos 10 clientes pero en esta mañana solo habían tenido dos.

Sin embargo, a Medina no le molestó que estuviera tranquilo, porque “honestamen­te es un buen descanso”. Lo único que le preocupaba era que le toca hacer entregas. “No quiero mandar a nadie porque no se puede guiar”, dijo.

La tormenta estaba pautada hasta las 6 de la tarde y se esperaba que cayera un total de 10 a 14 pulgadas de nieve.

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Un hombre limpia la nieve que dejó la tormenta Niko en el área.

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