El Diario

Una boliviana que ha hecho florecer su empresa

Pamela Berrios ha dado vida a un negocio de jardinería y paisajismo y ayudado a crear otros en el sector

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Ana Nieto

Pamela Berrios llegó a los 13 años de Cochabamba, Bolivia, con su familia a EEUU. Se instalaron en Virginia para trabajar con el objetivo de hacer realidad el llamado “sueño americano”. Sus padres, ambos maestros, se recolocaro­n en el país como cuidadora de niños y manager de un condo. Y esta mujer que desde que llegó al país no dejó de estudiar y trabajar --incluso limpiando un gimnasio y cuidando niños--, ha conquistad­o esta meta.

Hoy, Berrios es la dueña de una empresa de diseño y cuidado de jardines, Alexandria Lawn Services. Su compañía tiene cinco equipos de trabajador­es, tres personas - les de un millón y medio de dólarés. Además, esta mujer que lleva ya años en el negocio, es presidenta electa de la National Hispanic Landscape Alliance.

Llegar donde está ahora ha sido un camino no siempre planeado pero siempre abrazado con entusiasmo.

A los 16 años compaginó los estudios con un trabajo de un médico. “Allí aprendí bastante de administra­ción, de entender y atender al cliente y a los pacientes”, explica.

Berrios se graduó joven en el high school y llegó al Community College donde tomó clases de administra­ción de empresas, computació­n, entre otras materias. Todo ello mientras trabajaba y empezaba a tener hijos.

A los 18 años se casó. “Era súper joven”, reconoce, “yo creía que ya sabia todo y que el mundo era mío”, dice aña si hubiera contado una broma que solo se entiende con el paso de los años. El primer hijo de tres hijos llegó cuando tenía 19 años. Ahora tienen entre 17 y 19 años.

“A los 21 años tenía un matrimonio jóven, tres hijos y seguía estudiando”, cuenta. Además, por si le falta $ doctor y se hizo cargo de la administra­ción del pequeño negocio de recorte de pasto y jardinería de su esposo. “Él trabajaba por su cuenta y decidimos hacer lo posible para que el negocio creciera. Puse toda mi energía en eso, en los niños, en los estudios, en salir adelante”.

“No habría podido hacer nada sin mi madre, sin ese apoyo, imposible. Luego yo siempre me he centrado bien y todo se fue dando”.

Tanto es así que con su esposo trabajando en la labor de jardinería y paisajismo y ella en la administra­ción, marketing y contabilid­ad, la empresa comenzó a crecer hasta el punto de que llegaron a tener seis grupos, de tres personas cada uno, y varias personas #% " &bamos dinero empezamos a invertir en bienes raíces, y me di cuenta que podía irme mejor si sacaba la licencia”.

Eso fue en 2004. El mercado subía como la espuma hasta que cuatro años más ' ' era una burbuja que terminó explotando. Berrios experiment­ó todo eso porque una vez que tuvo su licencia de broker empezaron a llegar clientes “Fue un momento increíble, controlé la empresa de jardinería pero me dediqué casi todo el tiempo a los bienes raíces”, dice tras recordar que llegó a vender 20 casas al mes y admitir que es algo que le trajo muchas ganancias.

“Me encantaba ayudar a familias a alcanzar su sueño de un manera honesta”, dice recalcando esto último ya que explica que en ese momento mucha gente se aprovechó “de nuestra gente latina y eso me dió mucha cólera”. Cuando el mercado se vino abajo ella volvió a dedicarse completame­nte a su empresa.

En ese tiempo de crisis, 2008, también el matrimonio de Berrios se rompió y la empresa se dividió entre ambos. Cada uno se quedó con una parte que suponía medio millón en ventas. “Ahora somos competenci­a”, dice medio riéndose, “a veces yo voy a hacer un estimado y luego llega él a hacer el suyo al mismo cliente”. Esta empresaria dice que los hijos siguen uniendo, “y nos llevamos bien”.

Desde entonces hasta ahora, Pamela Berrios se ha dedicado a trabajar en la calidad de una empresa que tiene clientes que han estado con ella durante 20 años ya.

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