El Diario

¿Cuánto tiene que ganar para comprar casa en NYC?

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Ana B. Nieto

Si lleva más de 10 años con la misma tarjeta de crédito en su bolsillo sepa que no es el único.

Hasta 32 millones de personas que usan este dinero de plástico a crédito no han cambiado su tarjeta favorita en todo ese tiempo, según una encuesta comisionad­a por CreditCard­s.com. Es más, 21 millones de personas nunca han cambiado de tarjeta.

Y eso tiene un precio para el dueño de la tarjeta.

“Si no se ha cambiado nunca se pierde una gran oportunida­d de hacerse con muchos eso”, dice Matt Schulz, analista senior de esta website en la que se comparan ofertas de tarjetas. Schulz dice que estas nunca han sido tan generosas como ahora.

El hecho es que el mercado está muy fragmentad­o y hay mucha competenci­a por hacerse con nuevos clientes “ahora que no hay un incremento en la morosidad y las personas están más seguras en sus trabajos”, dice este analista. Por eso muchas tarjetas vienen con regalos en forma de millas, descuentos, puntos, bonus por abrir una cuenta, alquileres de carro a bajo costo o tasas de interés bajas o nulas y comisiones bajas o nulas en caso de que se quiera hacer una transferen­cia de balance o sacar dinero en el extranjero, entre "

Por ejemplo, si tiene usted ' ! - tad para pagarlo es positivo pensar en una transferen­cia de lo que debe a una tarjeta a 0% en un plazo de 12 o más meses y que además no le cobre comisión de transferen­cia. Puede tener ahorros de cientos de dólares, dependiend­o de su balance, con la nueva tarjeta. El costo de no tenerla es muy elevado.

L a lea lt ad, por un lado compensa a la hora de negociar con el emisor de la tarjeta. “Si se tiene una historia larga con un banco puede por ejemplo negociar el perdón de un pago tardío, un error”, explica este analista.

Y ¿cómo elegir la mejor tarjeta?

Schulz recomienda que el consumidor se haga tres preguntas.

Quie- re usted millas, puntos de descuento, tasas bajas, dinero de vuelta... Va a tener mucho, poco o nada de balance, la va a usar con regularida­d o muy de vez en cuando.

Si la quiere por poco tiempo siempre puede optar por una que le ofrezca dinero en efectivo como regalo.

Con la respuesta a estas preguntas se puede reducir el campo de tarjetas que están en el mercado y que mejor se ' - ra. “Hay que conocerse uno mismo y buscar la que mejor se adapta a nuestro estilo de ' ! * explica este analista.

¿Cuál es el impacto en la historia crediticia?

Cada vez que se solicita un crédito la entidad emisora ' $ - terminar los límites de este y decidir o no si extender el préstamo y en qué condicione­s. Es lo que se llama una “hard equiry” y se aplica también a las tarjetas. Cuando se ' $ + - del consumidor se resiente porque indica que se tiene necesidad de un préstamo.

Schulz recuerda, no obstante, que el impacto negativo es mínimo y que se supera en pocos meses.

En el lado positivo, obtener una nueva tarjeta eleva la cantidad de crédito a la que puede aspirar el consumidor y permite compensar el ratio de utilizació­n de este. “Normalment­e se quiere que el porcentaje de deuda con respecto al crédito sea lo más bajo que se pueda. Si se usa más de un tercio del total de las líneas de crédito su puntuación crediticia se rebaja”, explica Schulz. “El impacto positivo de aumentar las líneas de crédito compensa con creces el negativo de la hard inquiry”.

Por esta razón no es necesario cerrar anteriores tarjetas que no compensen tanto en su uso, aclara este analista, por mantener la línea de crédito lo más elevada posible. Eso si, dice bromeando “para tener tantas tarjetas como sean necesarias por este motivo hay que resistir la tentación de tener ese extra crédito y ser organizado”. La recomendac­ión es que deje en un cajón las tarjetas que no usa y se olvide de ellas.

Si tiene una comisión de mantenimie­nto anual de la tarjeta le conviene cerrarla. Cierto es que en 10 años perderá la buena historia crediticia que contiene esa tarjeta (y en siete pierde la mala historia que estropea su crédito) pero “durante esa década tie rehacer una buena historia de crédito con otra tarjeta”, recuerda el analista de CreditCard­s.com. La pérdida de la historia toma su tiempo.

Ana B. Nieto

Comprar una vivienda es un objetivo al alcance de muy pocos en la ciudad de Nueva York. De acuerdo con HSH. com, el portal en el que se of rece i nfor mación sobre hipotecas, solo si se tienen unos ingresos mínimos de $92,664.68 anuales como promedio se puede tener la capacidad de comprar.

Y eso siempre que se tenga el 20% de pago inicial que demandan las hipotecas convencion­ales. En caso de que se tenga menos, digamos el 10%, el salario deber ser de seis cifras: $105,865.

El problema es que aunque el precio de las viviendas se redujo ligerament­e en el último trimestre del año, estos siguen estando más de dos puntos porcentual­es más caros que hace un año. Y a eso se le añade la fuerte subida de las tasas hipotecari­as que

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