Una apuesta por el cultivo sostenible y en casa
El colombiano Alejandro Vélez dejó de lado un trabajo en Wall Street para crear junto a su socio Nikhil Arora Back to the Roots, una empresa que vende kits de cultivos sostenibles en el hogar
Ana B. Nieto
Cuando estaba a punto de licenciarse en la Universidad de Berkeley, tenía una oferta de trabajo en Wall Street y un apartamento en Nueva York, Alejandro Vélez, asistió a una clase en la que el profesor habló de sostenibilidad medioambiental y comentó que se podían cultivar hongos utilizando el café molido - fetera una vez que es usado.
El hecho de que este café, salvado de la basura, se pudiera dedicar al cultivo de champiñones dejó fascinado a este colombiano. “Es algo simple y cool”, explica en una entrevista telefónica con El Diario.
Con idea de tener más información le preguntó al profesor quien dijo que en un salón de clases de 250 personas solo otra más había mostrado interés por el tema y les presentó. Vélez conoció así a Nikhil Arora, con quien empezó a experimentar algo que no habían hecho nunca y que tampoco pensaban que podía ser un negocio.
“Cultivamos un hongo y lo llevamos a Whole Foods. Nos dijeron que nos lo compraban y a las tres semanas nos dijeron que si encontrábamos una fórmula para cultivar más de manera natural nos compraban todos los hongos que tuviéramos”, recuerda Vélez.
Tras la experiencia con esa cadena comercial, Vélez dejó su apartamento de Nueva York y la posibilidad
Y así como el hongo creció en los restos del café, empezó a dar pasos una idea empresarial que se convirtió en Back to the Roots, una compañía creada por Vélez y Arora, que ya tiene siete años y produce y vende kits de cultivos en fertilizantes naturales de hongos, cilantro, albahaca, perejil, eneldo, tomates cherry y chili, entre otros productos para los hogares. Todo en cajitas, latas o jarras e incluso una pecera.
“Yo no había hecho crecer nunca nada” dice Vélez para dar a entender que tanto él como su socio Arora, se metían en un terreno desconocido y para el que tuvieron que estudiar mucho, trabajar 24 horas siete días a la semana y contactar a muchas personas que se convirtieron en asesores.
Fue todo un reto para un joven cuya v ida ha estado marcada por otros muchos y muy dramáticos.
En su natal Medellín fue secuestrado junto a sus abuelos por la guerrilla durante un día. Tenía ocho años. La violencia que se vivía en aquel momento en el país costó la vida a dos de sus tíos. “Lo feo, lo triste de esa época es que todos tenemos una historia así”, recuerda. “De eso uno aprende y encuentra las ganas de salir adelante”
Su madre, divorciada de su padre, conoció a un marine americano y con él y sus dos hijos se trasladó a un pequeño pueblo de Michigan. Como muchos hijos de emigrantes, Vélez llegó a la escuela sin saber inglés pero se encontró con buenos compañeros, “me encantó la gente”. Cuando tenía 15 años se encontró un bulto en la axila. Era cáncer.
A las dos semanas del diagnóstico empezó con la quimioterapia y muchos de sus compañeros de escuela se
raparon el pelo en solidaridad. Otros hicieron cadenas de oración.
“Uno se rehace, porque en esas situaciones difíciles se ve lo lindo que es la vida. El tiempo es corto, la vida es corta y tener a gente especial alrededor es importante”. No acabaron ahí los reveses. Una de esas personas especiales, su hermano, “se me murió hace dos años en un accidente”, cuenta Vélez.
Ahora, con 29 años, y con ese espíritu de buscar el lado bueno de las cosas, el optimismo necesario para salir de las situaciones difíciles y emprender otros caminos, Vélez habla como lo hace quien tiene una sonrisa constante en la cara.