El Diario

Nace “Club de Deportados” y quieren un seguro de repatriaci­ón

Tratan de rehacer su vida en la tierra que los vio nacer pero enfrentan duros obstáculos

- MÉXICO

Gardenia Mendoza

Lejos quedó la mañana en que 15 deportados de Estados Unidos a la capital mexicana se vieron por primera vez entre galletas y café. Al inicio se mostraron des { gobierno, Miguel Mancera, les entregó las “Llaves de la Ciudad” como un símbolo sobre el que aún no saben € - guen sin trabajo, en casas de parientes y lejos de los hijos.

“El retorno es duro”, coincidier­on entonces y todavía lo creen dos meses después de aquel primer encuentro en el Museo Franz Mayer, donde hoy se reunen en el exterior, en una placeta externa que se ha convertido en una especie de oficina de este peculiar grupo integrado exclusivam­ente por repatriado­s que buscan una solución concreta a sus problemas.

No es el lugar más confortabl­e de la urbe para or ” € bancas y espacios de discusión cont ra vagabundos y marihuaner­os, pero al menos queda cerca del metro Bellas Artes y los miembros no tienen que gastar mucho € - dos sobreviven con el seguro desempleo de alrededor de 150 dólares mensuales que les da el gobierno de la ciudad por seis meses.

De todos modos lo importante es verse una vez por semana y aunque no siempre logran estar todos, los que asisten, avanzan para integrar una agenda que los ayude a ellos y a los que vienen. “Esto ya no va a parar”, dicen sin dudas porque desde antes de la victoria de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, Barack Obama deportó a tres millones.

“¿Por qué no exigimos que el gobierno ayude a impulsar un seguro para deportados?, sugiere Ana Laura López, de 41 años, deportada de Chicago, donde vivió 15 años, donde dejó a sus cuatro hijos.

“Que lo tomen de nuestras remesas en automático como una aportación de ahorro para el retiro o algo así. No queremos nada gratis, pero sí que el migrante tenga la opción de un colchón al llegar a México si lo echan de Estados Unidos, incluso mu- chos si tienen esta protección podrían regresar de manera voluntaria”.

El grupo coincide en que las primeras necesidade­s al retornar a México es vivienda, comida, asesoría legal y trabajo.

Eleazar Hernández, de 48 años, aterrizó hace cuatro meses a la capital mexicana tras dos décadas en Wisconsin. Allá dejó dos hijas de 18 y 23 años (ambas indocument­adas) y mantiene una demanda legal contra una empresa que no lo indemnizó tras un accidente se dañó tres cervicales. Allá también perdió una casa que estaba pagando y que ya se la quitó el banco.

“¿Qué va a ser de nuestros patrimonio­s allá”, se pregunta levantando levemente un bastón con el que se ayuda para caminar, sin abogado para una respuesta porque no existe ningún programa de apoyo para asesoría legal.

Eleazar se considera un buen constructo­r y chef –dos % su vida en Estados Unidossabe cocinar comida griega, italiana y mexicana. Junto con Gustavo Lavariega, de 42 años, es uno de los más entusiasta­s para hacer un restaurant­e en cooperativ­a, entre los integrante­s del Club de Repatriado­s, dadas las condicione­s económicas.

El congreso federal autorizó a través del Programa de Apoyo al Empleo alrededor de tantos millones de pesos para los deportados. Sin embargo, este presupuest­o apenas alcanza para cubrir a alrededor del 5% del total por lo cual la Ciudad de México optó por dar los dineros a proyectos grupales.

“Yo tomé cursos en EEUU para el manejo de alimentos, de Serve Safe y puedo aportar mucho al grupo”, dice La- variega con el ánimo en alto para dejar de vivir en casa de su hermano, donde se siente cómodo, pero sueña con ser independie­nte desde que lo deportaron de Wala Wala, Washington, tras 17 años.

Ana Laura tiene dudas sobre trabajar en conjunto para un restaurant­e porque su plan de negocios está más relacio  - ki, en los masajes para mejorar cuerpo y alma, aunque estaría dispuesta a ser parte del proyecto de sus amigos porque han sido su “terapia”, “su sostén” para sobrelleva­r la deportació­n.

En tanto consolidan sus negocios, algunos días salen de brigada a terminales y eventos de la ciudad donde reciben a repatriado­s a quienes invitan a unirse al grupo y les entregan sus propias camisetas del club y papeletas con € #„ - tados Unidos en la Lucha”.

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/G. MENDOZA El club de repatriado­s en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México, su lugar de encuentro.

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