MÁS ALLÁ DE LA INJERENCIA RUSA L
a historia de los últimos escándalos políticos que dañaron a presidentes estadounidenses mostraron que el encubrimiento suele ser peor que el delito. Esta misma narrativa es la que hoy amenaza con repetirse en la administración Trump.
El expresidente Richard Nixon renunció al borde de un juicio de destitución por encubrir un sabotaje contra los demócratas en el caso de Watergate. Mientras que Bill Clinton enfrentó un juicio destitución por mentir bajo juramento sobre su relación con Monica Lewinsky.
Ahora la investigación federal en curso es para determinar si existió en la elección pasada una coordinación entre los esfuerzos rusos y la campaña electoral de Donald Trump para derrotar a su rival demócrata.
Ya en sí es muy serio que Rusia haya usado una agresiva estrategia para querer de - dencial, para dañar una de las bases de nuestra democracia. Se sabe que estaba ligada a ! ! que fueron desgastando la Seguridad Nacional, Michael Flynn, en este caso. El despedido repentino de Comey crea sospechas sobre la intención del Presidente.
El uso del poder presidencial para bloquear una investigación sobre su administración es obstrucción de la justicia. Es un encubrimiento, es un delito.
Es muy difícil establecer que hubo un complot entre la campaña de Trump y los servicios de inteligencia rusos para derrotar a Hillary Clinton. Muchísimo más complicado es probar que el presidente lo conocía.
Más fácil parece mostrar que Trump quiso entorpecer la investigación. Por eso el mandatario está contratando ahora su propio abogado.
La investigación se expande a medida que hay más datos. La administración ha querido distraer la atención hacia cuestiones secundarias.
La Casa Blanca debió haber colaborado con la investigación inicial si no tenía nada que esconder. Ahora la actitud de Trump hace más necesaria la pesquisa para ver quiere ocultar y con ello, la historia parece repetirse.•