‘DREAMERS’ EN UNA MONTAÑA RUSA L
os “Drea mers” están en un subibaja al borde del abismo. En ocasiones tienen buena noticias, otras no tan buenas, pero siempre bajo la sombra de la amenaza de un cambio que los deje expuestos a la deportación.
Hasta el momento cerca de 800,000 jóvenes están a salvo de la agresiva política de deportaciones del presidente Donald Trump. El programa DACA, iniciado por Barack Obama, sig ue acept a ndo jóvenes que fueron traídos como menores de edad por sus padres indocumentados y continúan renovándose los permisos a su vencimiento.
Pero estos jóvenes están lejos de la estabilidad legal que les permita idealmente abocarse a sus estudios y sus empleos como corresponde. Esa tranquilidad solamente se las puede dar un Ley de Ensueño o “Dream Act” que cada vez es más urgente.
Trump por el momento mantiene la protección de los “Dreamers”, a pesar de haber prometido su deportación en la campaña electoral. El que se haya mantenido DACA es un claro indicio que el mandatario reconoce Act es un camino primero a la residencia y luego a la ciudadanía, para los jóvenes que cumplan ciertos requisitos como inscribirse en una colegio, enlistarse en las Fuerzas Armadas o tener un empleo.
La mera existencia de esta propuesta no garantiza que superará los que detuvieran otras medidas anteriores similares. Aunque sí realza el aspecto bipartidista que mantiene la causa de los Dreamers y se une a otras medidas legislativas como el Bridge Act que ayuda a estos jóvenes.
Es una pesadilla la idea de muchos legisladores de que se puedan deportar a estos jóvenes. Por un lado, es agregar 800,000 personas a una larga lista, por el otro será un golpe económico social que tanta cantidad de gente que trabaja y estudia tenga que dejar sus actividades.
Estos argumentos deberían el que los Dreamers no sean responsables de su situación migratoria ni el que EEUU sea el único hogar que han tenido y sientan su pertenencia.
Los Dreamers merecen ser incorporados a nuestro país. Los caminos legales están allí.•