Esther Díaz
ves fracturas en el cráneo.
Hasta ahora no está claro que motivó el despiadado ataque.
La crítica condición médica de Tapia, pese a sus múltiples cirugías, no es lo único que ahoga a Esther, también las deudas médicas y la manutención de sus hijos, uno de ellos enfermo de asma. La mujer limpia casas algunos días a la semana, pero sus escasos ingresos apenas alcanzan para comprar alimentos.
Esther contó que las donaciones de la comunidad, de los profesores de la escuela de sus hijos y del Consulado General de México en Nueva York han servido para pagar algunas rentas.
“No sé cómo voy a pagar la cuenta médica de mi esposo, no sé dónde buscar ayuda. Ese hombre (Anderson) destruyó mi vida y mi familia, nos quitó todo. Mis hijos sufren, lloran. Intento mantenerme fuerte, pero a veces creo que no podré más”, expresó Esther antes de ingresar a la habitación de su esposo, en Kings County Hospital.
Una página de GoFundMe para recaudar fondos para la familia ha reunido hasta ahora $19,000, una suma que Díaz planea usar para saldar los gastos médicos de su esposo.
“Mi primer idioma es el náhuatl”
Díaz expresó su frustración por no comprender los tecnicismos legales y el estatus del caso de su esposo. Ella habla español en un 70% y recibe servicio de traducción en este idioma, pero admite que no logra entender la información en su totalidad.
“P ienso que habla r ná- huat l me hará más i nv isible de lo que ya soy, siento que nadie me escuchará. En español es bastante dif ícil conseguir just icia, en náhuatl es imposible”, dijo con enojo. “Quiero que ese hombre vaya a la cárcel por lo que hizo, quiero que pa- gue por quitarle su padre a mis hijos”.
Las autoridades endurecen el castigo
El pasado 5 de septiembre, el juez William Miller, de la Cor de $30,000 impuesta a An-