No podrá cumplir el sueño de ver graduación de su hija
Federico Castillo Peralta cayó en manos de ‘La Migra’ el 22 de abril
Pilar Marrero
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Dentro de poco, Yasmín Castillo Amaya será parte de una ceremonia especial en español para padres inmigrantes de Cal State Dominguez Hills que los propios alumnos organizan para sus familias. Una semana después, la joven de 21 años se gradúa en la ceremonia formal de la universidad, tras cursar estudios de sociología y justicia penal.
En teoría se trata de un día feliz, el fin de un camino de mucho sacrificio para la hija de dos padres inmigrantes que nunca fueron a la universidad. Pero Yasmín siente angustia y tristeza al pensar que el padre que tanto la impulsó a estudiar, que llegaba con globos y cartelones improvisados a los eventos de la escuela y que siempre la recogía al salir de clases sin importar lo cansado que él estuviera, no estará ahí para disfrutarlo con ella.
“Por primera vez mi papá iba a entender una de mis ceremonias, estaba bien emocionada con eso y ese día es el día que tiene que ir a la corte de inmigración, y cómo es posible que ese mismo día estará lejos de nosotras, el día que pensé iba a ser el más feliz de mi vida”, cuenta Yasmín, sentada junto a Liliana en la mesa de la cocina de su apartamento en Los Ángeles.
Federico Castillo Peralta, mexicano, papá de Yasmín y su hermana Liliana, de 20 años, fue arrestado el 24 de abril tras acudir a la corte a resolver un viejo cargo de violar su libertad condicional en un caso que data de 2004. Ese día, la juez de la corte superior de Los Ángeles lo dejó en libertad al ver que no era un peligro para la sociedad y que era un buen padre, con dos hijas universitarias. Le pidió que volviera el 15 de mayo, para una audiencia.
Pero afuera de esa corte lo esperaba un “ICE hold”, una orden de arresto de las autoridades migratorias. El sheriff del condado de Los Ángeles lo mantuvo arrestado, mientras sus hijas lo esperaron por horas afuera del tribunal, sin saber lo que había sucedido, hasta que ICE llegó a recogerlo.
Ahora está preso en el Centro de Detención para Inmigrantes en Adelanto, esperando un proceso de deportación.
El 12 de mayo, el mismo día que se celebra la ceremonia para los padres en la universidad, Castillo tiene su primera audiencia ante un juez de inmigración. Yasmín tiene toda la intención de aparecerse allí con su toga y birrete, para que su papá la vea y el juez también.
“Ellos no quieren que esté conmigo ese día, pero él me va a ver”, dice la joven, quien pasa del llanto a la firme determinación en cuestión de minutos. “El ha luchado mucho por nosotras y nosotras vamos a luchar por él”.
Su hermana Liliana estudia salud pública en Cal State Northdridge y quiere ser enfermera. “Mi papá siempre nos crió así”, dice la pe- queña. “Trabaje duro para que sea lo que usted quiera, nos decía. Y así fue, nos hemos partido el alma las dos para estudiar y para sacar adelante una carrera. Mucha gente quiere y aprecia a mi familia, a mi papá, porque él tiene dos hijas que han ido a la universidad y se van a graduar, siendo un hombre humilde y trabajador”.