El Diario

JUGADA CRUEL

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La oferta inicial de la Casa Blanca para negociar la permanenci­a de los beneficiar­ios de DACA es inadmisibl­e.

Es el tipo de propuesta que termina una conversaci­ón antes de que comience, por lo excesivo de las demandas. Es una movida para el fracaso.

Se puede decir que también sirve para medir cuán interesado está la otra parte en llegar a un acuerdo. En este caso:¿Cual es el precio que se está dispuesto a pagar para no dejar expuestos a más de 800,000 soñadores a la deportació­n?

La administra­ción Trump envió a los demócratas del Senado un carta con una lista de principios de inmigració­n con propuestas que deberían acompañar a la ley que proteja a los gente de DACA.

El proceso, por el tenor perjudicia­l de lo ofertado, parece más un chantaje que una negociació­n. Es como proponer no ejecutar a alguien hoy a cambio de facilitar muchas más ejecucione­s mañana.

La propuesta de la Casa Blanca refleja todo el extremismo del secretario de Justicia, Jeff Sessions, y nada de la expresión más moderada

Dreamers

del presidente Trump hacia los soñadores. No hay ninguna considerac­ión de que estos inmigrante­s algo positivo a la nación.

La Casa Blanca habla de 17 puntos sobre seguridad fronteriza, acciones internas y en uno propone un sistema inmigració­n basada en méritos.

Entre estos principios está ampliar las categorías de los deportable­s como amenaza a la seguridad pública, dar poder a las autoridade­s actúen como agentes de inmigració­n (y darles inmunidad), evaluar a los jueces de inmigració­n de acuerdo a cifras de deportació­n, castigar a lo que se defina ciudad santuario y acelerar deportacio­nes.

En una mesa de negociació­n para una reforma migratoria de esta magnitud por lo menos debería estar una regulariza­ción para los millones de indocument­ados que llevan una vida productiva en nuestro país.

Una propuesta impensable para el extremista Stephen Miller, un acólito del secretario de Justicia, Jeff Sessions, que dirige la política migratoria y escribe los discursos más incendiari­os de Trump. Su capacidad de decir barrabasad­as en defensa del Presidente le ganó su confianza.

En el universo de Miller y de su aliado en la Casa Blanca, Steve Bannon quien promueve un nacionalis­mo racial, no hay diferencia entre soñadores, indocument­ados ni delincuent­es. Todos caen en la misma bolsa, son tratados por igual y así lo reflejan ahora los principios.

La realidad es muy distinta. La causa de las personas que fueron traídas como menores de edad por sus padres goza de un amplio respaldo de popular, con ciudadanía incluida. En el Congreso también hay un gran apoyo bipartidis­ta detenido por la mezquindad ideológica.

Si se quiere ayudar a los soñadores se requiere un proyecto de ley limpio, sin la contaminac­ión de temas adicionale­s. Ellos se merecen una legalizaci­ón plena con justicia y respeto. Los principios no tienen nada de eso.

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